A Jesรบs Malverde no lo enterraron. No al menos como todo el mundo lo concibe: en una fosa y —lo mรกs comรบn y propio— en un panteรณn. Lo peor y lo mejor de esa leyenda arrancada del cielo, y corregida cientos de veces por el imaginario colectivo, comenzรณ el 3 de mayo de 1909.
La fecha es seรฑera porque es el dรญa de la Santa Cruz y ademรกs el dรญa sacramental de los albaรฑiles. Aquella vez, los "rurales" arrestaron al preclaro ladrรณn colocรกndole una soga al cuello para enseguida colgarlo de la rama de un mezquite. El gobernador de Sinaloa, Francisco Caรฑedo, decretรณ la pena de muerte a quien osara darle la consabida sepultura. De modo que el cadรกver permaneciรณ a la buena de los vientos durante… ¡vaya usted a saber!, el caso es que a causa de la pudriciรณn se fue cayendo lentamente a pedazos, y cuando ya los restos mortales estaban de medio a medio esparcidos sobre el polvo, pasรณ por allรญ un lechero en busca de su vaca. Por mera ocurrencia el susodicho arrojรณ una piedra sobre aquella masa corrupta y se hizo el milagro: la vaca apareciรณ casi de inmediato.
No se sabe bien a bien si aquel lechero estaba enterado de las hazaรฑas mirรญficas que Malverde realizรณ en vida, lo que sรญ es seguro es que ni tardo ni perezoso difundiรณ la noticia y el rumor culiche se encargรณ de lo demรกs. No fueron pocos los crรฉdulos que acudieron al lugar del siniestro para arrojarle una piedra a la tan singular masa y pedirle un deseo. Cierto es que los milagros se suscitaron, unos al vapor, cual rosario de maravillas; otros al cabo de dรญas o semanas; pero la mayorรญa sรณlo quedรณ en una buena intenciรณn, pues el deseo habรญa que pedirlo, asegรบn, con verdadero fervor. Otra conjetura, acaso mรกs sintomรกtica, es que toda vez recibida la gracia, la gente le llevaba piedras, o sea: al "dando y dando", a conveniencia, como si se tratara de un trueque comรบn y corriente. Pronto el procedimiento se volviรณ costumbre y luego la imaginaciรณn popular lo llevรณ a un lรญmite inaudito: abundan ciertos decires relativos a que, como Malverde era ladrรณn, se le robaba una piedra, y hasta que tuviese a bien conceder el milagro le serรญa devuelta. Pero sea como fuere, la masa corrupta ya era casi santa, casi sagrada, aun cuando se tratara de un bandolero generoso que le robaba dinero a los ricos para dรกrselo a los pobres; ese mismo que durante veinte aรฑos no se tentรณ el corazรณn para dejar en la ruina a familias enteras de adinerados regionales: nรณmbrense a los Martรญnez de Castro, a los Redo, a los De la Rocha, a los Fernรกndez, amรฉn de todos aquellos godeรฑos a los que se les conocรญa por explotadores; el mismo que incluso, haciendo gala de quiรฉn sabe quรฉ poderรญo sobrenatural, libraba las mรกs sofisticadas vigilancias para introducirse en las haciendas y robarse considerables pilas de oro y plata; aquel que nunca matรณ a nadie y que jamรกs se quedรณ con un cรฉntimo en la bolsa de cuanto se agenciaba. Ese hรฉroe, empero, tan apรณcrifo como la leyenda, o ese asaltante insรณlito, o ese santo subversivo, tambiรฉn fue considerado por muchos, y lo es hasta la fecha, como un demonio culiche todopoderoso, sobre todo por aquellos a quienes no les hubo cumplido un solo deseo. ¿Serรก porque eran afanes absurdos?
