ETA y La Jornada

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En 1997, ETA secuestrรณ al concejal del PP en Ermua (Vizcaya) Miguel รngel Blanco Garrido y amenazรณ con asesinarlo si no trasladaban a todos sus presos a cรกrceles en el Paรญs Vasco en 48 horas. Se trataba de una cruel represalia por el รฉxito de la Guardia Civil en la liberaciรณn de otro cautivo de la banda, Josรฉ Antonio Ortega Lara, un modesto funcionario de prisiones que saliรณ del zulo de tres metros de largo por 2.3 de ancho en el que lo tuvieron cautivo durante aรฑo y medio, de donde fue rescatado con veintitrรฉs kilos menos (“estrรฉs postraumรกtico” es un eufemismo del terror que reflejaba su mirada). La Jornada  publicรณ en su editorial del 12 de julio de 1997 que el gobierno de Espaรฑa debรญa aceptar el chantaje etarra con estos argumentos:

El traslado de los presos vascos a sus tierras y la apertura pรบblica de negociaciones para llegar por lo menos a una tregua y abrir el camino a la discusiรณn de todos los problemas polรญticos, lejos de ser un sรญntoma de debilidad, reforzarรญa moralmente a un Estado que tiene cuentas histรณricas con las minorรญas nacionales y que, en el mismo Paรญs Vasco, incluso entre quienes no apoyan a ETA, recoge muchรญsimas crรญticas.

Ciertamente la editorial le pedรญa a ETA que respetara la vida de su rehรฉn, pero al mismo tiempo le pedรญa al gobierno de Espaรฑa “abrir un camino pacรญfico para el independentismo vasco”. El texto terminaba con la esperanza de que su exhortaciรณn doble “no sea demasiado tardรญa ni tropiece con la ceguera polรญtica de los extremistas”. Extremistas en ETA y en el gobierno de Espaรฑa, se entiende.

Una hora despuรฉs de cumplirse el macabro ultimรกtum, se descubriรณ a Blanco aรบn con vida en un bosque de Lasarte (Guipรบzcoa). Tenรญa la manos atadas en la espalda, lo habรญan obligado a arrodillarse y le habรญan pegado dos tiros en la cabeza. Sobreviviรณ unas horas mรกs en agonรญa. Su cuerpo presentaba signos de deshidrataciรณn. Tenรญa veintinueve aรฑos y su pasiรณn era tocar la baterรญa y salir al monte con su novia.

Durante los dos dรญas que transcurrieron desde el secuestro hasta el asesinato, los gritos contra ETA recorrieron Espaรฑa, empezando por el Paรญs Vasco. Los pedidos de clemencia se sucedieron en todo el mundo. Herri Batasuna tuvo que afrontar el aislamiento social y una importante escisiรณn. Para el espaรฑol de a pie hay un antes y un despuรฉs de este crimen. Para La Jornada fue importante destacar en portada, cuatro dรญas despuรฉs, el siguiente titular: “Aznar, el responsable de la ejecuciรณn del concejal: HB”, insistiendo en pรกginas interiores: “La muerte del concejal Blanco, por la ‘cerrazรณn’ de Aznar: Herri Batasuna.”

Entre 1995 y 1997, poco mรกs de tres aรฑos, trabajรฉ en La Jornada  como jefe de redacciรณn de La Jornada Semanal. Lo hice a invitaciรณn de Juan Villoro, su reciรฉn nombrado director, al que acompaรฑรฉ a lo largo de todo su periodo. Fue un bautizo de hierro en el periodismo cultural y un doctorado de fuego en letras, todo de la mano de Juan. Me tocรณ asistir al relevo de Carlos Payรกn por Carmen Lira y tengo grabados en la memoria sus discursos de despedida y toma de posesiรณn. Payรกn dijo en tono campechano y anecdรณtico que en La Jornada habรญa pasado los mejores aรฑos de su vida. Se alisรณ el bigote y repartiรณ abrazos cรณmplices. Carmen Lira pronunciรณ un discurso cargado de dramatismo y consignas. Prometiรณ hacer del diario una trinchera de las causas populares. Adiรณs a la belle รฉpoque, pensamos. “Hay a medianoche soldados que sierran planchas para los ataรบdes”, habrรญa dicho Apollinaire.

