Paradojas de la modernidad

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Señor director:
     En su ensayo "Del mercado al gigantismo", Gabriel Zaid especula brillantemente sobre cómo la utilización de energía fósil barata hizo posible la concentración de grandes masas de personas para trabajar en un solo sitio. En algún punto se aclara que esto es posible porque el combustible y el motor de combustión interna permiten trasladarse con rapidez desde un lugar a otro. Habría que anotar como un dato curioso, paradójico y "gigántico" que en algún momento de este descomunal crecimiento la saturación de los caminos a los sitios de trabajo ha ido disminuyendo la velocidad de traslado. Recién me entero (Discovery Channel dixit) que el promedio de velocidad de tránsito en la ciudad de Nueva York en la época de los carros arrastrados por caballos era de 20 km por hora, mientras que en la actualidad el promedio de traslado general es de ¡diez km por hora!
     En 1997 completé corriendo a pie los 42 km del maratón Lala, en Torreón, lo que me costó tres horas y media, es decir a una velocidad promedio de 12 km por hora utilizando energía biológica pura. O sea, para vivir en Nueva York resultan más eficientes las calorías que los jules. Siguiendo el tema de la producción masiva, es de resaltar que entre las principales causas de ausentismo laboral, y por ende de productividad, se encuentran precisamente los problemas relacionados con la vida en concentraciones humanas, que no exclusivos de ellas, como el alcoholismo y la depresión.
     Como reza el dicho: a la larga, lo barato sale caro. –

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