Señor director
En medio de la excesiva euforia levantada alrededor del cine nacional, que ha derivado en una mirada complaciente y en la sobrevaloración de no pocos filmes, Amores perros sobresale como una de las obras de mayor calidad en los últimos años, porque muestra una audacia narrativa y un dominio de los elementos del tiempo y el espacio en el uso de su lenguaje expresivo. En este sentido, no comparto la apreciación de Gustavo García sobre la película. Sin embargo,reconozco que expone sus puntos devista con la seriedad y lucidez a las que nos tiene acostumbrados. Esa es la función esencial de un texto crítico: incitar a la polémica, confrontar puntos de vista disímbolos, propiciar la reflexión.
Aspirar a la unanimidad en gustos es imposible, porque la relación entre la pantalla y el espectador es absolutamente individual. Por ello, me causó desconcierto la carta de Patricio Ruffo Healy en la que pretende desaprobar, con argumentos insustanciales y huecos, la crítica de Gustavo García, através de la posición de asumirse como poseedor de la verdad y no aceptar que alguien pueda tener una opinión di-ferente en una cuestión tan subjetivacomo es la apreciación de una pe-lícula. Su postura esconde el rostro de la intolerancia.
Al enfocar sus dardos contra la afirmación del crítico de que Amores perros expone situaciones no verosímiles, el Sr. Ruffo asegura que en el cine no se puede hablar de verosimilitud y hace mención al cineasta Paul Schrader. Pero resulta que confunde verosimilitud con realismo. En español, según la Real Academia, verosimilitud se define como lo "que tiene apariencia de verdadero", lo que es "creíble por no ofrecer carácter de falsedad". Contra lo que afirma el Sr. Ruffo, por supuesto que en el cine no sólo es válido sino necesario hablar de verosimilitud. Como en laliteratura, nos adentramos en la teoría de la percepción. Es fundamental que el espectador se crea lo que ve parasuscitar una compleja gama de emociones y sentimientos o despertar su ca-pacidad de reflexión. De otro modo,si no hay verosimilitud, creamos unabarrera insalvable que hace imposible la identificación y la complicidad con las imágenes.
Por último, ¿de dónde saca el Sr. Ruffo que Ripstein es uno de los cineastas de ritmo más lento del mundo [sic]? No soy de ningún modo partidariode su cine. Se le pueden criticar mu-chos aspectos, pero difícilmente el de la lentitud. –