Sr. Enrique Krauze: La revista de abril fue extraordinaria, plena de historia y reflexiones. "El segundo sexo a los cincuenta" resultó apasionante y de indiscutible actualidad. Mi trabajo como médica hace que me ocupe frecuentemente de mujeres jóvenes y maduras afectadas por enfermedades limitantes y que padecen dolor crónico. En este ámbito, la lectura de El segundo sexo transformó mi percepción del humanismo médico hacia las de mi género. Hoy día persiste la escisión entre los mundos de "ellas" y "nosotras", cuando una mujer enferma intentará con todas sus fuerzas no alterar la dinámica familiar ni sus actividades cotidianas, incluso a costa de su salud; la sociedad en general y la familia en particular comprenden escasamente a una madre y/o esposa con una enfermedad crónica. Todavía ahora existen "otras", "ellas", las que son "estúpidamente felices" en condiciones de desventaja y cuya razón primordial para aceptar esa desigualdad es la carencia de autonomía, aparejada a una menor educación formal y a la dependencia económica de sus parejas. Existen también "otras", las que quieren cambiar pero no pueden, o no hacen lo suficiente para lograrlo. En este contexto, es triste que existamos "nosotras", las que hemos tenido acceso a la educación, a la toma de decisiones y a la independencia.
El ensayo de Vivian Gornick hace renacer la esperanza de que algún día "ellas", enfermas o no, disfrutarán de los derechos humanos universales de manera irrestricta y aunque debe caber la tolerancia para aquellas que opten por la subordinación y la dependencia, la elección voluntaria del mundo al que deseamos pertenecer permitirá finalmente que todas seamos parte de un único "nosotras". –