El primer promotor de Malverde, Roberto Gonzรกlez Mata, tuvo el acierto de que la leyenda contara, casi desde su origen, con un sรญmbolo radiante: ni mรกs ni menos que la categรณrica imagen del ahorcado, una imagen a la vez amable y patรฉtica, porque siempre se le dibujรณ sin el mรกs mรญnimo empeรฑo mรณrbido: una cara serena de galรกn rancheril y, lo mรกs importante, sus ojos abiertos, grandotes, y su bigotito estilo Pedro Infante, ¿o serรก al revรฉs?, ¿el cantante se lo copiรณ?, ¿sรญ?… Acaso por ser mรกs evidente, aunque inanimado, el montรณn de piedras jamรกs llegรณ a ser un sรญmbolo y todavรญa a nadie se le ha ocurrido dibujarlo.Estรก claro que no representa un atractivo visual y sรญ, en cambio, expresa mal que bien el montรณn de deseos que tiempo ha cubriรณ por entero las cenizas del ilustrรญsimo bandido, aun cuando resulte lรณgico que no se tenga idea de la cuantรญa de las piedras robadas y jamรกs devueltas.
Sin embargo, durante los primeros aรฑos subsecuentes al siniestro, el montรณn creciรณ con rapidez, desde luego no al grado de formar una montaรฑa, ya que Malverde —y la gente lo sabe— nunca fue tan prรณdigo en el reparto de milagros. A todo esto se agrega una razรณn mรกs dogmรกtica: la gente prefiriรณ rezarle, caminar de rodillas con rosario en la mano o valerse de una larga imploraciรณn hecha a base de jaculatorias, novenas, salmos, antรญfonas y demรกs; o sea: una fe mรกs estricta, quiรฉrase arrodillada, y con un apego asaz propincuo a los usos y costumbres del catolicismo. Si la mezcolanza ya era inevitable, pronto el acopio de agradecimientos se manifestรณ: las piedras tuvieron encima adornos tales como flores vivas y de papel, cruces hechas de monedas, cartas, muletas, por ahรญ un zapato ortopรฉdico, alguna trenza de pelo natural, y veladoras, ¡muchas veladoras! Pero la malevolencia tenรญa que presentarse. Al tiempo que el mito se ensanchaba mediante un fervor cada vez mรกs fortalecido, no faltรณ el incrรฉdulo que intentara profanar la tumba sรณlo para ver si habรญa adentro algo putrefacto, entonces ¡a darle!, puesto que aquel montรญculo no despedรญa tufos. Pero aquellos tres o cuatro catasalsas fracasaron. Pudieron, en efecto, mover una piedra, incluso dos, eso era lo normal, o hasta tres, o, bueno… un poco mรกs, pero ¡una docena!, o toda la panoplia para comprobar ¡¿quรฉ?!… A quienes rebasaron la cantidad prohibida no les quedรณ mรกs remedio que arrepentirse; horrendo arrepentimiento de veras inesperado, atroz o por el estilo; pues una fuerza superior los echรณ hacia atrรกs, y feo, al grado de hacerlos sentir bastante mal, tan mal que sin pensarlo dos veces se volvieron devotos del santรณn.
Alguna vez —como lo narra Eligio Gonzรกlez, el actual promotor de Malverde—, cuando fue construido el nuevo Palacio de Gobierno, allรก por los setenta, y curiosamente cerca de la tumba sui gรฉneris, en lo que significรณ el primer intento serio de remociรณn el gobierno usรณ una motoconformadora que a las primeras de cambio ¡zas!, que se quiebra, como tambiรฉn se quebraron algunos cristales de casas y edificios contiguos y algunas piedras del sepulcro saltaron —hasta eso no muy alto— ¿en seรฑal de protesta? Sin resignaciรณn alguna esa misma vez las autoridades mandaron traer otra mรกquina, ya al anochecer, que nomรกs no sirviรณ para nada. Dice don Eligio que todo Culiacรกn lo supo. El รกnima de Malverde se defendรญa con creces. Empero se dejรณ vencer cuando se presentรณ la tercera ocasiรณn. Fue un dรญa despuรฉs y bajo un chipichipi fastidioso cuando una tercera motoconformadora pudo al fin arrasar de pe a pa con la plรฉtora de creencias materializadas. Lo malo es que el ajusticiamiento sobrevino: el conductor de la mรกquina muriรณ al tercer dรญa de un infarto. Muchos dijeron que รฉl no deseaba hacer esa labor, pero la obligaciรณn era —¡y es!— la obligaciรณn. Asรญ que ¡pobrecito!
