Biografías: Beckett y Camus

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Samuel Beckett es nuestro siguiente autor y la biografía de su amigo James Knowlson debe ser nuestro tema. James Knowlson es muy buen escritor y la biografía, por tanto, muy amena. Él quería escribirla en vida de Beckett, pero nos dice que, con su característica modestia, Beckett le pidió escribirla póstumamente para así sentirse más libre al no poder pensar que él iba a leerla. Esta biografía nos informa del nacimiento de Samuel Beckett en el seno de una familia protestante, el 13 de abril de 1906.
Tuvo un hermano mayor, Frank, y sus padres fueron William Beckett y May Beckett. Su hogar era próspero y su infancia feliz. La descripción de los largos paseos de la familia junto al mar es muy bella. Samuel (a quien el narrador llama casi siempre Sam) fue un excelente nadador, buen deportista en la escuela y magnífico alumno. Hay muchas anécdotas sobre sus maestros, especialmente acerca de Rudmose Brown, figura definitiva y que más adelante hasta serviría de modelo en una obra de ficción publicada póstumamente. Desde el principio se sabe que Frank será el comerciante de la familia y Samuel el intelectual, aunque al terminar sus estudios en el Trinity College y empezar a dar clases se da cuenta de que aborrece la docencia y empiezan las dificultades. La relación de Beckett con su madre es cada vez más conflictiva. Él en Dublín todavía hasta se psicoanaliza. En cambio tiene muchas novias y muy bellas. Los nombres son múltiples sin dejar de ser siempre seductores hasta como nombres. Pero debemos destacar el de Peggy Sinclair. Ella quiere ser cantante. Su familia se traslada a Kasel y Beckett la sigue. Otro motivo de pleito con su madre. Sin embargo, los años de aprendizaje de Beckett son tan envidiables como su magnífica educación. Habla francés y alemán con fluidez, toca el piano, le gusta la música, la pintura, le apasiona la Divina comedia de Dante y muy pronto ya vive en París como alumno de la prestigiosa École Normale Supérieure. Ahí los miembros son considerados una élite; pero las condiciones higiénicas del edificio en el que se alojan los miembros de esa élite dejan mucho que desear para alguien tan acostumbrado a otra cosa como Beckett, aunque, asimismo, la disciplina es muy relajada y Beckett llega muchas veces cuando las puertas ya están cerradas y tiene que saltarse la barda. Ya había escrito su breve y magistral ensayo sobre Proust, quizá el más iluminador de todos los ensayos escritos sobre ese autor. En la advertencia preliminar Beckett nos dice:

No hay ninguna alusión en este libro a la legendaria vida y muerte de Marcel Proust, tampoco a las charlatanas y abusivas cartas, ni al poeta, ni al autor de los ensayos, tampoco al Agua de Selzian equivalente a las "bellas botellas de agua mineral" de Carlyle. He preferido conservar los títulos en francés. Las traducciones de los textos son mías. Las referencias están tomadas de la abominable edición de la Nouvelle Revue Française, en 16 volúmenes.

