Aunque su lema de campaña es insuficiente, Josefina Vázquez Mota es, en efecto, diferente. Diferente incluso de sí misma. Una Josefina es buena operadora “en corto”, eficiente y eficaz, y se desenvuelve segura, espontánea; la otra, no obstante su experiencia como conferencista, se pasma frente a audiencias mayores y necesita la aprobación de sus incondicionales. A esa le tiemblan manos y piernas.
¿Diferente de quién? ¿Diferente de qué? La exigua consigna ha obligado a Josefina a explicar, siempre con una introducción forzada –“Me encanta que me hagan esa pregunta…”–, que su distintivo no se reduce al género: ella es la honesta. “No podíamos correr el riesgo de hacer una campaña feminista”, explica el coordinador de Comunicación e Imagen de la candidata, Julio Di Bella, “con todo y sus logros como mujer y como secretaria de Estado”. Sin embargo, si bien la campaña no ha tomado un rumbo de género, el discurso de la candidata en ocasiones raya en lo sentimental, y está plagado de lugares comunes asociados a su condición femenina, como la promesa de que gobernará con los pantalones bien puestos.
Josefina se siente cómoda con el adjetivo. Diferente, la idea eje de la campaña, apareció en marzo de 2011, cuando le dijo a Jorge Ramos, al destapar sus intenciones para contender por la presidencia de la república: “No me asusta la diferencia. Porque no tengo compromisos con nadie…” No, afirma un destacado militante de Acción Nacional, frustrado por el desarrollo de la contienda: “Diferente es una cuestión de actitud. Josefina no es desconfiada como Calderón. Es abierta, amiga de todos: de la Iglesia, de los anticlericales, de los ricos y de los pobres.” En efecto, a Vázquez Mota se le reconoce su aprecio por la diversidad y la pluralidad, particularmente en la conformación de sus equipos de trabajo. Ella misma le dijo a Guillermo Osorno, en una entrevista incluida en el perfil publicado en el libro Presidente 2012, al respecto de su formación en la universidad: “Me encantaba tener compañeros de la comunidad judía, evangélica y ateos que creían en la luna y en las estrellas, y los súper católicos. Esta concepción diversa del mundo es la mía.”
Pero su ánimo de agradar a todos los auditorios, de quedar bien con Dios y con el Diablo, hace de la suya una personalidad de humo. Por ejemplo, renegó de la Iberoamericana para conquistar los aplausos de los itamitas el pasado 14 de marzo: “No soy perfecta, estudié en la Ibero”, bromeó. De inmediato, su error escaló por las redes sociales y se convirtió en uno de los temas más populares en Twitter. Ahí mismo, enmendó Vázquez Mota: “Estoy muy orgullosa de ser economista de la Ibero. Si volviera a estudiar, lo haría de nuevo en nuestra alma máter.”
Jesús Silva-Herzog Márquez escribió al respecto en Reforma:
La política del consenso aparece así como la política de la indefinición o, tal vez, la política de la contradicción. La candidata del partido en el gobierno habla de su diferencia pero nadie sabe en qué consiste la novedad. ¿Se trata de la cuarta candidatura de oposición? ¿Quiere Vázquez Mota construir una campaña que contraste con la política de Calderón? El hecho es que la carta principal de su candidatura queda, de inmediato, vaciada de contenido.
Dentro de su propio partido, se ha cuestionado su liderazgo, del que nunca se apropió. Son feroces en la descripción diputados que compartieron con ella la legislatura: “Tiene fama de hacer buenos equipos porque los necesita, porque carece de ideas propias”, “Es inconsistente, no maneja cifras ni conceptos, pero es operativa y muy trabajadora”, “Confunde las relaciones públicas con las relaciones políticas. No se planta, se deja acorralar”.