Ahora bien, nadie tiene certeza de que los restos del santo bandido se los llevara en su arrastre la mรกquina triunfal. Serรญan huesos o serรญan cenizas, pero todavรญa hay mucha niebla sobre ese asunto, habida cuenta que la claridad se evidenciรณ tan sรณlo con aquellos primeros efectos: la gente recuerda que no fue a la primera sino a la tercera cuando… ¿se deduce? Y la consecuencia fue incierta: quedรณ un llano grandรญsimo lleno de tenebras y vibraciones, que va desde La Canasta hasta el bulevar Zapata, listo para la construcciรณn del flamante Palacio de Gobierno, por lo que aรบn no se sabe con exactitud en dรณnde estuvo la tumba de Malverde. No obstante, la gente no dejรณ de arrojar piedras. De sรบbito se hizo otro montรณn, desde luego al garete, pero los devotos pensaron que ya no era lo mismo.
A raรญz de esa remociรณn la fama de Malverde se acrecentรณ. Su milagrerรญa tuvo resonancia estatal y poco a poco alcanzรณ todo el noroeste de Mรฉxico. Llegaban procesiones nayaritas, duranguenses, sonorenses, bajacalifornianas y hasta arizonenses —sin descontar las de Sinaloa— a visitar la tumba, esa reinventada, y hasta cierto punto inmerecida, y ¡claro!, todo por culpa de las autoridades estatales. En ese entonces se vislumbraba la posibilidad de liquidar el mito. Bastaba con trasladar la tumba a otra zona de la ciudad para desvanecer a poco la figura del รญdolo pagano. A travรฉs de los diarios locales algunos sacerdotes se pronunciaron a favor de esa medida, a sabiendas de que tendrรญan el apoyo de la burguesรญa catรณlica. Casi estuvieron a punto de conseguirlo, pero ¡ojo! Malverde entrรณ al quite. Se necesitaba un milagro supremo, un milagroso parteaguas urgente, el cual se suscitรณ mediante una chispa de ingenio: Roberto Gonzรกlez Mata creรณ de la noche a la maรฑana la Orden de los Caballeros Custodios de la tumba de Malverde. Fue tal la avalancha fervorosa desbordada en mรญtines zumbadores y alharaquientos que el gobierno, viรฉndose presionado, no tuvo de otra que colaborar en la construcciรณn de una capilla. En 1980 se redondeรณ el proyecto. La ermita, como le dicen en Culiacรกn, se ubica a unos pasos de la tumba mendaz. Es modesta pero no de mal gusto. No es ni alta ni chaparra y su estructura metรกlica es lo suficientemente fuerte como para que ni los chiflonazos ni los ciclones hayan logrado destecharla. Cierto es que desde su fundaciรณn no ha sufrido grandes cambios. Blanqueadas y pinturreos por aquรญ y por allรก, pero nada digno de una extravagancia alarmante. Debido a su importancia mรญtica se ha vuelto una referencia ineludible de la iconografรญa culiche: la ermita semeja un molino incesante que a diario recibe y expulsa a creyentes de todo tipo: desde los mรกs atรณnitos admiradores hasta, digamos, ciertos papanatas, ciertos misticones y gran cantidad de turistas morbosos, aunque… ¿por quรฉ tanto turista?