Con razón le pidió a su amigo que escribiese su biografía póstumamente. Nosotros leímos esa biografía, pero por motivos muy diferentes. Tal vez puedan advertirse más adelante. En 1930 Beckett conoce a James Joyce, a quien admiraba desde hacía mucho tiempo. Joyce había publicado Ulises ocho años atrás y estaba embarcado en la difícil empresa de realizar Finnegans Wake. Beckett entra al cerrado círculo de sus amigos y llega a ser su secretario. Si podemos entender el método que hace a Finnegans Wake ilegible se debe a que en esta biografía se nos revelan los sucesos privados que llevan a Joyce a inventar una palabra. Pero hay que ser chismosos a pesar de lo que Beckett advierte con respecto a su ensayo sobre Proust. Richard Ellman, tan supuestamente enterado de todo sobre Joyce, no dice en su biografía, donde habla de la persecución de Lucia Joyce a Beckett, que éste había salido a cenar con ella por lo menos en dos ocasiones. Tal vez el principal interés de Beckett era Joyce mismo, pero… Beckett ayuda mucho a Joyce como secretario y como amigo. En la biografía de James Knowlson se nos habla tanto de lecturas hechas para ayudar a Joyce y bajo sus órdenes, como de que Beckett acompañaba a Joyce a pasear y a muchas fiestas ayudándolo cuando éste ya estaba casi ciego, con mucho disimulo y un cariñoso cuidado a partir del conocimiento de la susceptibilidad de Joyce sobre su mala vista. Sin embargo, cuando el acoso de Lucia es cada vez más definitivo Beckett la evita. Lucia se queja con Nora y ésta consigue, como nos cuenta también Richard Ellman, que Joyce cumpla con sus obligaciones de padre declarando a Beckett persona non grata. Joyce se da cuenta cada vez más del lamentable estado de su hija y poco a poco Beckett vuelve a ser parte del círculo de amigos de Joyce. No hemos mencionado la afición desmedida de Beckett por las bebidas alcohólicas. Ésta existe desde que es alumno en la École Normale Supérieure y es muy fuerte. En su biografía se nos cuenta que llegó tan borracho a su cuarto cuando era joven todavía que al día siguiente ni siquiera pudo hallar sus lentes. También se escribe sobre sus múltiples amantes, entre las cuales se cuenta nada menos que la rica heredera Peggy Guggenheim. Ella se vestía muy mal, andaba casi siempre con sandalias y calcetines abajo, era muy fea y nada casta. Puede decirse que Beckett es uno más en su larga colección, y no obstante su romance es apasionado. Después de esa vida azarosa Beckett vive con Suzanne Deschevaux-Dumesnil, seis años mayor que él. Ponen un departamento en París. Luego Hitler ya está en el poder. Beckett había sido testigo del nacimiento del nazismo durante un viaje a Alemania y siempre durante ese viaje opinó que Hitler era una figura ridícula. Pronto se declara la Segunda Guerra Mundial y Francia se rinde casi inmediatamente. Beckett y su mujer tienen que huir, lo hacen con James Joyce y su familia. Éste encuentra refugio en Suiza; pero Beckett no tiene la fama de Joyce. Se refugia en la zona libre otorgada a Francia después de que Petain firmó la paz. Se va a Arcachon, donde juega interminablemente ajedrez con Marcel Duchamp, quien siempre le ganaba, y con otro con el que las partidas eran más parejas. Pero muy pronto Beckett y su mujer sienten que su obligación es regresar a París. Ahí, por supuesto, se unen a la resistencia, son descubiertos y antes de que los detengan abandonan París de nuevo. El resto de la guerra Beckett lo pasará como refugiado en un lugar remoto en las montañas. Después, apenas Alemania se rinde, regresan a París. Son los años difíciles de la posguerra y la pareja apenas tiene qué comer, no hay calefacción y se pasa un frío terrible. Beckett, que durante la guerra no ha escrito nada, se siente ahora obligado a hacerlo. Escribe sin quitarse ni el abrigo ni los guantes. Confieso que a mí su famosa trilogía no me gusta nada. En tanto, Beckett, quien había vuelto a Dublín cuando su padre muere, va ahora a esa ciudad mucho más seguido. Es testigo de la muerte de su madre y su hermano. Todas esas muertes le causan un profundo dolor. Y de pronto la fama llega con Esperando a Godot, que Beckett dice haber escrito muy rápidamente. Después sigue Fin de partida, otra obra de teatro, y Krapp's Last Tape (debe traducirse