En septiembre de 1970, cuando inició 24 horas, Jacobo Zabludovsky ya tenía veinte años haciendo noticieros de televisión. Desde que dirigió y escribió el Noticiero General Motors, creado en 1950 y que era conducido por Guillermo Vela en Canal 4, hasta que comenzó el noticiero de Canal 2 que sería el más importante en la historia de la televisión mexicana, Zabludovsky transitó por la que puede considerarse su primera etapa como periodista de televisión.
Durante quince años los noticieros del entonces Telesistema Mexicano (que en 1973 se convertiría en Televisa) fueron refritos de la información de los periódicos. Dos de ellos, Novedades y Excélsior, estuvieron a cargo de sendos noticieros nocturnos. En otros espacios, las notas de los diarios y agencias eran sintetizadas y aderezadas con algún comentario pero carecían de originalidad.
En 1965 Zabludovsky crea Su diario Nescafé, una revista matutina que alternaba noticias, con frecuencia leídas directamente de los periódicos, con asuntos de espectáculos. Era un noticiero amable, reacio a ofrecer notas que les pudieran estropear el día a los madrugadores televidentes. La gran diferencia con los anteriores noticieros era que el telediario Nescafé tenía una pequeña plantilla de reporteros. La televisión se liberaba, lentamente aún, de su dependencia respecto de la información de los diarios. El matutino Nescafé se ufanaba de ofrecer “las noticias que no alcanzaron los periódicos”.
La televisión comenzaba a reconocer la virtud de la instantaneidad que le estaba negada a la prensa escrita y de las capacidades audiovisuales que la radio no podía alcanzar. En los años sesenta Zabludovsky ya era el periodista mexicano más conocido gracias a su constante presencia en televisión y al prestigio que le dieron transmisiones como la que hizo de los funerales de John F. Kennedy en noviembre de 1963 o las narraciones de los lanzamientos espaciales que hacía junto con Miguel Alemán Velasco. Durante varios años hizo pareja con Pedro Ferriz, imitando el noticiero de los periodistas Chet Huntley y David Brinkley de la nbc, en un informativo que terminaba diciendo “buenas noches, Pedro”, “buenas noches, Jacobo”.
En aquellos noticieros la televisión mexicana reproducía lo mejor y lo peor del periodismo de la televisión estadounidense. El registro de la noticia mientras se producía contagiaba a los televidentes la sensación de estar siendo testigos de la historia. Pero en su desempeño cotidiano, más allá de esos momentos de excepción, los noticieros de Telesistema Mexicano anteponían la abundancia de notas por encima de su entorno y explicación.
Ese era el modelo de la tv comercial estadounidense: veinte o treinta notas en un programa de media hora, reducidas a una exposición tan breve que solamente se podía comunicar el quién, cuándo y dónde que forman parte de los requisitos esenciales del periodismo. No había espacio, ni interés, para el cómo y el por qué de los acontecimientos.
La fundación de 24 horas institucionaliza ese estilo y le añade un manejo más profesional. Zabludovsky encabeza una redacción en la que ya se hacen notas específicas para televisión, con reporteros dedicados a ello, pero circunscritos por la brevedad. El periodismo mexicano llevaba largo rato estancado en la propalación de dichos y no necesariamente de hechos y su adaptación televisiva no se propone romper ese esquema. Por las pantallas desfilan funcionarios y voceros, casi todos ubicados en alguna parcela del poder político, de tal manera que los reporteros encabezados por Zabludovsky por lo general tienen que limitarse a extender el micrófono y, si acaso, glosar las palabras del declarante en turno.
La televisión comienza a tener recursos técnicos que le permiten ser más ubicua y flexible: cámaras portátiles, antenas para transmisiones remotas, entre otros. 24 horas da cuenta de los acontecimientos, a menudo en vivo, y Zabludovsky es nuestro enlace indispensable con esas noticias que le permiten cumplir su constante pasión por la primicia.
La prensa mexicana no hacía periodismo de investigación. La televisión tampoco se preocupa por ir más allá de la superficie de los acontecimientos. Una de las secciones de 24 horas era la presentación de “muchas noticias en pocas palabras”. En ese estilo no había alicientes para la especialización temática (los reporteros podían cubrir una u otra fuentes sin conocimientos específicos) y por lo general cada nota presentaba una sola versión de los acontecimientos. Las fuentes eran, salvo excepciones, gubernamentales o institucionales.
En esa segunda etapa de su periodismo televisivo Zabludovsky, para cumplir con necesidades de la empresa, con frecuencia entremezcla el periodismo con el espectáculo. Así ha ocurrido en todo el mundo, pero la falta de competencia en la televisión mexicana consolidó a ese modelo informativo sin que se desarrollaran otros.
Con tales rasgos, Zabludovsky hizo una escuela de televisión. A pesar de la forzosa concisión y su consiguiente superficialidad, el periodismo así desarrollado no carecía de méritos. Entre otros la inquietud por la precisión y, sobre todo, por la corrección lingüística.
Ese periodismo, con tales contraluces, lo propaló internacionalmente cuando encabezó el canal de noticias eco. Apoyándose en las redes satelitales, eco surgió en 1988 y fue una cnn hispanoamericana, con un centenar de corresponsales. Desapareció en abril de 2001, un año después de que Zabludovsky había dejado Televisa.
24 horas se transmitió hasta comienzos de 1998. El periodismo en televisión, con escasísimas excepciones, sigue siendo fundamentalmente idéntico al que creó Zabludovsky.
Más de seis décadas y media haciendo periodismo en medios electrónicos (además de su también intensa participación en la prensa escrita) no podrían carecer de contraluces. Se han señalado muchos de ellos con motivo del fallecimiento de Jacobo Zabludovsky. ~
Investigador en el IIS de la UNAM.