Muchos dicen que Malverde es el patrono del narcotrรกfico y de la delincuencia, y de ahรญ su fama; al respecto puede haber dudas o evasiones hipรณcritas —la religiosidad de los pillos, sobre todo del narco, siempre serรก excitante—, pues como lo demuestra el cuento de B. Traven "Los cรณmplices", "todo ladrรณn necesita de un santo ladrรณn", y si no lo inventa, o en el รบltimo de los casos la nigromancia pueblerina se encargarรก de darle los suficientes poderes para elevarlo al rango de "santo milagroso". De suyo, son pocos los creyentes que se obstinan en negar esa verdad tan palmaria, y acaso sean pocos los que sรญ tienen un argumento mรกs o menos de peso: "Dios no tiene por quรฉ darle alas al demonio y, ademรกs, si una persona hace el bien no tiene por quรฉ ser mala; al contrario: hace milagros. Robar para hacer el bien no es pecado, jamรกs podrรก serlo." Asรญ lo dijo un creyente que entrevistรฉ a las afueras de la capilla. Y por supuesto, segรบn lo afirmรณ, habรญa varios devotos que comulgaban con esas ideas desarregladas, es decir, con las de ese interpelado. En consecuencia: ¡quรฉ gran reborujo!, ¡quรฉ venial contradicciรณn!, ya estรกbamos entrando en lo que en mi tierra se le llama "un enredo de los mil judas" y fue por eso que dejรฉ de hacerle preguntas, mismas que para รฉl no tenรญan sentido. Sin embargo, minutos mรกs tarde entrevistรฉ a otro creyente que me expresรณ justamente la antรญtesis de lo antes expuesto: "Si a Malverde le rezas con fe te hace el milagro, pero si le dejas de rezar luego del beneficio, entonces sรญ te lo cobra bien gacho: se te aparece en sueรฑos y te pide que le entregues a un pariente o a un amigo para ahorcarlo. Sรญ, porque a รฉl lo ahorcaron y se volviรณ santo." ¿Mรกs ambigรผedad sobre ambigรผedad? Confieso que para mรญ era suicida hacerle una pregunta mรกs. Sus ojos eran los de la muerte y no se diga su vibra de rufiรกn, asรญ que "muchas gracias" y "adiรณs". Lo bueno fue que la sรญntesis de esa dilogรญa, siendo aรบn materia borrosa de la verdad, me la dio mรกs de rato Eligio Gonzรกlez: "Malverde es el patrono de los necesitados, por lo tanto, quien no tenga necesidades que no venga a rezarle, porque nuestro santo no es un juguetito." ¡Claro que no!, pero tal razรณn me sirviรณ para arremeter no sin temblor: "¿Y quรฉ me dice de los narcos, de los delincuentes, o de todos aquellos que no deambulan por el camino del bien?" Sin inmutarse don Eligio se mantuvo montado en su macho y me repitiรณ casi lo mismo, aunque ya en un tono mรกs airado. Fue la รบltima pregunta que le hice. Durante las poco mรกs de tres horas que conversรฉ con รฉl no sentรญ el mรกs mรญnimo encrespamiento, pero nomรกs mencionรฉ a los narcos y ¡puf!: le saliรณ lo gallรณn y, bueno, yo tuve miedo… Miedo de permanecer allรญ como si nada.
Sobre Malverde hay escasa investigaciรณn documental. Al parecer el mito, con todo su cuadrivio de secuelas, inhibe tanto a historiadores como a sociรณlogos. Hasta antes de la dรฉcada de los ochenta, a pesar de haber transcurrido tantos aรฑos de hazaรฑerรญa, era un lugar comรบn que la leyenda corriera de boca en boca sรณlo para ser deformada o reformada o transformada y cada quien pusiera su grano de arena sin atreverse a llevarlo al papel… Todavรญa a la fecha, tampoco los novelistas han querido morder por ahรญ —nunca fue manda ni lo serรก—, y sรณlo ha habido menudeo de intentos tras intentos derivados en temor tras mรกs temor, o muchรญsimo respeto a la verdad de la verdad, que tal vez sea mentira. Y es que se trata de un asunto no sujeto a demostraciones ni comprobaciones contundentes, habiendo, eso sรญ (aunque al dos por tres), exรฉgetas del mito que no le permitirรกn a ningรบn narrador extrapolar las constantes simbรณlicas mediante ficciones superlativas o modificadoras. A contracurso de esa suerte de codificaciรณn vocinglera, todavรญa se presupone que por mucho acercamiento que haya a la figura de Malverde, jamรกs habrรก absoluta fidelidad. Ningรบn historiador que se respete estรก dispuesto a basarse sรณlo en la tradiciรณn oral, lo que deja traslucir que la leyenda es un mero correlato expuesto a mil y una tergiversaciones que, sin embargo, no deben alterar lo esencial: Malverde fue un ratero prodigioso que tuvo la fortuna de convertirse en un รกnima favorecedora, y se diga lo que se diga su milagrerรญa ya rebasa un siglo. Por lo demรกs, sรณlo quedan las alabanzas cancioneras que Los Jilgueritos de Malverde y Los Halcones de Malverde le tributan sin cesar. Son puros corridos bien sentimentales, porque sin mรกs ni mรกs esa era la mรบsica que al bandido sinaloense siempre le gustรณ.
