Ilustraciรณn: Ari Chรกvez Chacรณn

La fuga

Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

Aquella madrugada me habรญa despertado la urgencia de orinar, como me sucede muy a menudo desde que me hice la vasectomรญa. Se trata de un efecto secundario de la operaciรณn, aunque el urรณlogo, que no se tiene que aguantar las ganas, dice que es psicosomรกtico. Fui al baรฑo de la sala, y no al de la habitaciรณn, para no despertar a mi esposa.

La puerta estaba cerrada, a pesar de que yo la habรญa dejado abierta antes de irme a acostar, lo recordaba bien, y no tenemos hijos, ni gatos o perros, que pudieran haberla cerrado. Pero esta es una reflexiรณn posterior, en aquel momento girรฉ la perilla sin pensar, empujรฉ la puerta y en cuanto mi vista se acostumbrรณ a la luminosidad enceguecedora del interior (estaban encendidas todas las luces), descubrรญ que en el escusado estaba sentado el Chapo Guzmรกn. Aclaro que estaba sentado sobre la tapa, con los pantalones arriba, no estaba haciendo sus necesidades. Solo estaba sentado, reposando (se veรญa cansado).

Contra lo que pudiera esperarse, la escena no me chocรณ tanto como deberรญa, no quiero decir que fuera normal, pero sรญ casi familiar: en el paรญs no se hablaba de otra cosa en los รบltimos dรญas y, ademรกs, ¿no se habรญa escapado el Chapo justamente a travรฉs de un agujero en la regadera? Habรญa una cierta lรณgica dentro de lo extraรฑo de la situaciรณn: el sujeto estaba desaparecido, asรญ que tendrรญa que aparecer en algรบn lugar, y nadie sabรญa dรณnde estaba, por lo que no se podrรญa desmentir que estuviera justamente en mi baรฑo. Podrรญa proponerse, ademรกs, la hipรณtesis de la existencia de una red de tรบneles que conectaban baรฑos a lo largo y ancho de la naciรณn (la fuga habรญa sido el sรกbado por la noche y ahora era la madrugada del miรฉrcoles, el tiempo que le habrรญa tomado recorrer los ochenta kilรณmetros que separan mi casa del penal del que se fugรณ).

Si en lugar del Chapo hubiera aparecido el presidente de la Repรบblica, que andaba de paseo en Parรญs, o un cantante muy famoso que acababa de morir, eso sรญ que habrรญa violado las leyes de la lรณgica mรกs elemental y yo habrรญa reaccionado a los gritos: “¿¡Pero quรฉ hace usted aquรญ!?” La รบnica contradicciรณn era que hubiera llegado al baรฑito de la sala y no al del cuarto, que es mucho mรกs cรณmodo (como si el Chapo tampoco quisiera despertar a mi mujer).

Revisรฉ de un vistazo el piso de la regadera, no habรญa seรฑales de ningรบn agujero. ¿Por dรณnde se habรญa metido, entonces?

–No deberรญas estar aquรญ –dijo de pronto el Chapo interrumpiendo mis especulaciones, acostumbrado, como todos los hombres poderosos, a que los desajustes de la realidad sean siempre culpa de los demรกs–, ¿quรฉ haces despierto a estas horas?

–Venรญa a orinar –dije, y por un momento pensรฉ que me iba a aplicar la reprimenda aquella de “¿venรญa o viene?”–, ¿sรญ me da chance? (por puro instinto de sobrevivencia me puse a hablarle de usted).

–¿No hay otro baรฑo?

–Sรญ –le contestรฉ–, pero estรก en el cuarto y no quiero despertar a mi esposa.