Vázquez Mota ataja:
–Las campañas me han enseñado mucho. Es muy difícil hacer amigos en política; tengo clara la frialdad que la caracteriza. Aprendí que en la política siempre hay quien gana y quien pierde. En las relaciones públicas transitas sin mayor problema. Reconozco, quizá, que al principio pude tener esa confusión, pero necesitaba generar interlocución.
“Ella es incluyente en la elección de los perfiles de sus colaboradores porque reconoce sus fortalezas y limitaciones, y busca personas que tengan capacidades que ella no tiene. Nunca ha pretendido tener un perfil técnico; siempre supo que su rol era de componente político y de sentido común”, opina Miguel Székely.
Resuelta a mostrarse diferente, Josefina se presentó al debate con una imagen más lozana, con los labios y las mejillas de rosa y el cabello a lo “Bob”, por encima de los hombros, peinado que puso en boga Victoria Beckham, la esposa del futbolista británico. Miraba a la cámara sin contener el parpadeo, sin arrugas, casi sin expresión. Su voz ronca, profunda, no alcanzó un tono firme, ni siquiera al interpelar a su adversario, Enrique Peña Nieto.
En las entrevistas, finge el más elocuente de los gestos, la sonrisa. La despliega incluso para hablar de temas graves. Calcula también los movimientos de sus manos, tiesas, y la postura de sus piernas cruzadas, atrincherada una por encima de la otra.
Su desempeño como candidata y los errores de su campaña indican que Vázquez Mota no asume su papel. El 5 de mayo, en entrevista con El País, Luis Prados le preguntó si Felipe Calderón estaba preocupado por la marcha de la contienda. Ella respondió: “Lo que le estoy pidiendo a todos aquellos que me están acompañando es que me ayuden y me dejen ser candidata.” Más aún, en la llamada telefónica divulgada por el sitio La Silla Rota el 26 de marzo, Josefina le preguntó al responsable de redes sociales de su partido, Agustín Torres: “Mi Agus, vamos a ganar, ¿y luego qué vamos a hacer?”
Josefina nació en enero de 1961, en el seno de una familia grande y modesta, originaria de Teziutlán, Puebla. Comenzó a trabajar a los dieciséis años, a la vez que cursaba el bachillerato en la Vocacional 9 del Instituto Politécnico Nacional. Hace casi tres décadas se casó con Sergio Ocampo, con quien ha compartido la crianza de sus tres niñas. Es hija de la cultura del esfuerzo, y no lo pierde de vista. Su gradual ascenso, primero económico y político después, le ha dejado huella. Habla sin cesar de los obstáculos que ha sorteado debido a su condición de mujer. Antes de incorporarse a la función pública, Vázquez Mota recorrió México y América Latina como conferencista.
En su biografía incluye, ufana, que fue la primera mujer nombrada coordinadora del grupo parlamentario del PAN y fue la primera candidata a la presidencia de su partido. Le gusta ser mujer y se nota incluso en el hecho de que rara vez usa pantalones. “Somos lo mejor que nos pudo haber pasado en esta vida, haber nacido mujeres”, repite ante públicos femeninos.
–¿Se siente cómoda usando pantalones?
–Me siento más libre cuando uso falda.
–¿Se siente cómoda como candidata?
–Cada vez más cómoda.
Le enfada que se la tilde de frívola, sin embargo, confesó su afición por la ropa y los zapatos de lujo, como Carolina Herrera y Salvatore Ferragamo, en una entrevista concedida a Ignacio Lozano para la revista Quién.
De la obsesión de Josefina por su imagen hay otro dato: en las sesiones prolongadas en la Cámara de Diputados, aparecía con diferentes cambios de atuendo. En ocasiones, porque interrumpía la labor legislativa para ejercitarse. Lozano le preguntó si se había sometido a alguna cirugía plástica: “Las mínimas indispensables, vinculadas al tema de la mujer. Estéticas algo absolutamente leve y ligero, pero más vinculado a temas personales [sic]”.
