Robert Bresson

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El estilo es el hombre

Algunos de los críticos comentaron, no sabemos si como elogio o como ataque, que Robert Bresson era un jansenista rigurosamente preocupado con ideas de predestinación y de gracia espiritual. Bresson respondió claramente que si la comparación se establecía más del lado de aquel que prefiere lo clásico a lo barroco, lo directo a lo ornamentado, "la lítote a la hipérbole", como él mismo dijo, estaba de acuerdo con la calificación impuesta, "como un electricista que desnuda sus cables antes de juntarlos, si quiere que la corriente pase".
     Más allá de querer que la comparación incida en el aspecto moral, pensamos que lo hace en lo formal. En Bresson no hay una moral sino más bien una ética que cree en la ausencia de trucos, en la rectitud y, como tal, su estilo se cimienta en la pureza estructural; como lo calificó el poeta Jean Cocteau: "Bresson se expresa cinematográficamente como un poeta con su pluma".
     Este director siempre viajó solo dentro del cine francés. Tal aislamiento se debe a que su estilo es singular e irrepetible. Ningún director francés contemporáneo de Bresson, y esto incluye a todos los grandes movimientos cinematográficos de Francia durante cuarenta años, siguió su estilo; sin embargo, influyó en gran parte de ellos. Es un director al que le quedaría bien el calificativo de auteur. Bresson cree que la película es el tipo de obra que reclama un autor, una escritura. El cineasta escribe sobre la pantalla. Para un autor digno de este nombre, la elección de un estilo se impone, dictado por sus cálculos o por su instinto, pero no por la casualidad. Un estilo puro, lleno de trabajo, y perfectamente instalado en el interior de sus personajes, quienes se caracterizan por sí mismos, no por el director que los presenta; no por el exterior, sino por el interior. Llenos de incertidumbre, sus personajes se continúan. El juego de manos del personaje de Pickpocket sigue al de Condenado a muerte se escapó; la vehemente protesta contra la crueldad de Mouchette se ve recuperada en el Proceso de Juana de Arco. Al mismo tiempo, Bresson nos muestra actores casi inexpresivos, cuyo rostro es estático, casi muerto, y sus relaciones humanas en la misma tesitura. En Bresson no se comprueba la sentencia de Carl Theodor Dreyer: "El interés principal de un hombre: los otros hombres"; el interés principal en Bresson es la voz interna, como bien nos dijo en uno de sus más hermosos aforismos: "El cine es movimiento interior".
     Otro aspecto interesante de su trabajo es el orden visual de sus películas. François Truffaut comentó de Bresson: "Su cine está tan cerca de la pintura como de la fotografía". Si consideramos que Bresson trabajó en ambas actividades antes del cine, lo podemos entender. Sus películas sustituyen la palabra y, en menor grado, el sonido por la imagen casi fija, concentrada desde puntos de vista insustituibles y, a veces, muy extraños. "La pintura me enseñó a hacer, no imágenes hermosas, sino necesarias", dice; y Bresson entiende por necesarias aquellas imágenes que sólo pueden ser vistas por un solo ángulo, por una sola perspectiva, la interna.
     A pesar de su efectiva colaboración con Georges Bernanos, su cine no busca esa gracia espiritual. No obstante sus grandes interpretaciones de novelas como Crimen y castigo en Pickpocket, no podemos hablar de una obra apegada a lo literario. Algunos críticos lo han visto como un filósofo con cámara, pero lo que es realmente es un poeta que busca crear ambientes austeros dentro de un yo oculto, interno. –

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Como escritor, maestro, editor, siempre he sido un gran defensa central. Fanático de la memoria, ama el cine, la música y la cocina de Puebla, el último reducto español en manos de los árabes.


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