En la obra de Marlowe, Fausto interroga a Mefistรณfeles y le pregunta cรณmo va a regresar al infierno, de donde supone que ha salido.
โยฟNo sabes dรณnde estรก el infierno? โse sorprende el demonioโ. No, no tengo que regresar, no he salido del infierno, el infierno estรก aquรญ donde estamos tรบ y yo.
El infierno es la tierra. No obstante esta localizaciรณn, es sorprendente la unanimidad en la estimaciรณn de que despuรฉs de la muerte el alma emprende un viaje. Metรกforas espaciales, un viaje, siempre un viaje (pese a que, me parece, no tiene sentido muy claro situar en el espacio lo que no es material). Como sea, el alma siempre vuela o navega a las moradas de ultratumba; no he leรญdo que se desplace, por ejemplo, a lomos de burro inmaterial. Parece mรกs propio que el alma flote o se deslice.
Ciertamente, no todos estรกn de acuerdo sobre la localizaciรณn del infierno. El eminente crรญtico alemรกn Hans Mayer, parte, como Benjamin, del marxismo bueno, antiestalinista, escribe en su tan รบtil e iluminador libro de chismes y comentarios sobre Bert Brecht lo siguiente: โEn uno de los รบltimos poemas que escribiรณ en Hollywood, Brecht transcribe un poema del poeta romรกntico inglรฉs Shelley, que, hacia 1820, habรญa pretendido que la sede del infierno se encontraba en Londres. Brecht corrigiรณ amablemente a su colega y dijo que Londres no era el infierno, que el infierno era Hollywood.โ
Comรบn es la vociferaciรณn contra Hollywood, el gordo W.C. Fields asegurรณ que habรญa sufrido un ataque de delรญrium trรฉmens, pero que, como vivรญa en Hollywood, no se habรญa podido dar cuenta de su estado. Hablamos con encono o resentimiento, pero nos encantan sus pelรญculas y viejos mitos.
Un infierno menor es este en que gime la ciudad de Mรฉxico: ya no queda ninguna librerรญa que expenda libros en francรฉs (un millรณn de tรญtulos por aรฑo se imprimen en esa lengua). Habรญa una deliciosa en Reforma, cerca del Caballito. Tampoco hay ninguna librerรญa, surtida, que expenda libros en inglรฉs; antes se alzaba cerca del Monumento a la Madre la benemรฉrita Librerรญa Britรกnica, de ilustre y gratรญsima memoria. Y ya en plan de queja tampoco hay Asociaciรณn Daniel. El desierto estรก creciendo entre nosotros…
Otra cosa en vez de tanta queja. Escribe Chuang Tzu (14,10): โConfucio, vuelto de su entrevista con Lao Tan, guardรณ silencio tres dรญas enteros. A sus discรญpulos que le preguntaban quรฉ consejos para regular su vida habรญa dado a Lao Tan, les respondiรณ: โhoy he visto al dragรณn enroscarse sobre sรญ y, desplegรกndose, ostentar su magnificencia, montar sobre las nubes y nutrirse de los dos elementos, Yin y Yang. He quedado con la boca abierta y no la puedo cerrar. ยฟQuรฉ consejos o reglas de vida podรญa dar yo a Lao Tan?โโ
Mรกs de dos mil aรฑos despuรฉs, el gran Wittgenstein, joven entonces, fue a ver a Frege, el maestro fundador de la lรณgica moderna; querรญa exponerle sus pensamientos en la materia. A su regreso le preguntaron cรณmo le habรญa ido. โFrege trapeรณ conmigo el pisoโ, respondiรณ escueto Wittgenstein.
Y retรณrica mรกs, retรณrica menos, รฉsta y la china son la misma escena. ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1942) es un escritor, articulista, dramaturgo y acadรฉmico, autor de algunas de las pรกginas mรกs luminosas de la literatura mexicana.