Capote, de Bennett Millar

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cuanto Truman Capote llegó a Holcomb, Kansas, a finales de 1959, se encontró con la bendición de una historia insuperable. El asesinato de la familia Clutter a manos de Perry Smith y Richard Hickock culminaría en una de las obras centrales de la literatura estadounidense del siglo xx y convertiría a Capote en una auténtica celebridad. El descaro, la angustia, la erosión y el genio de la creación de A sangre fría se detallan magistralmente en Capote. El retrato que del autor hace Philip Seymour Hoffman es un tesoro de método histriónico. Para Capote, Perry Smith resultaba una especie de inverso perfecto de su propia biografía: ambos, por ejemplo, de infancias casi suicidas. En algún momento, sin embargo, Capote había tomado un tren y Smith otro. En el fondo, quizá, Capote sabía que la muerte de Smith implicaba, también, la suya propia. Es precisamente ese asesinato del alter ego lo que aparece en los ojos de Seymour Hoffman a lo largo de Capote. Y es algo digno de verse. –

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(Ciudad de México, 1975) es escritor y periodista.


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