Al margen de reticencias y respetuosidades, en los รบltimos veinte aรฑos ha habido aportes sesgados en algunos diarios de Culiacรกn, en la obra de teatro El jinete de la Divina Providencia, de รscar Liera, y en un trabajo, tal vez el mรกs completo, intitulado El ladrรณn generoso, del sociรณlogo y actor Sergio Lรณpez. Basados en la oralidad, tanto Liera como Lรณpez —creadores al fin— arrojan datos, cual piedras en el aire, sobre la magnitud del fenรณmeno y sus plausibles repercusiones. Liera lanza una fecha tentativa, la del nacimiento del rufiรกn: el 6 de junio de 1878, acaso con el objeto de supeditarla a la especulaciรณn popular. Sin duda va a fondo cuando en boca de uno de los personajes de la obra en menciรณn asegura que "esa fue la fecha que eligiรณ el diablo para volver a la tierra". El trasunto ya aporta un cambio de luces totalmente radical; Liera recoge otro sentir culiche: Malverde es el diablo. ¡Aguas! El catolicismo asรญ lo tilda, y ay de aquel… Aun asรญ la variante no es un despropรณsito, en virtud de que tambiรฉn Malverde se convirtiรณ en un รกnima vengativa, insolente con aquellos que no le rezaban a menudo, o sea ¿a diario?… En su momento Eligio Gonzรกlez me lo aclarรณ: "Si Malverde te concede un milagro, hay que rezarle por lo menos una vez al mes, estรฉs donde estรฉs; pero hay que venir a la ermita por lo menos una vez al aรฑo." De haber sido asรญ el santo bandido habrรญa impuesto una condiciรณn bastante problemรกtica, sobre todo para los adeptos que tiene en Colombia (dedรบzcase el porquรฉ) o en Estados Unidos o en Centroamรฉrica, ya no se diga en Chiapas o en Oaxaca. Por fortuna, los devotos lejanos superaron la dificultad con una idea medio descabellada, pero eficaz (y con la abierta aprobaciรณn de la sede): ya existen sucursales de Malverde en Cali, Colombia; en Tijuana; en Badiraguato; en Los รngeles, California, que son las mรกs conocidas, no sin que la especulaciรณn popular aventure que hay otras, siete en total, o a lo mejor mรกs… Ahora bien, haciendo a un lado tales o cuales lejanรญas, es un hecho que luego de haber obtenido el milagro, los campesinos de la regiรณn le llevan en un frasco el primer arroz de la cosecha. Tambiรฉn le llevan frijol, espigas de trigo, habas o un tomate, que es lo que mรกs se da. Si la pesca de camarรณn fue buena, pues hay que llevarle varios ejemplares sumergidos en formol. Sin embargo, como no estรก bien visto llevarle ofrendas de coca o mota, cualquier capo agradecido se da el lujo de llevarle piedras de oro y plata y, para darle mรกs molde a la buena fe, una selecciรณn bien afinada de mรบsica norteรฑa, si es instrumental mejor, o si no corridos de alabanza.*Cualquier sinaloense conocedor del mito sabe que Malverde es un sobrenombre. Se le decรญa asรญ porque siempre se envolvรญa en hojas de plรกtano para hacer sus trastadas, ademรกs el forro le hubo de servir, en principio, para esconderse ente matorros y chiribitales. Aquella masa humana, ¡y vegetal!, era el ¡Malverde!, algo asรญ como un estigma demoniaco que por ahรญ venรญa, por allรก iba, en fin, que se escabullรญa con la rapidez de un รกnima estantigua; aunque es de suponer que dejaba sus manos libres para aperingar dinero y, claro, para correr como se debe.