por La última cinta de Krapp; pero a mí esa traducción me resulta ambigua. ¿Cinta de qué, del pelo, una cinta cualquiera o lo que es en verdad una cinta de audio o de grabación? Tal vez por eso me resulta más fácil aprender idiomas que traducirlos). La última obra de teatro de Beckett es sólo una boca que da un grito. Yo suponía que esa boca sería una boca de escenografía y el grito estaría grabado. Leyendo esta biografía me entero de que Beckett usó a una actriz de la cual sólo se veía la boca y que es la que debería gritar. ¡Cuántas dificultades para lograr ver sólo la boca de la infeliz actriz! Muchísimo más tiempo de lo que dura la obra se emplea en lograr este recurso. No es extraño por parte de alguien que empezó viendo cómo se escribía Finnegans Wake. Se supone que Beckett nos quiere decir con esto que es el final de la literatura, o sea, el término de la literatura: un grito y después el silencio. Asimismo, después de esa obra Beckett guarda silencio en tanto escritor. A mí sólo me gusta Esperando a Godot; pero esos son mis gustos. No pretendo imponérselos a nadie. Beckett recibió hasta el Premio Nobel de Literatura. Las malas lenguas dicen que se lo dieron porque no se lo habían dado a James Joyce y la Academia Sueca se sentía culpable. Ni con eso logran borrar los múltiples errores que han cometido. Empezaron no dándoselo a Tolstoi y así siguieron, unas veces le atinan y otras no. Cuando sus gustos coinciden con los de uno, tienen toda nuestra aprobación; cuando no, siempre queda hacerles reproches. Ese es el destino de todos los premios. Él lo aceptó. No fue a recogerlo por su tradicional "timidez" y repartió el dinero recibido entre amigos necesitados. Después de guardar silencio como escritor se dedicó a dirigir sus propias obras de teatro, en Alemania sobre todo. Después, se retiró. Siempre fue generoso, le gustaba comer bien y beber bien. Cuando murió su mujer, el 17 de julio de 1989, Beckett ya estaba en una especie de hospital para ancianos, no lujoso pero sí cómodo, con cuarto propio y absoluta independencia. Pudo salir para asistir al entierro de su mujer con la cual, ironía de ironías, se había casado legalmente, tal como lo hizo Joyce, para poder heredarla, y él mismo muere el 22 de diciembre de ese año. Fue enterrado un día después de la Navidad. Su entierro fue extremadamente sencillo y a él asistieron sólo unos cuantos amigos ¿Fue un gran escritor? Para mí no, en cambio fue una persona encantadora y es un placer leer su biografía.

Aunque su padre lo registró como su segundo hijo, nacido el 7 de noviembre de 1913, Albert Camus no tuvo tiempo de conocerlo. Su padre murió al principio de la Primera Guerra Mundial como soldado en la batalla de Verdum. La familia vivía en Argelia cuando era parte de Francia; no una colonia, sino parte de Francia. Los argelinos no árabes se consideraban franceses, aunque en Francia misma los llamaban pied noirs. Secreto a voces, pero secreto. Después de todo, las posibilidades de transporte eran muy malas. Argelia estaba separada de Francia por el mar Mediterráneo, no era Europa sino África. Se pude morir combatiendo por Francia, pero de eso a ser considerado un francés de "primera"… Cuando la Argelia árabe quiso ser independiente, para Albert Camus fue un conflicto de lealtades divididas, sin embargo faltaba mucho tiempo para llegar a ese tiempo. Hay que volver a los años felices de Albert Camus en Argelia. Su madre era analfabeta; Lucien, el hermano mayor, estudió muy poco; Albert siguió siempre en la escuela. Iba a ser el "intelectual" de la familia. Lo fue en efecto. Durante sus años argelinos, gozaba mucho en la playa y era muy buen futbolista, pero también fundó un grupo de teatro y siempre tuvo tendencias artísticas. La vida en Argel debía ser muy agradable entonces. El mar, las muchachas muy bellas, el clima cálido y para Albert Camus, además, su poder de seducción. Entre sus maestros ya es definitivo Jean Grenier. Por otro lado, a los veinte años Albert Camus se casa con Simone Hié, una belleza singular, pero con un defecto muy difícil de erradicar: era morfinómana. Se hizo adicta porque un médico la recetó para calmar dolores. Albert Camus se da cuenta finalmente de la inutilidad de cualquier esfuerzo por liberarla de ese