Señor director:
Como entusiasta seguidor de las aventuras culturales y literarias de Juan Villoro, lamento tener que hacer algunas precisiones a su colaboración de septiembre en Letras Libres, "En honor del mosco". Como profesional de la salud pública que soy, no me queda más remedio. Villoro afirma que "la ferocidad del insecto dejó de ser letal". Por desgracia no es así. El mosquito, vector del parásito del paludismo, sigue siendo responsable de millones de muertes por esta enfermedad. Como agente transmisor del virus del dengue es menos mortal, pero de todas formas considerablemente dañino. Hace apenas unos meses produjo, tan sólo en Río de Janeiro, medio millón de casos de esta fiebre, conocida como "rompe huesos". A estos dos publicitados padecimientos habría que sumar, al repertorio del mosquito, la fiebre amarilla, la filariasis y diversas encefalitis, que con frecuencia conducen a la muerte.
Hay en la nota también un pequeño error en el nombre del padre del fallido intento de erradicación de la malaria: es Fred Soper, no Stoper.
Hace unos meses, la Editorial Hyperion de Nueva York publicó un entretenido libro escrito por uno de los más grandes y originales malariólogos vivos, Andrew Spielman, que recomiendo ampliamente: A Natural History of Our Most Persistent and Deadly Foe: Mosquito. ~
Investigador del Centro de Investigación en Sistemas de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública.