Considero necesario un sentido de comunidad. Bien decía Juan Villoro: pertenezco más a mi barrio que a mi país. En un país como el nuestro, que posee distintas aristas culturales, pensar la patria como aspiración implica una primera pregunta: ¿desde dónde? Los nacionalismos en muchos casos pueden presuponer una idea unívoca y cerrada del mundo. Pensemos en el nacionalsocialismo que contemplaba como premisa política la idea de un hombre ideal, lo que implicaría para la Alemania nazi dejar una inmensidad de diversidades culturales marginadas, empezando por los judíos. Es un hecho que debemos apelar a una civitas communis, a una responsabilidad como ciudadanos pero que no encuentren en la nación una manera de expresar una superioridad cultural. La comunidad fortalece al individuo pero a la vez lo restringe. El mundo no pertenece a ninguna nación, ni siquiera al hombre. El drama de la existencia humana se cifra, desde añejos tiempos, en cómo hacer que esas diferencias no nos maten. ~

– Francisco Vallejo