Un rasgo importante del carácter de Vázquez Mota es la disciplina. Duerme pocas horas. Se levanta de madrugada, alrededor de las cinco. Es fanática del deporte, que practica por lo menos cuatro veces por semana: anda en bicicleta o entrena sobre la elíptica y la escaladora, y complementa su práctica con rutinas de ligas, mancuernas y estiramientos. Además, cuida su alimentación en extremo. De la vida universitaria conserva el buen hábito de llevar raciones saludables de alimentos equilibrados: huevos, jamón de pavo, quesos blancos, verduras, pescado, gelatinas.
Es meticulosa en los detalles, que cuida como los viejos priistas: reparte felicitaciones a colegas y conocidos en sus cumpleaños, de viva voz o a través de tarjetas. Es cálida y atenta, comenta Daniel Hernández, uno de sus más próximos colaboradores: “Tiene memoria fotográfica. Se acuerda de la gente y la llama por su nombre. La he visto identificar personas que vio una sola vez en situaciones de tensión emocional, como en los recorridos en zonas devastadas por desastres naturales.”
Josefina se ha mostrado frágil más de una vez en público: durante el anuncio oficial de su salida de la sep, le temblaron las piernas y hubo que acercarle una silla, mientras sus hijas, a lo lejos, procuraban tranquilizarla con señas. En la precampaña, agotada, ofreció una entrevista incoherente a Pablo Hiriart y Ana Paula Ordorica. Atribuyó la “pestañeada” al cansancio tras 48 horas sin dormir. Como candidata, sufrió un mareo en un foro de seguridad, junto a Alejandro Martí. Lívida, preguntó si temblaba. Un miembro de su equipo declaró que había sufrido una baja de presión.
–¿Usted se acepta vulnerable?
–Si lo fuera, no estaría en la boleta electoral. Soy humana.
Es muy celosa de su imagen pública, al punto que ha negado a colaboradores que la pueden poner en jaque frente al llamado círculo rojo. Ha rechazado que Antonio Solá la asesore, aunque al publicista –señalado como principal promotor de la “guerra sucia” contra Andrés Manuel López Obrador– se le vio acompañándola varias veces durante la precampaña, incluyendo la presentación de su equipo, el 9 de enero, y la fecha de la elección interna, el 5 de febrero.
Padres de algunos niños muertos en el incendio de la guardería ABC han protestado por la cercanía de Juan Molinar, quien era director del IMSS cuando ocurrió la tragedia. Vázquez Mota refutó su pertenencia al equipo, aunque el reportero Ernesto Núñez informó, en una nota publicada el 5 de mayo en Reforma, que Molinar auxiliaba en la redacción de tarjetas y aportaba información para contrastar los logros de las administraciones panistas y priistas en la preparación de la candidata para el debate.
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En la lista de partidarios de Vázquez Mota destacan los empresarios Alfredo Achar, Alfredo Harp, Lorenzo Servitje, Roberto González Barrera y Mario Laborín, quien se rumoró sustituiría a Roberto Gil en la coordinación de campaña.
Son amigos íntimos de la candidata varios miembros de su equipo, algunos de los cuales la han seguido desde la Sedesol, como Miguel Székely, Daniel Hernández y Rodolfo Tuirán. También Julio Di Bella, María Amparo Casar, Luis Rubio, Leonardo Curzio y Jorge Tello, con los que se reúne por lo menos una vez al mes.
A este grupo se incorpora eventualmente Eduardo Medina Mora, embajador de México en Gran Bretaña. Compañero queridísimo por Josefina, fue procurador de la República entre finales de 2006 y de 2009, periodo en el cual fue contratada Margarita Silvia Vázquez Mota, quien recientemente renunció a su cargo en la Fiscalía Especial para los Delitos de Violencia contra las Mujeres y Trata de Personas, “para no perjudicar la campaña” de su hermana. Durante el sexenio de Fox, Medina Mora fue su principal aliado, además de Rodolfo Elizondo, Alberto Cárdenas, Ramón Muñoz y Eduardo Sojo. Sus más tenaces adversarios surgieron en el sexenio de Felipe Calderón: Juan Camilo Mouriño, Elba Esther Gordillo, Genaro García Luna, Alejandra Sota, Ernesto Cordero y Francisco Ramírez Acuña.
