El bucle en un sobre de líneas verdes
que me dio una mujer con quien iba a fugarme
en los ochentas, regresó, para mi asombro,
como la hoja herrumbrosa,
como el remache
en un grueso seto de boj
bordeando un camino como el de su casa,
y hoy no es más probable que decepcione
mientras alcanza su punto de fuga
en un mosaico ausente del pasillo
como escama faltante en un reptil
que cuando el dueño anterior, el diplomático,
escuchó un sobre de líneas verdes deslizarse
por debajo de la puerta
y, recogiéndolo con un pequeño Oh,
volteó hacia su esposa, la segunda, la pelirroja,
que no tardaría en ser su viuda. –
Versión de Santiago Bucheli