Cuán pronto llegamos al fin del camino
El fracaso, nuestro compinche de doble dimensión, luz plana de ensueño,
No nos encenderá o consumirá,
El cerezo silvestre, engañoso en sus constelaciones de cruceros chamuscados,
La Vía Dolorosa de la primavera
desvanecida en grave profusión,
A dónde ir sino hacia arriba, a dónde dirigirse, peso muerto del mundo,
Volvieron a recaer,
cerezo silvestre,
Ramo de primavera sin su savia, artrítico, seco por el invierno, rama mítica
Cuyas raíces son los cabellos de mi madre.
*
Cómo asemejan al pasado las nubes,
Haciéndose y deshaciéndose en el horizonte,
Modulando montañas,
recostando sus sombras bajo nuestros pies
Para que las podamos atravesar.
Desde dentro de sí mismas el fuego cae, el hielo cae,
Lo recordado que aún nos recuerda, tierra y aire caen.
Ninguno, sin embargo, nos puede resucitar o redimir,
Alejándose, cual deben ambos, hacia esquinas contrarias.
Ninguno ha estado en el sitio al que vamos,
faltos de talante. –
Versión de Jeannette Clariond