La vida política de Josefina comenzó en el 2000. Fue efímera diputada federal del PAN en la LVIII legislatura, invitada por el ex gobernador de Guanajuato Carlos Medina Plascencia. Felipe Calderón la nombró subcoordinadora del área económica, cargo que dejó para sumarse al “gabinetazo” de Fox. Su nombramiento no cayó bien, según narró Guillermo Osorno en el perfil publicado en Presidente 2012, porque desplazó a Julio Boltvinik, una verdadera autoridad en la materia, además de que corrió como pólvora la nota de la existencia de Dios mío, hazme viuda por favor, un best seller de autoayuda para mujeres.
En cuanto a su desempeño, sus colaboradores confirman que Vázquez Mota se ha manifestado como una profesional ambiciosa y pragmática. Es una adicta al trabajo que sabe trabajar en equipo y posee una particular destreza para cumplir metas. “Josefina tiene una ética de trabajo obscena”, cuenta Daniel Hernández, su coordinador de asesores en la Sedesol, con quien labora desde que fue nombrada al frente de esa dependencia. En aquel tiempo vio a la secretaria bajar desde el séptimo piso del edificio y detenerse en cada uno para saludar de mano a todos los empleados. “Admiro su capacidad de retención, y de identificar problemas con facilidad.” Su papel en esa dependencia ha sido el mejor calificado en su carrera, debido sobre todo a la expansión del programa Oportunidades (antes Progresa), la evaluación de programas sociales y la construcción de padrones de beneficiarios de dichos programas.
Seis años después, Vázquez Mota fue nombrada coordinadora de la campaña del candidato Calderón; un momento atroz, según ha contado ella misma, pues nunca pudo integrarse al grupo compacto, informal y cerrado que venía tiempo atrás con el candidato y que la consideraba una outsider.
A este grupo, de misfits –como define un corderista–, le disgustó la actitud altiva de la flamante coordinadora, a quien perseguía un pequeño batallón que lo mismo cargaba su portafolio que la caja de cosméticos. A regañadientes, aceptaron que necesitaban un “peso pesado” a la cabeza de la campaña, y Juan Camilo Mouriño no lo era. Al cabo, este tomó las riendas ante los que valoraron pésimos resultados de la conducción de Vázquez Mota. Tanto la lastimó este rechazo, que en su propio “golpe de timón” incluyó a calderonistas. No habría de pagar con la misma moneda, advirtió a su equipo.
A pesar de las desavenencias durante la contienda, Calderón llamó a Vázquez Mota para encabezar la Secretaría de Educación Pública. Su papel en la sep no fue “tan lucidor”, reconoce Miguel Székely, pero lo justifica con la ingobernabilidad que produce la actuación del SNTE. Ex subsecretario de Educación Media Superior, Székely afirma que los logros de su jefa son “incuestionables”, destacadamente la Alianza por la Calidad de la Educación y la expansión de la aplicación de evaluaciones de aprovechamiento escolar a través de la prueba enlace.
Elba Esther Gordillo le ganó a Josefina de todas, todas. Trató de imponerse, primero, por las buenas. Procuró la relación con la secretaria enviándole regalos y ofreciéndole favores. El día previo a la firma de la Alianza por la Calidad, recibió una bolsa Louis Vuitton, que Josefina nunca usó pero tampoco devolvió. “Es incapaz de hacer una grosería”, confía un colaborador cercano. Rebasada por la experiencia y el poder de “la Maestra”, Vázquez Mota renunció, forzada por Calderón, en abril de 2009, para convertirse en candidata del PAN a la Cámara de Diputados. “Yo realmente no quería dejar la sep”, ha confiado.