Se incorporรณ de mala gana, resoplando, y yo me metรญ al baรฑo. Aprovechรฉ el momento en que nuestras barrigas se rozaron (el baรฑo es pequeรฑo, รฉl tuvo que pegarse a la pared y yo al lavabo) para darle un pellizquito en el brazo, cosa de comprobar la calidad de la realidad. Me pareciรณ que era un pellejo bastante verosรญmil. Ademรกs olรญa muy mal, apestaba como puede esperarse de alguien que lleva metido un poco mรกs de tres dรญas debajo de la tierra.

Cerrรณ la puerta sin salir y recargรณ la espalda en la pared para verme orinar.

–Dรฉjame adivinar –dijo, mientras examinaba con curiosidad mis intentos infructuosos de soltar el chisguete–, te quedaste dormido con la tele encendida en las noticias.

Asentรญ con la cabeza mientras miraba el agua hacia la que estaba apuntando.

–¿Y quรฉ dicen de mรญ?

Cerrรฉ los ojos para concentrarme, estaba seguro de que al abrirlos el Chapo ya se habrรญa fugado de mi baรฑo o de la realidad; pero cuando los abrรญ, uno o dos minutos despuรฉs, sin poder orinar (a veces me pasa, como una falsa alarma), ahรญ seguรญa, tan campante, insistiendo en que le contara lo que decรญan en las noticias.

–¿No estรก enterado? –le preguntรฉ, por primera vez detectando un atisbo de inverosimilitud, ¿¡cรณmo no iba a saber!?

–Se me olvidรณ el iPad en la celda –respondiรณ–, ¿vas a mear o no?

–Se me pasaron las ganas.

–Quรฉ sospechoso.

Me hizo una seรฑa para que le dejara libre el escusado, volviรณ a sentarse sobre la tapa y le hice un resumen de las declaraciones, comparecencias, ruedas de prensa, incluyendo la recompensa que habรญa anunciado el gobierno. Por primera vez lo vi sonreรญr. Tenรญa dientes bonitos (lo que hace el dinero).

–¿No estarรกs pensando en delatarme? –preguntรณ, pero sin signos de interrogaciรณn, como pregunta la gente que ya se sabe todas las respuestas.

No lo habรญa pensado, claro, ¿a quรฉ hora? Probรฉ una respuesta:

–Son sesenta millones de pesos, para usted no ha de ser mucha lana, pero yo con eso no vuelvo a trabajar en mi vida.

Quise decirlo como no queriendo, a ver si sacaba algo a cambio, al fin y al cabo รฉl estaba usando mi baรฑo, el baรฑito de la sala, como parte de la infraestructura de su fuga.

–¿Y no has pensado en la posibilidad de que yo sea una alucinaciรณn? El paรญs vive una psicosis social y, no me lo vas a negar, tรบ tampoco estรกs muy equilibrado que digamos.

Por extraรฑo que parezca, esta afirmaciรณn afianzรณ la hipรณtesis de que el Chapo de mi baรฑo era el Chapo real, un Chapo capaz de tener acceso hasta a mi historial psiquiรกtrico.

–La veas por donde la veas –siguiรณ– es una jugada perdedora. Si soy real tรบ cobras la recompensa, pero yo, la prรณxima vez que me fugue, te ajusticio. Con mis propias manos. Y si soy una alucinaciรณn acabas en el manicomio. ¿Cรณmo la ves?

–Mejor me voy a regresar a dormir.

–Muy buena decisiรณn. Te felicito.

Abrรญ la puerta y me dispuse a salir. Pero entonces pensรฉ que no tenรญa nada que perder, asรญ que cerrรฉ la puerta de nuevo, le busquรฉ la mirada, ensayรฉ mi mejor gesto de penuria y le soltรฉ sin vergรผenza:

– ¿No me va a dar mi Navidad?

– Ya te measte encima, compadre.

Era verdad: ahora el torrente irrumpรญa con fuerza, me empapaba la piyama y escurrรญa por mis muslos pleno de tibieza. ~

+ posts

(Guadalajara, 1973) es escritor. Es autor de la novela Fiesta en la madriguera (Anagrama, 2010).


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: