Ganadora del Gran Premio del Jurado en Cannes 2006, la cuarta cinta del director francés sorprenderá e irritará al incauto con su ritmo prolijo y su historia nimia en apariencia. Quien haya visto La humanidad, que hace siete años obtuvo el mismo galardón en el mismo festival, entenderá no obstante que Dumont pertenece a una estirpe europea que sigue la máxima de Robert Bresson –“Más que películas bellas, películas necesarias”– para elaborar un cine despojado de adornos fútiles y centrado en el estudio sociopsicológico. Meditación sobre los efectos de la guerra que evita toda moraleja, Flandes fascina y repele a la vez por la frialdad y la crudeza con que aborda temas como la alienación juvenil, el impulso sexual y la incomunicación, reflejada en la escasez de diálogos. Un filme anticomplaciente. ~
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