En la Cámara, fue designada coordinadora de su grupo parlamentario, favorecida por una mayoría de legisladores que pronto le dio la espalda. Los diputados panistas, ante una “evidente” falta de liderazgo, se dividieron en grupos, uno encabezado por el derrotado aspirante a coordinador, Francisco Ramírez Acuña, y otro que respondía a la ex delegada Gabriela Cuevas. Recién librado el año desde que Vázquez Mota asumió la coordinación, circuló una carta firmada por ochenta diputados de su partido, exigiéndole transparencia en las cuentas. Josefina descontaba 10% mensual de la dieta de los legisladores, una vez contabilizado el ISR, los descuentos de la Cámara y el Fondo de Ahorro. Del total, 151,164 pesos, eran retenidos 12,322 por diputado. Según el desglose de ingresos y egresos de los recursos asignados por la Cámara, durante el ejercicio 2009, a la fracción del PAN se le asignaron 62,745,000.04 pesos. En el 2010, 193,173,000.36 pesos y en el 2011, 198,234,000.02 pesos. Un reportaje de Proceso de agosto de 2011 reveló que Vázquez Mota rindió su informe de labores correspondiente a ese año a todo lujo, en el Teatro Metropolitan. El evento costó más de cinco millones de pesos. Responde Vázquez Mota que existía un comité que “revisaba el destino de cada peso. Las auditorías resultaron impecables”.
Más adelante, Josefina ocupó la presidencia de la Junta de Coordinación Política. La labor legislativa constituye su momento político menos afortunado. En su cuestionado desempeño encontraron, primero Ernesto Cordero y luego Enrique Peña Nieto, el flanco más débil de la contrincante. De acuerdo con el PRI, de 323 votaciones registradas mientras Vázquez Mota fue legisladora, no votó en 217, y cuarenta ausencias (de 217) tuvieron que ver con su asistencia a actividades de proselitismo. Lo anterior figura en una página construida ex profeso, dondeandabasjosefina.com. Las cifras del PAN arrojan datos distintos: estuvo presente en 120 de 137 sesiones, se ausentó nueve veces con permiso y dos sin él, lo cual promedia una asistencia del 98.5%.
Según el historial de asistencia de la propia Cámara, del 1o de septiembre del 2009 a la misma fecha de 2011, asistió a 74 de 130 sesiones, lo que representa un promedio de 46.58%. En el mismo periodo, votó en 120 de 374 votaciones, 32.1%, en promedio. A pesar de ser líder de su bancada, solo tomó la palabra tres veces en el pleno de la Cámara, dos veces desde su curul y otra en el estrado. Ninguna de sus intervenciones fue significativa.
Más le reconocen a Vázquez Mota legisladores de oposición, como su contraparte en la coordinación de la fracción del PRD, Alejandro Encinas, que los propios panistas: “Ella incluyó al PRD en los acuerdos de la Cámara, e hizo mucho por el saneamiento de los recursos y la transparencia en la Cámara.” “Sin embargo, y de manera particular en la Junta de Coordinación Política, buscaba negociar en corto, con Rojas y conmigo. Me preocuparía que Josefina llegara a la presidencia porque es ambigua y no sabe tomar decisiones”, dice el ex jefe de gobierno. “Fue una legisladora mediocre”, comenta un priista. “Roberto Gil y Pérez Cuevas le hacían la chamba. Su torpeza en la negociación es obvia: al inicio de la legislatura, el PRI y PRD no dialogábamos. Estábamos en sus manos.”
Vázquez Mota se niega a abundar sobre su papel en la Cámara de Diputados. Se remite al reconocimiento multipartidista que le hicieron cuando solicitó licencia.
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En septiembre del 2011 Vázquez Mota pidió licencia para convertirse en precandidata del PAN para la presidencia. Contra todos los pronósticos, derrotó en la elección interna a Ernesto Cordero, el delfín de Felipe Calderón.