Acerca de su apellido verdadero hay todavรญa desacuerdos. Algunos dicen que era Meza; otros Garcรญa, como el hรฉroe de Nacozari, y se suman unos siete u ocho apellidos muy sonados que hacen mรกs difรญcil el acierto, mismo que no se presta a equรญvocos en cuanto a su primer nombre: nadie discute que tuvo el de Dios en la tierra, o sea: el del Mesรญas, o sea: ¿para quรฉ darle vueltas? Tampoco la fecha de su nacimiento es precisa; se deduce al tiento por el aspecto juvenil que tenรญa cuando lo ahorcaron: un ahorcado treintรณn, fresco, con su carga obvia de ilusiones genuinas, que tuvo la gloria de morir joven para darle mรกs anchura al mito y a su vez experimentar la mudanza inmaculada de ser hรฉroe del pueblo, como lo han sido otros bandoleros del noroeste de Mรฉxico. En este sentido, la leyenda de Malverde encuentra correspondencia con esa tradiciรณn sintomรกtica emanada del porfiriato, esto es: la del "ladrรณn generoso": asรญ Juan Soldado, en Tijuana; Chucho el Roto, en la Ciudad de Mรฉxico; Teresa Urrea; la Santa de Caborca, en Sonora; amรฉn de la de Heraclio Bernal, tambiรฉn sinaloense, cuyas hazaรฑas son harto parecidas a las del susodicho, sรณlo que a Bernal no se le atribuyen milagros, acaso porque no muriรณ tan joven. No obstante, al respecto hay un parangรณn exacto: al menos en el noroeste todos estos personajes murieron en forma violenta.
Para colmo de alegatos, perviven otros estira y afloja en cuanto al lugar de nacimiento del hรฉroe de marras. El recio novelista Elmer Mendoza, culiche de cepa, asegura que naciรณ en La Redonda, un barrio bravo de aquel Culiacรกn, donde abundaba la delincuencia y donde ningรบn policรญa, por valiente que fuera, llegรณ a ser jamรกs azote de los vagos. Hay quienes aseguran, empero, que naciรณ en Mocorito —¿le cuadrarรญa a Malverde el nombrecito?—, no faltando los que sostienen que fue en Sanalona ni los que alardean que fue en Bamoa. Otro colmo es que al santรณn le han surgido mรกs y mรกs parientes en casi todos los rincones del estado; la paradoja es por demรกs folclรณrica, aunque en definitiva a nadie afecta y sรญ complace de todas-todas al pรณpulo.
Enseguida se enumeran tres datos que casi ningรบn sinaloense somete a discusiรณn:1. Los padres de Malverde murieron de hambre, los patrones hacendados nomรกs no se decidieron a darles de comer, lo que generรณ en el joven Jesรบs un rencor implacable.
2. Desde muy pequeรฑo Malverde se dedicรณ a la albaรฑilerรญa, aunque se sabe que hizo otras labores, como trabajar en la construcciรณn del Ferrocarril Occidental de Mรฉxico y tambiรฉn en el Ferrocarril Sud Pacรญfico, que llegรณ del norte a Culiacรกn en 1905.