Como el periรณdico no cubrรญa un nรบmero cada vez mรกs alarmante de temas, nos propusimos hacerlo desde el suplemento. Por ejemplo, convocamos a Ciro Gรณmez Leyva, en aquel entonces joven promesa, a organizar una serie de entrevistas a personajes de la vida polรญtica del paรญs: intelectuales, polรญticos, analistas, para discutir nuestra accidentada transiciรณn a la democracia. Los colaboradores del suplemento abarcaban todo el arco ideolรณgico y, para honra de La Jornada, no nos ahorramos crรญticas ni a Castro ni a ETA.

En junio de 1997, Blanche Petrich, enviada especial del periรณdico a Euskadi, publicรณ un “perfil”, con llamado de media plana en portada, dedicado al “conflicto vasco”. Entrevistรณ a un etarra en activo, a un concejal de Batasuna (el brazo polรญtico de la banda), a un exetarra nostรกlgico y primer director del diario Egin, y a dos miembros de organizaciones del mundo abertzale (el nacionalismo radical): Gestoras pro Amnistรญa (en defensa de los presos de ETA) y Jarrai (organismo juvenil encargado de los disturbios callejeros, conocidos como kale borroka, rebautizado por Petrich como la “Intifada eskaldรบn”). Las รบnicas menciones a Espaรฑa son la glosa de un libro sobre la guerra sucia contra ETA y una especulaciรณn sobre las sistemรกticas torturas a los presos vascos. En el reportaje, todos los interlocutores vascos comparten un objetivo comรบn (la independencia) y justifican la violencia en aras de ese noble fin. Las personas entrevistadas lo hicieron representando instancias a las que la justicia espaรฑola logrรณ acreditar, aรฑos despuรฉs, su complicidad judicial con ETA, no solo su obvia simpatรญa, declarรกndolas ilegales (Batasuna, Egin, Jarrai, Gestoras pro Amnistรญa). De los medios y sindicatos no nacionalistas, silencio. De los otros partidos, del nacionalismo moderado del PNV a los conservadores del PP, pasando por los socialistas vascos, ni una palabra. De otras formas de sentir la identidad vasca, cero. De las vรญctimas, nada. De las organizaciones civiles contra ETA, ni una menciรณn. Peor aรบn, la idea que transmitรญa el perfil, claramente apologรฉtico, era que en el Paรญs Vasco se vive muy bien (y se come mejor), a pesar de la policรญa espaรฑola que persigue rudamente a los patriotas vascos.

Sin embargo, en la realidad sucedรญa justamente lo contrario: eran los vascos no nacionalistas los que tenรญan que llevar escolta, revisar los bajos de su coche antes de arrancarlo y no establecer rutinas para evitar ser blancos fรกciles de los etarras. Ciento cincuenta mil exiliados y casi mil muertos (repartidos por toda la geografรญa espaรฑola) son el testimonio de ese drama en el que, por el arte de magia de Petrich, los verdugos se metamorfosearon en las vรญctimas.

Todo esto en un lugar donde el independentismo violento tenรญa la representaciรณn parlamentaria para la que le alcanzaban sus votos (nunca mรกs de un tercio del electorado, gajes de la democracia), y la cultura y la lengua vascas (lengua materna de menos de una cuarta parte de la poblaciรณn) disfrutaban del apoyo institucional y la promociรณn pรบblica mรกs grandes de su milenaria historia. Y todo esto bajo el paraguas de un gobierno autonรณmico encabezado por el nacionalismo moderado, que goza de las cuotas de autonomรญa mรกs grandes del mundo (fiscales, educativas, econรณmicas, culturales), mayores incluso que las de un Estado federal, y sin otros atributos del poder estatal, diluidos en la Uniรณn Europea: fronteras, aduanas, permisos de residencia y trabajo, etcรฉtera.

Ante este oprobioso reportaje, le pedimos a Fernando Savater que contestara en las pรกginas del suplemento, pensando que le hacรญamos un gran servicio al periรณdico al abrir este debate. Dos semanas despuรฉs estรกbamos fuera de La Jornada. Nadie nos echรณ. Tampoco hizo falta.