vicio. Se divorcia de ella y vuelve a casarse con Francine Faure. Antes han pasado varias cosas de importancia. Camus al casarse por primera vez ya había escupido sangre; las pruebas demostraron su tuberculosis y se sometió al tratamiento adecuado por aquel entonces, pero nunca se curó. Su vocación de escritor le hace escribir, en Argelia todavía, El extranjero, Calígula y El mito de Sísifo, además de desarrollar una intensa actividad como periodista y animador cultural. Como tantos otros intelectuales de su tiempo se une al Partido Comunista, visita el continente y en Lyon se casa con Francine Faure. El espíritu mediterráneo, las mujeres y la literatura; tres cosas a las que Camus será fiel siempre. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el espíritu mediterráneo y la literatura son una unidad, en cambio no se puede ser fiel a las mujeres sin ser infiel a la mujer. Entonces habría que hablar más bien de la infidelidad permanente de Camus: él mismo reconoce que siempre será fiel a esa infidelidad. Regresa a Argelia con Francine y cuando parte de nuevo a Europa ella se queda. Camus ha vuelto a escupir sangre y, como era la creencia entonces, va a las montañas para curarse, porque se suponía que en la montaña el oxígeno era más puro. Todos los tuberculosos de esa época son víctimas de esa falsedad demostrada como tal cuando ya para Camus era demasiado tarde. Hubiese muerto de tuberculosis; no obstante, no podía prever —como nadie puede prever su muerte— que se anticiparía a ese momento. El autor de la teoría del absurdo tendría una muerte absurda. Su madre diría al saber de su muerte: "demasiado pronto". No obstante, Camus aprovechó muy bien los años que le quedaban en dirección de todas sus pasiones. Pascal Pia, un muy buen periodista y amigo de Camus desde muy pronto, le da a leer sus obras a Malraux, una de las admiraciones profundas del propio Camus. Malraux se entusiasma y no vacila en recomendarlo a Gallimard. A esas obras Camus les llama del absurdo.
     Las acciones de Calígula son absurdas, irracionales; mostradas en una obra de teatro, no en la vida, son el tema de esa obra de teatro y adquieren la racionalidad de la obra. Eso siempre pasa en el arte. El asesinato de Mersault es irracional, pero también resulta irracional su condena a muerte, más que por el asesinato, por su indiferencia ante la muerte de su madre. Los jueces son hombres justos; Mersault ante su propia muerte sólo vuelve a celebrar la indiferente belleza del mundo. Yo soy un admirador de El extranjero no porque sea una novela del absurdo sino porque es una bella novela. Sin haberla leído desde hace años, recuerdo las palabras con las que empieza: "Anoche murió mamá". Para Mersault es un hecho y no le va a impedir seguir gozando del mundo. Ese es el verdadero motivo de su condena, no el gratuito asesinato de un árabe en la playa; por eso es el extranjero. Sin embargo, también estoy de acuerdo con Nabokov cuando les contestó a los periodistas franceses que Camus era un novelista de tercera categoría. Sus obras dignas de tomarse en cuenta como novelas son las breves narraciones L'Étranger y La Chute. Las cualidades de Albert Camus no se encuentran principalmente en la literatura sino en la fidelidad a sus amores: Argelia y el Mediterráneo; la literatura, que no le correspondía; y las mujeres, que sí le correspondían. Después de muchos avatares intermedios, cuando finalmente llega a establecerse en París dejando a Francine en Argelia, se está en plena ocupación. El ejército francés le ha hecho una muy breve oposición al ejército alemán, lo cual es muy grave porque significa que los nazis están en el poder. Camus conoce finalmente a Gaston Gallimard. Su revista, NRF, es dirigida por un colaboracionista, Pierre Drieu La Rochelle, quien se suicida apenas termina la ocupación y ahora es considerado un muy original novelista. La editorial dirigida por Gaston Gallimard es sospechosa, pero también uno de los principales líderes de la oposición trabaja ahí con un puesto muy importante: Jean Paulhan. Muy pronto Camus asiste a las reuniones de la dirección y es íntimo de Michel Gallimard y su esposa Janine. Su amor público era la actriz María Casares y la pareja es muy popular. Él le dice a María Casares La Única.