3. Malverde nunca se casรณ, pero luego de muerto le sobraron las novias, entre ellas una devota rarรญsima a quien le decรญan La Lupita. A esta mujer, que de joven tenรญa lo suyo, la dejaron vestida de blanco y toda alborotada en la puerta de la iglesia. Pobrecita, se volviรณ loca, porque terca como era se quedรณ vestida de novia para el resto de sus dรญas, que fueron muchos. Siendo mujer de antes, de esas que decรญan "con รฉse o con nadie", se enamorรณ perdidamente de Malverde, o mejor dicho, del busto de Malverde, y en una boda simbรณlica llevada a cabo en la ermita, los casaron y punto. La Lupita ya muriรณ, o sea que en el cielo, pues, caray… quiรฉn sabe quรฉ estรฉ pasando.Fuera de los datos citados todo lo que rodea al mito del santรณn sufre constantes modificaciones. Incluso se ha llegado a decir que ese seรฑor del bigotito, que luce en el busto con su camisa vaquera, no es el verdadero Malverde, que el de verdad era, por decir, no mucho menos guapo, sino bastante feo, quedando como contrarresto la grandeza de su alma y sus sentimientos en flor. *Tan de quedo, aunque a la segura, la fama nacional e internacional de Jesรบs Malverde no habrรญa sido tan contada sin la promociรณn eficaz que ha hecho del mito Eligio Gonzรกlez. Otro refuerzo decisivo es la divulgaciรณn grosera, tan a derechas, emanada de la creencia de que el santรณn es el patrono del narcotrรกfico. Sin esa cuota de extravagancia tal vez Malverde habrรญa sido un รกnima favorecedora del montรณn, siendo que abundan santones demasiado parcos, cuando no pudibundos. Pero si al bandido sinaloense se le acepta como una mezcla a pospelo entre lo sacro y lo demoniaco, o entre el servicio y la venganza, sin duda se debe a que don Eligio ha aprovechado tal peculiaridad a las mil maravillas. A diferencia del primer promotor, que era en extremo beligerante, don Eligio se ha preocupado por no andarse peleando con la sociedad, y mucho menos con la Iglesia. Del gobierno sรณlo obtiene favores, esto es: una muy mexicana tolerancia que a la postre le ha servido para endilgarse la figura de benefactor, y lo es de corazรณn, tanto que muchos lo consideran como un Malverde de carne y hueso.
El parangรณn se extrapola tras los decires que pululan de ocultis. Se afirma con cabales movimientos de cabeza que don Eligio se parece a Jesรบs Malverde, pero al verdadero, al feo, al bueno, que no al del busto: ese pedroinfantesco obvio; y todavรญa mรกs: muchos aseguran que es la reencarnaciรณn de aquรฉl, sรณlo que don Eligio se pasa de prudente. Lo que sรญ que a fuerza de paralelismos el actual promotor tambiรฉn fue atacado violentamente. Corrรญa el aรฑo de 1973 cuando recibiรณ cuatro balazos que lo dejaron muy mal herido. Estuvo a punto de que la muerte le sonriera, pero sรณlo le hizo un guiรฑo, porque gracias a que invocรณ a Malverde volviรณ a la vida sano y salvo para hacer el bien.
Y el bien consistiรณ, por principio de cuentas, en hacer aรบn mรกs expansivo el mito de Malverde. Poco antes de la construcciรณn de la capilla, don Eligio relevรณ como promotor al beligerante Roberto Gonzรกlez Mata, de quien no se sabe si estรก vivo o muerto, pues huyรณ de Culiacรกn haciendo rabietas y nunca se supo mรกs de รฉl. En cambio don Eligio, siendo albaรฑil de los buenos, como Malverde, se encargรณ de poner el techo de la capilla, desde luego sin cobrar un peso. De suyo, se solaza sonrisudamente al decir que, con el dinero recabado de las limosnas, ha hecho la donaciรณn de setecientas sillas de ruedas y por si fuera poco ha sufragado los gastos de 7,800 sepelios a la gente de las rancherรญas de Sinaloa, incluidos ataรบdes, cirios, arreglos florales y coronas mortuorias. Todo lo cual es —a decir de Sergio Lรณpez— "una especie de Seguro Social alternativo" para la clase pobre-baja.