El problema es que la cobertura del Paรญs Vasco era igualmente desequilibrada antes del perfil y siguiรณ asรญ despuรฉs. De hecho, continรบa imperturbable hasta nuestros dรญas. Ahora bien, ¿cรณmo se demuestra una simpatรญa periodรญstica por una causa? Primero, lo obvio: La Jornada no inventa los hechos ni puede interferir en la realidad (salvo en casos concretรญsimos donde su manejo informativo acaba, como en la fรญsica cuรกntica, alterando la realidad observada), pero sรญ puede seleccionar quรฉ le interesa consignar y cรณmo, y quรฉ deja fuera sin necesidad de dar explicaciones. Veamos:

 

  • En La Jornada, ETA nunca ha sido calificada de organizaciรณn terrorista, sino de “separatista”. Esta decisiรณn editorial, compartida por otros medios nacionales y extranjeros, parte de una idea equivocada que ha explorado lรบcidamente Arcadi Espada al reprocharle a la mismรญsima BBC este uso eufemรญstico: “Terrorista, en el sentido que aquรญ se dilucida, no es adjetivo sino sustantivo. Es decir, no pertenece al รกmbito adjetivo de los comentarios sino al objetivo de los hechos.” Mรกs adelante dice: “Terrorista […] es una descripciรณn meramente tรฉcnica, donde terror es al hombre lo que madera al carpintero. Terroristano prejuzga moral alguna.” Y remata: “Preferir separatista a terrorista no refleja lo especรญfico (hay muchos separatistas vascos) ni tampoco lo esencial (los hechos de ETA importan mรกs que sus opiniones…)”

 

  • En La Jornada, ETA no comete atentados, les son atribuidos por la policรญa espaรฑola. En esto tampoco estรกn solos y parten de una lรณgica aparentemente razonable: no se puede saber quiรฉn fue el responsable hasta que la organizaciรณn no se lo atribuya: “Atribuyen a ETA el asesinato de un columnista del diario El Mundo”, “Muere en atentado un concejal del Partido popular; culpan a ETA”, “Presunto atentado de ETA en Madrid; seis muertos y 20 heridos”, “Asesinan dos hombres al empresario vasco Ignacio Urรญa; las autoridades culpan a ETA”…

 

  • El problema es que ETA suele revindicar sus actos a travรฉs de Egin (y despuรฉs de su clausura, del legal Gara), cuando estos han perdido actualidad periodรญstica. Cierto tambiรฉn que muchas veces avisa preventivamente sus ataques, en general con coches bomba en lugares pรบblicos.

 

  • En La Jornada apenas existen las vรญctimas del terrorismo, una de las grandes causas morales de la sociedad espaรฑola, que ha conseguido ponerle nombre y apellidos a la casi totalidad de sus muertos. (En Mรฉxico, por contraste, en la guerra contra el narco no se sabe bien quiรฉn mata ni quiรฉn muere. No hay perfiles con estas vidas segadas, ni se busca a sus familias ni se da ningรบn seguimiento a los deudos o heridos.) Y eso que entre sus vรญctimas hay niรฑos, obreros, policรญas vascos (ertzainas), socialistas por el diรกlogo con ETA –como el catalรกn Ernest Lluch, un vicelehendakari (vicepresidente) del gobierno vasco–, el presidente del Tribunal Constitucional, periodistas, concejales de pueblo, etcรฉtera. Por supuesto, si un atentado produce cinco muertos, se consignan, pero desaparecen una vez que cumplieron su rol de chivos expiatorios del futuro independiente y feliz del pueblo vasco, lejos de la oscura y atrasada Espaรฑa.

 

  • En La Jornada  no existe Basta Ya ni la Asociaciรณn de Vรญctimas del Terrorismo. No existen la Fundaciรณn Vรญctimas del Terrorismo ni el Observatorio Vasco del Terrorismo y de la Violencia Polรญtica. No existen Maite Pagazaurtundua ni Fernando Savater. Ni Rosa Dรญez ni Agustรญn Ibarrola. Ni Jon Juaristi ni Antonio Elorza. Ni Elรญas Querejeta ni Antonio Basagoiti, todos vascos destacadรญsimos en sus disciplinas y que lucharon (y luchan) civilmente contra ETA, a riesgo de su vida.

 

  • En La Jornada, la cobertura del caso GAL (“Grupos Antiterroristas de Liberaciรณn”) superรณ con creces su indudable interรฉs noticioso y se volviรณ una especie de leitmotiv del periรณdico, una suerte de regodeo que confirmaba todas las acusaciones pasadas y futuras contra la forma en que el Estado espaรฑol combate el terrorismo. Esto no le quiere restar gravedad al asunto; efectivamente, desde las mรกs altas instancias policรญacas y polรญticas de Espaรฑa se alentรณ a principios de los aรฑos ochenta una lucha irregular, ilegal, paramilitar contra ETA, asesinando a cerca de treinta personas, de ETA y su entorno. Pero en La Jornada, obsesionada con el tema, no se explicรณ nunca que ETA existiรณ antes, durante y despuรฉs de los GAL. Que los GAL fue un episodio execrable, pero que fue la propia democracia espaรฑola la que hizo pรบblico el asunto y juzgรณ con cรกrcel a sus responsables, incluido un ministro del Interior (equivalente a nuestro secretario de Gobernaciรณn).

