La coartada Kafka

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Esto de que algunos autores sigan publicando libros despuรฉs de muertos resulta macabro. Pero efectivo, porque lo macabro atrae a mucha gente. La muerte “aviva” el interรฉs por los finados. Los manuscritos encontrados en las gavetas de los escritores muertos producen una fascinaciรณn morbosa. Especialmente si sus autores los dejaron incompletos y hasta marcados como impublicables.

Los editores post mรณrtem suelen justificar ese fรบnebre empeรฑo usando lo que podrรญamos llamar “la coartada Kafka” (un autor casi totalmente pรณstumo). Como sabemos, antes de morir Franz Kafka le encargรณ a su amigo Max Brod que destruyera sus manuscritos. Probablemente no creรญa en su valor, pero tampoco se atrevรญa a quemarlos รฉl mismo. A cada escritor lo une un lazo filial con sus ficciones. Lo que nos costรณ crearlas (que se parece a “criarlas”) hace que, aunque sean imperfectas, nos resulte muy difรญcil destruirlas. Podremos, quizรกs, no publicarlas, no exponerlas al riesgo de su posible escarnio en el circo romano de la literatura. Pero quemar nosotros mismos esos manuscritos es algo que solo pueden algunas voluntades sobrehumanas, como la de Gรณgol que tirรณ a la chimenea la segunda parte de su incomparable Almas muertas (acaso porque era incomparable). Volviendo a Kafka, Brod decidiรณ que si su amigo no destruyรณ personalmente sus obras fue porque “en el fondo” no querรญa hacerlo. Y empleando esta coartada publicรณ esos manuscritos sin terminar. Gracias a eso contamos con algunas de las obras de ficciรณn mรกs inspiradoras e influyentes del siglo XX. Y los editores cuentan con la coartada Kafka.

Coartada que รบltimamente se ha usado mucho. Por ejemplo, en el caso de Roberto Bolaรฑo, sus editores y amigos han exhumado de los cajones del muerto (cajones cibernรฉticos, ahora) varias obras que dejรณ incompletas. El resultado es malo y debilita a la coartada. Estas obras de publicaciรณn pรณstuma son muy inferiores a lo que Bolaรฑo publicรณ en vida, o dejรณ autorizado que se publicara (como su รบltima novela, 2666). En este caso, la infidelidad de los amigos y editores a la voluntad implรญcita del autor difunto, a sus pudores y escrรบpulos literarios, no se ha justificado. Tenemos que darle la razรณn al muerto. Habrรญa sido preferible que los editores no invocaran el nombre de Kafka en vano.

Otro autor que se ha aรฑadido a la lista macabra de autores muertos que siguen publicando es Josรฉ Donoso. Hace unos aรฑos apareciรณ, tanto en espaรฑol como traducida al inglรฉs, una novela que Donoso dejรณ incompleta y sin revisar: Lagartija sin cola. Por causa de la coartada Kafka me aproximรฉ a este reptil novelesco con sumas precauciones.

El manuscrito quedรณ entre los papeles que Donoso vendiรณ a la Universidad de Princeton, donde hay un archivo dedicado al escritor. Allรญ fue descubierto por su hija, quien decidiรณ publicarlo, y luego fue editado por el crรญtico Julio Ortega. La ediciรณn en inglรฉs apareciรณ el aรฑo 2012, en Estados Unidos, donde la traducciรณn, realizada por Suzanne Jill Levine, ganรณ el premio mรกs prestigioso.

El protagonista, Armando Muรฑoz-Roa, es un pintor espaรฑol de bastante รฉxito que, sรบbitamente, decide dejar de crear. Renuncia argumentando que la pintura se ha mercantilizado hasta el extremo de deformar todo el ambiente del arte: no solo la recepciรณn sino incluso la creaciรณn misma. ร‰l es esa “lagartija” que se ha cortado a sรญ misma la cola (del arte) para escapar de sus enemigos, reales e imaginarios.

En su huida, ya sin “cola”, Arman- do recala en un remoto pueblecito entre Cataluรฑa y Aragรณn. Despuรฉs de atravesar el infierno de la costa turรญstica espaรฑola comercializada, como el arte, hasta la mรกs abyecta fealdad, Muรฑoz-Roa cree encontrar en Dors un santuario de autenticidad y belleza. La parte antigua del pueblo es un empinado laberinto de callejuelas y casas medievales, coronadas por un castillo en ruinas. Por muy poco dinero –la novela estรก ambientada a comienzos de los setenta– el expintor compra un viejo caserรณn de piedra amarilla. La ilusiรณn de Armando es reiniciar su vida desde cero. En ese pueblo olvidado, lejos de la inmundicia del arte comercializado y de la naturaleza violada de la costa turรญstica, pretende reencontrarse con la belleza de vivir.

No hay artista autรฉntico que no haya soรฑado lo mismo, me parece a mรญ. Quizรกs no hay persona, verdaderamente sensible, que no experimente un similar deseo de evasiรณn, alguna vez en su vida. Cortarse la cola de responsabilidades, transacciones y fealdades acumuladas, para empezar de nuevo, en otro sitio. La metรกfora es buena, porque tal cambio no se hace sin desprendernos, dolorosamente, de una parte de nosotros mismos. ¿Quiรฉn tiene el coraje?

El final de la novela queda abierto. Los cabos quedan sueltos ya que el autor nunca terminรณ el manuscrito. A veces la falta de final, de cola, frustra a un relato. En el caso de esta fรกbula la indefiniciรณn amplรญa sus posibles sentidos. Igual que en las novelas de Kafka la indeterminaciรณn de la trama potencia las posibilidades del tema. Esta vez, creo, la coartada Kafka fue bien empleada. ~

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Es escritor. Si te vieras con mis ojos (Alfaguara, 2016), la novela con la que obtuvo el premio Mario Vargas Llosa, es su libro mรกs reciente.


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