Señor director:
En el último número de Letras Libres (abril de 1999), en la sección especial dedicada a Octavio Paz, Carlos Monsiváis intenta reabrir el diálogo de este poeta con la izquierda. Incluso tratándose de un lector tan asiduo como éste, no deja de sorprenderme una extraña omisión, la cual resulta ya tan común en los comentarios sobre el compromiso político del poeta como para dar lugar a un verdadero malentendido. Me refiero al poema escrito por Paz en ocasión de la matanza en Tlatelolco y enviado, inmediatamente después del 2 de octubre 1968, a la redacción de La Cultura en México desde la India. Que yo sepa, hasta hoy nadie ha llamado la atención sobre el hecho de que la verdadera parte rescatable de este poema desde la izquierda no es una contribución original de Paz sino una cita directa de Marx.
En 1843, anticipando las grandes conmociones que cinco años después sacudieran a toda Europa, Marx intercambia una serie de cartas con Ruge en una correspondencia en la que luego participaría también Bakunin. En estos años el futuro autor del Manifiesto del Partido Comunista está viviendo fuera de su país, pero aún así siente vergüenza nacional por el estado en que se encuentra Alemania. Lo que observa Marx desde Holanda, en este sentido, es perfectamente aplicable a la situación en México que vive Paz, en 1968, desde la distancia en la India (cito la traducción de Wenceslao Roces en el volumen Escritos de juventud de Marx editado por el FCE):
Ha caído el ostentoso manto del liberalismo y el más odioso de los despotismos se ha desnudado ante los ojos del mundo. Es también una revelación, aunque invertida. Es una verdad que, por lo menos, nos enseña a conocer la vaciedad de nuestro patriotismo y el carácter antinatural de nuestro Estado y a encubrir nuestro rostro. Me mirará usted sonriendo, y me preguntará: ¿Y qué salimos ganando con ello? Con la vergüenza solamente no se hace ninguna revolución. A lo que respondo: la vergüenza es ya una revolución; fue realmente el triunfo de la Revolución Francesa sobre el patriotismo alemán, que la derrotó en 1813. La vergüenza es una especie de cólera replegada sobre sí misma. Y si realmente se avergonzara una nación entera, sería como el león que se dispone a dar el salto.En “Intermitencias del Oeste (3)”, poema recogido en el libro Ladera este, Paz traduce las últimas dos frases de este fragmento, indicando claramente su carácter de cita al ponerlas en letras cursivas. Monsiváis simplemente omite esta indicación tipográfica para luego atribuir la cita al poeta mexicano:
Paz, embajador de la India, renuncia ese día al cargo y escribe un poema: “La vergüenza es ira/ Vuelta contra uno mismo:/ si/ una nación entera se avergüenza/ es león que se agazapa/ para saltar”.
Hoy día sería un ejercicio interesante, además de provocador, volver a leer toda esta extraordinaria correspondencia de Marx. Estas cartas deben haber sido lectura predilecta no sólo de Paz, sino también de figuras como José Revueltas o Jacques Lacan. En cuanto a este último, pienso sobre todo en lo que dice sobre el papel de la vergüenza en un contexto revolucionario, en el seminario de 1969-1970, El reverso del psicoanálisis (Paidós, 1992). Revueltas, por ejemplo, usa otra imagen de las cartas de Marx, la de la matanza de los locos, por ejemplo, en varios fragmentos de la reciente reedición José Revueltas y el 68 (UNAM, 1998).
La revelación tanto de las cartas originales como de sus reelaboraciones posteriores consiste, sin duda, en el intento de acercarse en interioridad a la política como un ejercicio del pensamiento con caracteres propios, irreductibles a los aparatos del Estado. Paz, al igual que Lacan o Revueltas, debe haber captado en esta correspondencia el pulso de una política vivida desde la subjetividad, con vergüenza o con tenacidad pero también, como en el caso del poeta mexicano cuya muerte acaba de conmemorarse, con la negra bilis de la melancolía.
No deja de ser curioso que Paz, justo cuando reafirma su afán de libertad en contra de cualquier dogmatismo autoritario, incluyendo los presuntos excesos de la izquierda en aquellos años, encuentre una de sus imágenes más memorables entre los escritos del joven Marx. –