 

  • En La Jornada tienen voz permanente los dirigentes de Batasuna y sus diversas mรกscaras, sus resultados electorales son destacados siempre y sus iniciativas y acciones son cubiertas al detalle. No existe un periรณdico fuera de Espaรฑa en donde lo vasco nacionalista radical tenga esa preponderancia obsesiva: “Vergonzoso que Aznar pida la disoluciรณn de ETA: coaliciรณn HB” (23 de septiembre de 1998), “Batasuna ofrece diรกlogo en el que haya ‘concesiones multilaterales’” (15 de noviembre de 2004), “Maniobra de despiste, la declaraciรณn de Madrid: Batasuna” (14 de octubre de 2006), “Llama la proscrita Batasuna a votar por partido radical en comicios vascos” (14 de mayo de 2007), “Ha hecho el Estado espaรฑol una apuesta de guerra, acusa Batasuna” (15 de octubre de 2009).

 

  • En La Jornada se suele ilustrar cualquier referencia al tema vasco, venga a cuento o no, con fotos de abnegados abertzales y no pocas veces de pintadas en honor a ETA. Con elocuentes pies de foto del tipo: “Un joven pasa en San Sebastiรกn frente a un emblema del grupo vasco”, “Vascos descansan en un parque de Oiartzun. Al fondo, leyendas favorables a ETA”, “Un manifestante en San Sebastiรกn pide a gritos la reubicaciรณn de prisioneros de ETA en cรกrceles cercanas al Paรญs Vasco”, etcรฉtera.

 

  • En La Jornada, ETA opina con una frecuencia inusitada tratรกndose de uno de los grupos terroristas mรกs perseguidos del mundo. Esto se logra, bien a travรฉs de entrevistas directas, o bien a travรฉs de la republicaciรณn de material de Egin o Gara: “Reitera ETA su propuesta de tregua si inician negociaciones” (subtรญtulo: “Alto al fuego inmediato si se acepta el ofrecimiento, plantea”, 24 de julio de 1997), “Plantea ETA una ‘salida negociada’ al conflicto. Fija como base para la pacificaciรณn del Paรญs Vasco el Pacto de Lizarra” (3 de mayo de 2000), “El cese de operaciones militares en Cataluรฑa, decisiรณn unilateral: ETA” (antetรญtulo de la nota: “Fin a las acciones armadas, cuando se reconozcan derechos de Euskal Herria, advierte”, 23 de febrero de 2004), “ETA mantiene su alto el fuego y reivindica atentado en el aeropuerto Barajas-Madrid” (10 de enero de 2007), “Llama ETA a sus simpatizantes a boicotear las elecciones presidenciales del 9 de marzo” (1º de marzo de 2008), “Pedirรก ETA liberar a varios de sus presos” (en el artรญculo se menciona a Gara  como fuente, 14 de noviembre de 2011), etcรฉtera.

 

  • En La Jornada es tema de portada cualquier extradiciรณn de vascos perseguidos por la justicia espaรฑola, ya sea de Venezuela (cuando la podrida democracia anterior al milagro bolivariano de Chรกvez cometรญa esas acciones), del Uruguay o de la Repรบblica Dominicana. El cambio en la polรญtica de Mรฉxico sobre este tema ha sido tratado en La Jornada como una alta traiciรณn de los gobiernos “neoliberales” de Zedillo y Fox, una pรฉrdida de soberanรญa ante el “neoimperialismo” espaรฑol, una afrenta en la cultura del asilo de nuestro paรญs, con portadas, cartas, entrevistas, notas, rayuelas (columna aforรญstica anรณnima de la contraportada) y demรกs. El tema viviรณ su mรกxima tensiรณn durante una visita a nuestro paรญs del juez Baltasar Garzรณn, ya glosado en nuestras pรกginas. Eso sรญ, y pese al despliegue, es difรญcil saber solo por La Jornada de quรฉ se acusa a esos pacรญficos ciudadanos vascos en Mรฉxico, que con enorme esfuerzo han rehecho su vida en nuestro paรญs. La sangre, cuando se oculta, huele mรกs.

