¿Qué soy, que así husmeo y vuelvo las hojas
y sigo hasta el río una mancha desvaída del aire
y entro en el agua? ¿Qué soy, que así quiebro la vítrea
superficie al sumirme y alzando los ojos
sobre mí veo, invertido y clarísimo, el lecho del río?
¿Qué hago aquí a mitad del aire? ¿Me apasiona
esa rana porque escruto y hago mías
sus entrañas más secretas? Y esas hierbas, ¿me conocen,
me han visto antes entre sí, repiten mi nombre,
encajo en su mundo? Más bien separado
de la tierra parezco y no con raíces
sino caído al azar de la nada sin hilos
que a alguna cosa me amarren
me desplazo a mi antojo. Tal vez me concedieron
el libre uso de este sitio, ¿qué soy entonces?
Desprender la corteza de un madero putrefacto
no me place y es inútil, ¿por qué sigo haciéndolo?,
extrañamente mi acto y yo coincidimos.
¿Cuál es entonces mi nombre, soy el primero, tengo un amo,
qué forma tengo, qué forma tengo,
soy enorme? Si recorro hasta el final este camino
más allá de estos árboles más allá de aquellos árboles
hasta extenuarme sólo es uno de mis muros
lo que toco y si inmóvil permanezco me vigilan
inmóviles las cosas creo que soy el centro exacto
pero está todo esto ¿qué es? ¿Son raíces?
Raíces, raíces, raíces y aquí el agua
absurdo repito pero sigo buscando
(de Wodwo, 1967)