     ¿Quién ahora recuerda el teatro de Camus? ¿Quién piensa en el existencialismo, y en especial en Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, más que como un recuerdo singularmente triste? Pero Camus se une a Sartre como uno de los líderes del existencialismo. Terminará en una feroz polémica porque Camus se aparta del comunismo. Sartre, tanto como Camus, había rechazado la Legión de Honor en su desprecio por todo reconocimiento burgués. Sartre rechaza el Premio Nobel cuando con regular injusticia se le otorgó. Camus también es Premio Nobel unos años después, el más joven Premio Nobel con excepción de Rudyard Kipling, y lo acepta. Hay que admitir que el comentario de Sartre es por lo menos ingenioso: "Lo merece". Pero eso ocurriría muchos años después. Aunque, ocupación o no, los libros siguen publicándose regularmente en Francia, a pesar de la estricta censura nazi durante los años "negros", gracias a Inglaterra y Estados Unidos la liberación llega finalmente. Cuando la reina de Inglaterra fue a Francia a celebrar los cincuenta años de la liberación de Europa por los aliados y Mitterrand mencionó a la "resistencia francesa", la reina no pudo evitar una sonrisa irónica. Sartre, Camus y todo residente francés decente eran miembros de esa "resistencia"; pero la verdad es que difícilmente Francia hubiese sido liberada algún día sin el heroico desembarco de ingleses y norteamericanos y sin la heroica conducta de los rusos por el otro lado. Punto y aparte. La cuestión es que liberaron París. Francine va desde Argelia a reunirse con su marido. Camus le explica a La Única que su relación con Francine ya sólo es de hermanos. Este hermano incestuoso no tarda en tener gemelos con Francine. Tan es su mujer legítima que muchos años después será la que acompaña con sus gemelos a Camus a recibir el Premio Nobel. Pero a pesar de ello Camus ha seguido su exitosa carrera de infiel. Arthur Koestler visita París con su mujer Mamaine y se hace muy amigo de Sartre y de Camus. Al asegurarle Mamaine a Camus que a Koestler no le molestan las infidelidades con tal de que no se haga escándalo, ella y Camus pasan juntos una semana en Avignon y mucho después Camus se entera de que Mamaine, bella, inteligente y distinguida, ha muerto en Londres de tuberculosis. Cuando visita Nueva York, además de las bellezas de la ciudad admira la belleza de las americanas. Las alumnas de un colegio femenino al que va a dar una conferencia son para él una hermosa colección de starlets con bellísimas piernas y por supuesto una americana especialista en literatura francesa y muy bella también, Patricia Blake, es su amante. Fiel a sus amantes sí es; con María Casares vuelve varias veces y hasta se permite tener celos de Gerard Phillipe; está comiendo con Patricia Blake en París cuando recibe la noticia del Premio Nobel y hay que mencionar su afirmación de que Malraux lo merecía más. Escribe poco, pero en cambio, como Beckett, se dedica a dirigir. Catherine Sellers, joven y guapa, es la actriz elegida por él cuando dirige Requiem for a Nun de William Faulkner, y por supuesto es su amante. Tiene también una amante danesa, más joven aún y extremadamente guapa: Mi. Ella va a París a estudiar arte y Camus la conoce en un café en Saint-Germain. Los resultados son previsibles. Con Mi visita viñedos y luego se retira momentáneamente a las montañas para hacer una vida de solitario e intentar concluir la novela que a su muerte seguía inconclusa: Le premier homme. Le escribe largas cartas amorosas a Mi en las que habla también de las dificultades para hacer literatura. También le escribe a Catherine Sellers. Se hace muy amigo del poeta René Char. Admira el paisaje y siempre tiene el proyecto de recluirse en un monasterio para estar a solas escribiendo. Como sus amigos Michel Gallimard, su esposa Janine y su hija Anne van a irse a París en el automóvil del primero, él, que ya tenía el boleto de tren para irse a París comprado, decide unírseles. René Char también es invitado cuando igualmente tenía el boleto de tren. Rechaza la invitación para que no vaya demasiada gente en el automóvil. ¿Prueba de que el destino es absurdo? La cuestión es que poco antes de llegar a París el automóvil se sale de la carretera. Camus muere inmediatamente; Michel Gallimard, cinco días después en un hospital; las dos mujeres resultan ilesas; el perro que va con ellos desaparece. Camus tenía entonces 47 años.
     Al final de su vida, Camus experimentó la suprema angustia de que Argelia se quería separar de Francia. Para él era un problema sin solución. Se sentía tan argelino como francés y era incapaz de concebirlas como algo separado. Optó por guardar silencio, solución con la que nadie estuvo de acuerdo. Sus libros sobre Argel, Noces y L'Été, son muy bellos. L'Étranger también se desarrolla en Argel y La Chute en Amsterdam. Olivier Todd, su biógrafo, dice que los jóvenes leen mucho a Camus. Amén. –

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