 

  • La Jornada suele usar la terminologรญa nacionalista. Por ejemplo, para referirse al Paรญs Vasco, prefiere el tรฉrmino Euskal Herria, “Tierra donde se habla el euskera” (mรญtico territorio de los nacionalistas que abarca siete provincias, tres en el Paรญs Vasco espaรฑol, tres en el Paรญs Vasco francรฉs y Navarra).

 

  • En La Jornada, el cierre de Egin, la ilegalizaciรณn de Batasuna, la clausura de herrikotabernas  (bares con parroquianos abertzales  y adornos con la parafernalia vindicativa del caso) suelen tener llamados en portada o contraportada y un gran despliegue informativo, siempre a favor de los vascos perseguidos. No importa, por ejemplo, que Egin haya sido clausurado por, entre otras cosas, utilizar sus pรกginas de anuncios clasificados para comunicarse en clave con comandos de la banda o mandar mensajes cifrados a su colectivo de presos. No. Se tratarรก siempre de un atentado a la libertad de expresiรณn y una prueba mรกs de cรณmo desde el Estado espaรฑol se alimenta con fuego la gasolina etarra. Lo mismo sobre la comprobaciรณn de los vรญnculos orgรกnicos entre Batasuna y ETA: la postura serรก la de denunciar a la coja democracia espaรฑola que expulsa del discurso al independentismo vasco y es cรณmplice de la violencia que este genera. El mismo caso con el uso de las herriko tabernas para cobrar el “impuesto revolucionario” (es decir, la extorsiรณn de corte mafiosa que ETA exige a empresarios, deportistas y comerciantes vascos para no figurar en la lista de posibles vรญctimas).

 

  • En La Jornada, los presos vascos son vรญctimas de abusos y torturas y deben regresar al Paรญs Vasco. Nunca se dice cuรกndo y por quรฉ se empezรณ a aplicar esa polรญtica. Tampoco se dice nada de las ayudas que el gobierno vasco daba a los familiares de estos presos para sus visitas.

Lo mรกs grave de todo, sin embargo, es cuando La Jornada se desmarca directamente de ETA, como ha hecho en repetidas ocasiones, tanto en artรญculos de opiniรณn como en editoriales. Sรญ, La Jornada condena el terrorismo de ETA, siempre y cuando se ponga a continuaciรณn la palabra “pero”. Ejemplos:

Cuando la policรญa francesa, con apoyo de sus pares espaรฑoles, detuvo en marzo de 1992 en Bidart a la cรบpula etarra, el golpe policรญaco mรกs importante de la historia contra la organizaciรณn terrorista, La Jornada le dedicรณ una editorial que empezaba asรญ:

La detenciรณn de la cรบpula dirigente de la organizaciรณn extremista vasca ETA, realizada en Francia, asesta un duro golpe a la capacidad decisoria del grupo, en su lรณgica de forzar, a travรฉs de actos terroristas, una negociaciรณn con el gobierno espaรฑol sobre el derecho de autodeterminaciรณn del pueblo vasco.

Si entiendo bien esta lengua de madera, resulta que ETA ya no podrรก forzar una negociaciรณn con Espaรฑa sobre un derecho propio por culpa de esta acciรณn policรญaca. Por si quedaban dudas, el segundo pรกrrafo continรบa asรญ: “Al mismo tiempo, el brazo polรญtico de la organizaciรณn armada […] tambiรฉn verรก mermados sus argumentos de fuerza para negociar.” Exacto: ¡la policรญa ha impedido con esta captura un posible diรกlogo!

En el aรฑo 2000, a iniciativa del entonces lรญder la oposiciรณn y secretario de los socialistas espaรฑoles, Josรฉ Luis Rodrรญguez Zapatero, se firmรณ el Acuerdo por las Libertades y Contra el Terrorismo en Espaรฑa entre el PSOE y el PP (entonces en el gobierno), que La Jornada presentรณ como un acuerdo contra el nacionalismo. Este pacto declaraba los preceptos en los que un partido podrรญa ser declarado ilegal, principalmente si se negaba a condenar los atentados de la banda. En ese supuesto incurriรณ HB, que fue declarado ilegal y veinte de sus integrantes, arrestados. El corresponsal en Madrid usรณ la palabra razzia  sin inmutarse. La Jornada le dedicรณ la editorial del 14 de septiembre del 2000. Obsรฉrvese la equidistancia moral ante dos poderes enfrentados, igualmente ilegรญtimos y violentos. Dice textualmente:

Las detenciones masivas de independentistas en el Paรญs Vasco no sรณlo ponen de manifiesto el daรฑo causado por el terrorismo etarra a la causa que dice impulsar, sino que evidencia el gravรญsimo extravรญo y la exasperaciรณn del Estado espaรฑol ante un conflicto que las partes se han empeรฑado en volver casi irresoluble. Al mismo tiempo, el hecho exhibe la uniforme distorsiรณn y el reduccionismo desinformador con que los medios –especialmente los peninsulares– abordan la trรกgica circunstancia de los vascos.

