Lamentamos que a María Minera [Letras Libres, febrero de 2011] la pintura abstracta le canse y la figurativa le aburra; ella se ha perdido de múltiples experiencias estéticas de la historia del arte. Por tanto, le sugerimos que se abstenga de escribir al respecto y dedique su pluma a otros temas que le produzcan la diversión y relajación que no encuentra al contemplar una pintura, por el solo hecho de ser eso: pintura.
Según la autora, “la pintura aislada” sería una artesanía más, de manera que podría haber junto a ella bienales de macramé, de papel maché y repujado. ¿Dónde estudió Minera?, porque no parece tener idea de la historia de la pintura y menos de la pintura contemporánea. Quizás por eso a ella le parece que un museo nacional no es el espacio adecuado para que expongan los pintores y afirma: “¿No están para eso las casas de la cultura?” Nosotros pensamos que toda expresión artística de calidad es digna de estar no solo en un museo, sino también en casas de cultura, lugares públicos y cualquier otro sitio accesible, porque precisamente el arte no es un lujo, sino una de las necesidades sociales más primordiales.
Pero, ¿qué seriedad cabe en una autora que pasa, de un párrafo en el cual recuerda a Rufino Tamayo siendo designado por David Sylvester como el mejor artista de la Bienal de Venecia de 1950, a la mención del maestro en el párrafo siguiente como: “el señor Tamayo” (textualmente: “porque lo dijo el señor Tamayo”), cuyo legado (que comprende un museo y su magnífico acervo, así como una bienal de pintura) no hay por qué respetar? Los hechos hablan: la bienal se suspendió sin justificación válida alguna, desde hace tiempo el grueso del acervo del museo se encuentra fuera de la vista del público, y cuando se exhibe en el marco de alguna “revisión curatorial” las obras son banalizadas mediante museografías y discursos poco convincentes.
Y ¿no será que la renuncia de Sofía Hernández Chong Cuy a la dirección del museo Tamayo obedeció más bien a intereses personales? Por cierto, la noticia de su incorporación como curadora a la Fundación Phelps Cisneros, hecha por la misma fundación el 10 de diciembre de 2010, se adelantó al anuncio oficial de su salida del museo. Sofía dejó múltiples pendientes y, hasta donde sabemos, no se auditó el resultado de su gestión.
Celebramos la propuesta de Minera de una bienal del tipo de la Bienal de Venecia en nuestro país, aunque el problema es que ella la propone restando y no sumando. ¿Cuál es la dificultad de llevar a cabo la Bienal de Pintura Rufino Tamayo y además una Bienal de la Ciudad de México abierta a variedad de disciplinas artísticas? ¡Ah! creemos entender: el problema es el presupuesto y la infraestructura. El Museo Tamayo y los dineros destinados a la bienal de pintura se podrían usar para “otras cosas”. Es este síndrome del paracaidismo, propio del mercado y no de la escena artística, el que resulta verdaderamente dañino para la cultura y el humanismo en nuestro país. ~