Escucha a la autora:
Al final de la ediciรณn que Libros del Asteroide acaba de lanzar de The turn of the screw, hay una hermosa cita de Juan Ramรณn Jimรฉnez sobre la siempre insatisfecha, interminable, labor del traductor: “Traducir es triste y difรญcil, aunque uno quiera hacerlo y lo haga por gusto propio, porque es irse uno matando a cada paso.” Su lugar al final de esta nueva traducciรณn de la obra maestra de Henry James la hace parecer casi una disculpa por todos los vacรญos y tropezones, las altas y bajas, que puede uno encontrarse en el libro. El cintillo que acompaรฑa a esta ediciรณn promete una experiencia de lectura “como si fuera la primera vez”, gracias a una traducciรณn, “por fin a la altura del original”. “Por fin”, porque segรบn los editores ni Sergio Pitol ni Josรฉ Bianco lo habรญan logrado con sus respectivas versiones, La vuelta de tuerca y Otra vuelta de tuerca. Nada mรกs contradictorio que encontrar un anuncio tan pomposo, mercadotรฉcnico y arrogante, junto con una cita tan humilde, culposa y resignada, para enmarcar el trabajo de Alejandra Devoto, Jackie DeMartino y Carlos Manzano. Porque no solo fueron tres los traductores que estuvieron “matรกndose” a cada paso (en palabras de Jimรฉnez), sino que ademรกs se tardaron diez aรฑos en dicha labor: completar su vuelta en el potro de tortura, el torno, que segรบn ellos es mejor que la tuerca.
En una entrada de su blog Marcapรกginas en el sitio web de Letras Libres, Cristian Vรกzquez comentรณ ampliamente por quรฉ el cambio del tรญtulo –La vuelta del torno– es pretencioso e innecesario. A mรญ sencillamente me suena a una forma de decir que “el otro traductor” se equivocรณ y un regaรฑo para todos los que pensamos que Otra vuelta de tuerca o La vuelta de tuerca eran tรญtulos acertados, eficaces.
Y sin embargo, siempre es bueno darle una oportunidad a las nuevas traducciones, sobre todo cuando insisten en que el trabajo de traducir nunca estรก terminado, en que se puede hacer mรกs por encontrar la voz de un autor extranjero en nuestro idioma. A veces nos encontramos con gratas sorpresas. Hace unos aรฑos comentรฉ la traducciรณn que Ana Rosa Gonzรกlez Matute realizรณ de Canto de mรญ mismo, de Walt Whitman, para Libros Magenta. Mi primer pensamiento fue: “¿Otra traducciรณn? ¿ademรกs de la de Borges?” Despuรฉs de la lectura descubrรญ lo mucho que se equivocaba Borges, lo necesaria que era esta nueva traducciรณn para ser fiel al autor. No ha sido el caso con esta “vuelta del torno”. En mi primera lectura, antes de entrar a la revisiรณn a detalle y comparar este trabajo con los de Pitol y Bianco, notรฉ la absoluta falta de ritmo. La prosa es una mรกquina que avanza con dificultad; eso me hizo pensar en si era pertinente que tres traductores batallaran a un mismo tiempo e intentaran imponer distintas respiraciones a una novela como esta; porque la traducciรณn, como la poesรญa, tiene todo que ver con la respiraciรณn. Lo siguiente que salta a la vista es el desmesurado uso del guion largo, como si no hubiera otro signo de puntuaciรณn en el mundo. Y cuando digo desmesurado me refiero a que se puede abrir cualquier pรกgina al azar y encontrar al menos seis guiones aquรญ y allรก. De ese modo, la lectura se vuelve arrรญtmica y tortuosa desde el inicio.
Vayamos a algunos ejemplos: la versiรณn de Devoto, DeMartino y Manzano habla de “euforia y desรกnimo” donde solo hay flights and drops; Pitol, tal vez demasiado literal, traduce “vuelos y caรญdas”, mientras Bianco acierta con “altos y bajos”. Otra decisiรณn cuestionable es el uso de “corazoncito” (en vez de un “pequeรฑo corazรณn”), que suena tan ridรญculo como “seรฑorito”, diminutivos que acaso los traductores eligieron para dar ese carรกcter sentimental y exagerado a la protagonista, pero que en variadas ocasiones parece un exceso. En la traducciรณn de Libros del Asteroide se dice: “Estรกbamos solos con el dรญa sereno”; en la versiรณn de Bianco, en cambio, se lee: “Estรกbamos solos en el dรญa apacible”; Pitol lo resuelve de este modo: “Estรกbamos solos, el dรญa era apacible”. La preposiciรณn que utiliza James en efecto es with: We were alone with the quiet day. Sin embargo, restituir dicha preposiciรณn no es el mejor criterio: con sus decisiones, Bianco y Pitol hacen mรกs comprensible e inmediata la frase. Colocar de nuevo el “con” provoca una ambigรผedad que entorpece la lectura y da la impresiรณn de ser una errata.
Me habrรญa gustado encontrar en esta ediciรณn un prรณlogo de los traductores para comprender su postura y su criterio, vaya, incluso para saber cรณmo le hacen tres personas para trabajar juntas por diez aรฑos en el mismo proyecto (que resulta ser una novela corta) y no matarse en el intento. Cualquier explicaciรณn que venga de quien realiza este oficio de traidores serรญa mucho mejor que las fanfarronadas de las que echรณ mano la editorial, como decir que el de James es “uno de los textos de la literatura anglosajona cuyas traducciones hasta la fecha han estado mรกs alejadas del original”.
La traducciรณn de Devoto, DeMartino y Manzano tiene sin duda aciertos, pero el precio que pagan es muy alto, en particular cuando sacrifican la regularidad en el criterio y la fluidez de la prosa. Me quedo con la tuerca y no con el torno, con la de Pitol por su maestrรญa rรญtmica aunque sea a veces abiertamente infiel al original, con la de Bianco por dar un paso mรกs en la precisiรณn, pero no con la versiรณn que pretende ser canรณnica sin intentar primero ser legible. ~
Es traductora, guitarrista de Doble vida y autora de los libros Amigo o enemigo y Fรกbulas del edificio de enfrente.