Intercambiador, desconexiรณn,
cintas duras y brutales de los segundos pisos, franjas de asfalto enroscรกndose, anillos, espirales, kilรณmetros y kilรณmetros de autopistas suspendidas en ballenas de concreto, ahรญ voy, subiendo la rampa, acelero, al frente el horizonte anaranjado de niebla tรณxica, a la izquierda la escultura-chimenea-mujer de Macotela cubierta hasta la cintura por enredaderas de edificios, debajo el estrato sublunar con zonas de sombra permanente, acelero, a mi lado un tipo con anteojos oscuros de piloto, guantes de piel, en postura de fรณrmula uno en un Tsuru rojo, pongo un CD con mรบsica de inmersiรณn e inicio mis tรฉcnicas de respiraciรณn circular, aire, aire, intersecciones, plataformas engarzadas sin centro, troceadas, redes ciegas, avisos que no cumplen la promesa de su destino: “aeropuerto 35 minutos”, casetas de pago que prometen destinos venturosos por un impuesto extra que no aparecรญa en las promesas de campaรฑa, engarces omnipolitanos extendiรฉndose sin fin, la ingestiรณn brutal de los segundos pisos, su geometrรญa mastodรณntica.
La ciudad es el medio de los trayectos, el espacio de entrecruzamiento de nuestros trayectos. Los segundos pisos aceleran (es un decir) los desplazamientos, pero suspenden la organicidad de la ciudad. ¿Cรณmo podrรญa desatar los nudos urbanos un dispositivo de suspensiรณn que privilegia el transporte individual? Si tienen algรบn rango de funcionalidad, este es paradรณjico: parece que conectan, pero aรญslan; parece que reducen los tiempos de traslado, pero estrangulan. Ademรกs, la arquitectura de los segundos pisos acentรบa las desigualdades en la ciudad, crea franjas de exclusividad, zonas de aislamiento, tiene repercusiones negativas en el inframundo, en el tejido de las colonias aledaรฑas, y abre una zanja elevada que no podrรก ser rellenada. La imagen de la ciudad-intercambiador reรบne los anhelos de la ciudad moderna, abierta, democrรกtica. Una ciudad interconectada, de libre circulaciรณn y encuentros enriquecedores, de accesos garantizados y de plena ocupaciรณn de los espacios pรบblicos. Las megalรณpolis del presente son el revรฉs de ese proyecto: ciudades reducidas por el trรกnsito de los automรณviles, insostenibles ecolรณgicamente, con espacios pรบblicos disueltos y desconectados, cotos y clusters privados amurallados, situados a algunos kilรณmetros de zonas perdidas de pauperizaciรณn creciente. Ciudades Pรกnico, como dice Paul Virilio, fracturadas y deslocalizadas. Ciudades Control gestionadas desde la administraciรณn del miedo, de la inseguridad, del colapso inminente. “Viene el colapso de la movilidad”, se nos dice, y se construyen los segundos pisos. Es como tratar de apagar el fuego con gasolina. Aun una ciudad construida desde cero, como Sรฃo Paulo, y proyectada para ser transitada en automรณvil, se colapsรณ por el trรกfico. En la ciudad de Mรฉxico hay, por lo menos, 4,700,000 automรณviles: ni con tres pisos de autopistas serรญa posible descongestionarla. La รบnica polรญtica urbana aceptable es desalentar el uso de los autos. La construcciรณn de la lรญnea 12 del Metro, las lรญneas de metrobuses, los corredores cero emisiones, Ecobici, las calles peatonales, van en ese sentido. ¿Cรณmo se conectan esos programas, si no es por una aberraciรณn urbanรญstica, con la construcciรณn de segundos pisos? Se dirรก que es necesario desahogar los sistemas perifรฉricos de circulaciรณn de la ciudad. Eso mismo se argumentรณ cuando se quebrรณ el tejido de las colonias con los ejes viales.
Alguien me dijo: desde arriba se ven muy bellas las jacarandas floreciendo, traerรกs copiloto, cabrรณn, los segundos pisos irradian una atracciรณn abrupta, automovilistas jadeando por alcanzarlos, mirando por el retrovisor, anhelantes, ya dejรฉ atrรกs al fordcito, ese zoopenco va con el celular, rรกpido, mรกs rรกpido, pero los asiduos saben que esos trances de velocidad no duran, ya se atascรณ, ¿por dรณnde bajo?, ¿adรณnde subo?, me concentro en una bifurcaciรณn, hace rato caรญ un bache y perdรญ mi aura de autocontrol, no, los segundos pisos no estรกn sanforizados contra los baches, en largos tramos no tienen raya para dividir los carriles, acelera, sรฉ positivo, vas en la Autobahn, no hay autos amontonรกndose, sรบbele al volumen, ya avanzarรกn, ¿no nos devolvieron el optimismo los segundos pisos?, ¿no nos volvimos todos mรกs aspiracionales?
La libertad de trayectos y de encuentros, la libre ocupaciรณn de los espacios pรบblicos, el anonimato de quien recorre las calles, ¿no significaban el sentido moderno de seguridad urbana? Hoy tenemos una arquitectura mastodรณntica que suspende nuestros trayectos y una microarquitectura que cruza los espacios con cรกmaras de televigilancia, radares y sensores diseรฑados para identificar, monitorear, dar seguimiento, y controlar a la gente. Los polรญticos ofertan colocar mรกs cรกmaras en las calles, en los parques, en los semรกforos, como soluciรณn a la inseguridad. En Londres, la ciudad con mรกs cรกmaras de televigilancia per cรกpita del mundo, los resultados son pobres: apenas si han disminuido los robos de automรณviles. Pero la informaciรณn obtenida sirviรณ para criminalizar las protestas recientes en la ciudad. ¿Hay opciones urbanรญsticas a los segundos pisos? En Corea, por ejemplo, demolieron todo un circuito elevado para recuperar el cauce de un rรญo que atravesaba un polรญgono de la ciudad e intensificaron la construcciรณn de transporte colectivo subterrรกneo. En Mรฉxico permitimos que las periferias de nuestras ciudades crecieran desordenadamente, y ahora no hay soluciones urbanรญsticas que alcancen. Uno de los problemas es que aรบn no desligamos el urbanismo del boato, de los proyectos faraรณnicos y, principalmente, de los negocios que involucran a gobernantes, desarrolladores y constructores. Un presidente municipal quiere que se le recuerde por haber construido un paso elevado que se parece a los de San Antonio, Texas. Un gobernador cambia los planes de desarrollo urbano, y los alinea a sus intereses inmobiliarios. Asรญ, en algunos aรฑos, tendremos dobles pisos interestatales. Quรฉ hazaรฑa. ~
(Aguascalientes, 1963) estudiรณ filosofรญa en la UNAM. En 1983 obtuvo el Premio Nacional de Poesรญa Joven.