Mรกs adelante:

La diversidad y pluralidad vasca estรกn siendo arrasadas en la disyuntiva de estar a favor o en contra de ETA (o, da igual, a favor o en contra del gobierno de Madrid), y el conflicto, en esa medida, se encamina a la lรณgica en que pretenden encauzarlo, en una extraรฑa coincidencia, tanto el grupo armado como la Moncloa: mรกs violencia, mayor represiรณn policial y supresiรณn de las expresiones polรญticas.

Y remata:

Los espaรฑoles, los vascos y los vascos-espaรฑoles tienen derecho a la paz y a la seguridad, asรญ como a oportunidades de diรกlogo, negociaciรณn y entendimiento. Ni unos ni otros merecen, en cambio, estar atrapados entre el terrorismo compulsivo de ETA y el peligroso reduccionismo policial y jurรญdico del gobierno espaรฑol.

Otra obsesiรณn de La Jornada  es comparar al Paรญs Vasco con Irlanda del Norte, esos seis condados mayoritariamente protestantes que permanecen unidos a Gran Bretaรฑa contra la voluntad de los catรณlicos ahรญ residentes y del resto de Irlanda. Cuando el ERI (el grupo terrorista norirlandรฉs antiunionista) y Gran Bretaรฑa anunciaron el fin de la violencia y el inicio de las negociaciones, Josetxo Zaldรบa, coordinador del diario, escribiรณ un artรญculo en dos entregas, el 3 y el 4 de septiembre de 1994, donde lamentaba la ceguera espaรฑola ante el ejemplo irlandรฉs-britรกnico. Dice literalmente:

“Nunca, jamรกs, va a haber negociaciรณn con los criminales de ETA.” La frase, tan terrible, si se quiere como el accionar de ETA, pertenece a Juan Alberto Belloch, el joven e inteligente ministro de Justicia e Interior de Espaรฑa.

Mรกs adelante sostiene:

No es culpa del espaรฑol no ser vasco, y no es culpa del vasco no ser espaรฑol. Se trata de cรณmo ve cada uno de ellos al mundo, se trata de identidad nacional, es todo. Debe haber un punto en el que vascos y espaรฑoles confluyan para dar vida a una salida honrosa para ambos. Debe privar el sentido comรบn: compartir el mismo territorio no hace iguales a los hombres, ¿o sรญ?

¿Le contestamos? ¿No es eso lo que piensan los maketos  (perdรณn, coletos) de San Cristรณbal de las Casas de los indรญgenas que mancillan su coqueta ciudad criolla? ¿Hablamos de Amartya Sen y las identidades electivas? ¿Repasamos Voces ancestrales de Conor Cruise O’Brien? Mejor dejรฉmoslo proseguir:

Cierto es que las acciones armadas de ETA, una organizaciรณn que naciรณ hace 35 aรฑos, se cobran vรญctimas civiles con demasiada frecuencia. Cierto es tambiรฉn que eso alcanza ya el calificativo de terrorismo y que este factor le ha restado una parte del apoyo que tuvo, incluyendo al pueblo vasco. Eso es verdad, pero tal vez cabrรญa preguntarse si una negociaciรณn a tiempo habrรญa evitado el derramamiento de sangre inocente.

Bajo esta lรณgica cartesiana, si Espaรฑa hubiera aceptado al primer crimen chantajista una escisiรณn de su territorio, entonces nos habrรญamos ahorrado este horrible baรฑo de sangre.

Para quรฉ seguir. La Jornada muestra simpatรญa por la causa nacionalista radical del Paรญs Vasco. Lo hace con pasmosa naturalidad y de manera sistemรกtica, pero veladamente: vende gatos como si fueran liebres. De hecho no son gatos sino leones rasurados. Recientemente dijo The Economist que no hay que pedirle a la prensa partidista objetividad sino transparencia. Estoy de acuerdo. Por eso uso cotidianamente La Jornada para informarme de lo que piensa y hace la gente que mรกs desprecio en toda Espaรฑa, de Hernani a Isla Cristina, de Finisterre al cabo de Roses. ~

 

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(ciudad de Mรฉxico, 1969) ensayista.


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