Sr. director:
Sin ser el crítico perfecto, Domínguez Michael, para bien o para mal, es punto de referencia en relación con el quehacer literario de nuestro tiempo. De ahí que muchos esperaran que su tan cuestionada obra fuese totalizadora y canónica, por no decir complaciente. Qué errados estaban los que esperaban leer una variación del Diccionario de escritores mexicanos (ese sí, obra de consulta, referente obligado y, de alguna manera, canónico) publicado por la UNAM. Ojalá que esta polémica, cada vez más rayana en pleito de verdulería, por más sofisticados –sofísticos, a veces– que sean sus argumentos, desemboque en una crítica literaria más rigurosa, productiva (¿hay obras que rivalicen en este momento con la denostada?) e inteligente. Ojalá que los detractores de Domínguez Michael se parezcan un poco más a Nicolás Cabral y un poco menos a Guillermo Samperio. ~
– Federico Ponce
Sr. director:
El ruido no lo han hecho los lectores del Diccionario… sino los detractores de Christopher que no pasaron más allá del índice; en algunos casos, ni del título. Buscar únicamente erudición en un crítico es un error; falta su temperamento crítico. Quizás haya escritores con mejores conocimientos literarios que Christopher. Pero cuántos están dispuestos a jugarse su vida intelectual en el comentario de libros. Muy pocos. Y esos pocos serán los críticos profesionales. ~
– Irad Nieto