Desde el principio, su candidatura ha dado tumbos. Según sus detractores, Josefina nunca entendió que ganó la elección interna a duras penas, pues las entidades de arraigo azul no se comprometieron con ella. Salió airosa en diez estados y perdió la misma cantidad, pero los últimos incluyen bastiones panistas como Nuevo León, Puebla y Veracruz. Otra historia se escribió en Jalisco y Guanajuato, donde los corderistas aseguraron haber sido traicionados por El Yunque. En un reportaje firmado recientemente por Álvaro Delgado en Proceso, describe a una candidata “solitaria, tensa y errática”, cuestionada incluso por empresarios del Consejo Superior de la Universidad Panamericana y del IPADE, del que es egresada.
El 11 de marzo, rindió protesta como candidata mientras se vaciaba el Estadio Azul por errores de logística. Esto, más la acometida de inconformes en dos de sus actos derivaron en un “golpe de timón” que no fue más que la incorporación de cuadros identificados con Felipe Calderón y Ernesto Cordero a su cuadrilla. “Ante la catástrofe de su campaña no acierta a dar el golpe de autoridad que requiere sino que acude a la fotografía de la unidad. Instinto de politburó”, anotó Jesús Silva-Herzog Márquez en Reforma.
Además de sus desaciertos, Josefina ha carecido de una dosis mínima de suerte. Un foro de la cadena CNN con los candidatos presidenciales que ella abriría fue reprogramado por una falla técnica. Antes de salir del estudio, la candidata se despidió de mano de los 36 asistentes.
En su agenda se contemplan tres eventos diarios: un encuentro con ciudadanos donde expone propuestas, una entrevista con medios y un evento masivo por la noche. Acude además a una comida con algún sector productivo local y en la tarde sostiene reuniones de “amarre político”. Según Delgado, las giras se mantienen en el caos: “La agenda sufre permanentes cambios y equivocaciones…”
Panistas inmersos y ajenos a su campaña le atribuyen dos errores principales: presentarse como candidata ciudadana, cuando lleva los últimos dos sexenios desempeñándose como funcionaria pública, y la carencia de contenido: “Se nutre de las ideas de otros. Si no ha seguido una ruta es porque no se la han dado.”
¿Por qué ganó, entonces, la elección interna? ¿Subrayar su condición de ciudadana, a pesar de que se afilió al PAN hace casi diez años, no era despreciativo de los panistas? En un artículo publicado en Reforma, el ex presidente del PAN Germán Martínez explicó que Vázquez Mota “muestra con orgullo su credencial del PAN, pero entiende que para gobernar no basta el PAN. Josefina comprende el desencanto social por la política”.
En efecto, aliados y adversarios le reconocen la habilidad de integrar a los contrarios. En su equipo figuran, por ejemplo, Alberto Athié –uno de los sacerdotes que denunció los abusos sexuales de Marcial Maciel– y Antonio Sánchez Díaz de Rivera, miembro de los extremistas de El Yunque. Comenta Rogelio Gómez Hermosillo, líder de Ola Civil, red ciudadana de la campaña y ex director del Instituto Nacional de Desarrollo Social:
–Josefina es capaz de unir a liberales y conservadores. Sabe encontrar coincidencias y respetar acuerdos. Los panistas son los que más tienden a confrontarse con ella, paradójicamente. Ella es panista pero no depende de ninguno de sus grupos internos. Llegó sola, sin experiencia partidaria y no se alineó. Es una mujer suelta, en el mejor estilo de las causas ciudadanas.
En su búsqueda por la candidatura, Josefina fue, efectivamente, tan foxista como calderonista, indistintamente liberal o Yunque. Esas voces se multiplican en su campaña, persiguiendo consensos imposibles. Josefina es incluyente. Quiere que la abrace Dios y quiere que la abrace el Diablo. En campaña, su virtud es su defecto. ~
(ciudad de México, 1973) es reportera y subdirectora comercial de Proceso.