A fuerza de esas virtudes a tutiplรฉn, don Eligio Gonzรกlez es un hombre querido por propios y extraรฑos. En veinte aรฑos de promociรณn nadie ha coartado su labor, ni siquiera de labios para afuera o, serรญa lo peor, a travรฉs de los medios de comunicaciรณn locales. Se le ve, en cambio, como a un hombre bienintencionado que ademรกs tiene el privilegio de ser poeta rural, ya que cuenta con el estro de la lรญrica como para componer corridos y mรกs corridos, todos en honor a Malverde. No es mรบsico, ¡caray!, porque pues ya serรญa mucho, pero cuenta con la inspiraciรณn ranchera de Los Jilgueritos y Los Halcones, que han sido bastante duchos para musicalizar sus letras. Duchos, ergo: comerciales, porque sus canciones han llegado (sin problemas) directo al alma del grueso de los crรฉdulos. Por ahรญ andan en venta los casets pรญos. Recuรฉrdese: uno es de Los Jilgueritos y el otro de Los Halcones. Y la avalancha sigue, aunque segรบn lo asevera el obispo de Culiacรกn, Benjamรญn Jimรฉnez, ha venido decayendo desde principios de los noventa. Durante aquellos aรฑos la Iglesia se vio en la necesidad de hacer pรบblica una Carta Pastoral, no para condenar a los devotos de Malverde, sino para conminar a todos los creyentes catรณlicos a seguir la fe verdadera. "En ningรบn sermรณn —advierte el obispo— se menciona el nombre de Malverde. Queda claro que no queremos hacerle publicidad." Y agrega que el surgimiento de รญdolos falsos en esa zona del paรญs se debe a la ignorancia religiosa, misma que deviene desde la expulsiรณn de los jesuitas, en el aรฑo de 1767: una autoritaria —¿por valentona y miope?— iniciativa que hizo mรกs difรญcil el proceso de evangelizaciรณn en Mรฉxico, y mรกs aรบn en el noroeste, "donde ni antes ni ahora es comรบn que surjan vocaciones, ya que casi todos los sacerdotes provienen del sur". A lo anterior hay que aรฑadir que Eligio Gonzรกlez ha tenido la astucia de incorporar al mito de Malverde figuras sacras como San Judas Tadeo, la Virgen de Guadalupe y el Sagrado Corazรณn, tanto asรญ que en los escapularios, las veladoras, los llaveros y las camisetas que se venden en la capilla aparece el santo bandido al lado de cualesquiera de estas imรกgenes como si tuviese la misma jerarquรญa, y ni quรฉ discutir, porque ya encaminada la fe nadie se fija en jarifos, rangos o funciones.*En Culiacรกn existe un grupo de la iglesia Mariano Trinitaria que suele ponerse en contacto con muertos ilustres. Hay consensos entre los crรฉdulos para argumentar con quiรฉn y por quรฉ, y son los medium quienes, a travรฉs de un ritual esperpรฉntico, hacen oรญr la voz de tal o cual elegido. Segรบn el escritor culiche Cรฉsar Ibarra, los marianos trinitarios han logrado escuchar la voz de personajes como Miguel Hidalgo y Costilla, Jesรบs Garcรญa, Pancho Villa, Luis Donaldo Colosio y desde lue-go Jesรบs Malverde. Todos ellos sรณlo han emitido frases sueltas. Hidalgo, por ejemplo, se refiriรณ a la importancia que los mexicanos deben darle a la Independencia de Mรฉxico, esto es: que nunca pierda valor. Desgraciadamente el hรฉroe de Nacozari sรณlo ha servido como interlocutor de Pancho Villa y de Colosio; el primero hablรณ tambiรฉn acerca de la importancia que los mexicanos deben darle a la Revoluciรณn Mexicana, y la dolorosa cantaleta: "que nunca pierda valor", o sea: ¡dale con lo mismo!, en tanto que Colosio dijo que en Mรฉxico "jamรกs habrรก democracia", pues ¡quรฉ lรกstima!, porque viniendo de ultratumba uno esperarรญa mejores predicciones. Y por lo que respecta a Malverde sรณlo ha dicho que "todos me piden, pero nadie pide por mรญ", ¿estarรก en el Infierno o en dรณnde? Sin duda es trรกgico su reclamo y se presta a confusiรณn, por lo que no me quedรณ de otra que hacerle una pregunta maรฑosa a Cรฉsar Ibarra: "¿Malverde hablaba con voz de norteรฑo?", a lo que รฉl me dijo: "No, pues no, hablaba con la voz de la sabidurรญa, es decir, sin acento de ningรบn lado." De ser real la protesta del santรณn, todos sus devotos deberรญan estar enterados de lo que dijo, ya que tal vez no le pedirรญan como le piden; ¿para quรฉ cantarle o para quรฉ rezarle si Malverde habla con la gente? He aquรญ una clave de fervor al santo bandido. Una clave lanzada como piedra al montรณn apรณcrifo. Acaso una clave mรกs en tanto el sรญmbolo siga palpitando. Asรญ sea. –