Soldados, no militantes

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Conocรญ a Revueltas en un momento en que ya habรญa sido expulsado del Partido Comunista y habรญa entrado como fundador al Partido Popular, despuรฉs del escรกndalo de Los dรญas terrenales. Cuando Neruda llegรณ a Mรฉxico en 1949 tachรณ a Revueltas de existencialista y reaccionario, palabras de las que se arrepintiรณ muchos aรฑos despuรฉs. En sus รบltimas visitas a Mรฉxico –en 1967– Neruda recibiรณ a Revueltas con grandes abrazos. Fue una reconciliaciรณn muy tardรญa.

Recuerdo que en el Congreso de la Paz, al que asistรญa Neruda, se presentรณ un importante libro sobre la pintura mural. Se hizo una gran fiesta en casa de Enrique Gonzรกlez Martรญnez, a la que asistieron Siqueiros y Rivera. No entablamos amistad cercana con Neruda en ese periodo. Pedro Garfias me contรณ a detalle su enorme disgusto con Neruda por haber perseguido a Revueltas, cosa que no le importรณ a Neruda, quien continuรณ en esa lรญnea. En ese encuentro de 1967 Revueltas le dijo: “Pablo, tรบ eres el mรกs cรฉlebre poeta de Amรฉrica Latina y no puedes callar frente a las enormes monstruosidades que estรกn cometiendo nuestros excamaradas en todo el mundo socialista.” Neruda llorรณ, se conmoviรณ, pero no hizo grandes declaraciones en ese sentido, aunque algunos poemas de aquella etapa son aquellos en los que dice: “Nos engaรฑaron, no estรกbamos enterados.” Lo que sucede es que no querรญan enterarse, como no querรญan enterarse otros camaradas con los que convivimos en el Partido Comunista. Fue el caso de Siqueiros. Mi abuela vivรญa frente a la casa de Siqueiros en la calle Querรฉtaro y con cierta frecuencia Revueltas y yo รญbamos a hablar con รฉl. En uno de esos encuentros notables –estoy hablando de alrededor de 1959, cuando el partido pasaba por una crisis interna y Revueltas y yo estรกbamos a punto de ser expulsados– Revueltas le dijo: “David, como tรบ sabes, Eduardo y yo –que somos los mรกs sensatos, enterados y seguros de nuestro partido– vamos a ser testigos fundamentales para la historia. Por lo tanto te pido que nos cuentes con toda precisiรณn quรฉ sucediรณ con el intento de asesinato de Trotski, hรกblanos de todo ese periodo.” Siqueiros se resistiรณ: “Bueno, Pepe, yo no puedo hablar de estas cosas.” Mรกs de una vez quisimos tratar ese problema con รฉl. Cuando Siqueiros cayรณ en Lecumberri en los aรฑos sesenta, lo visitamos muy a menudo y en una de esas ocasiones Revueltas le dijo: “Maestro, ya sรฉ que usted se ha resistido a hablar del ‘problema Trotski’, pero a mรญ me gustarรญa saber su opiniรณn.” Con su respuesta, Siqueiros le dio la razรณn a Revueltas y a todos los disidentes del marxismo de aquella รฉpoca: “Bueno, es que no รฉramos militantes ni habรญa libertad de opiniรณn, de minorรญas, ni cosa por el estilo. ร‰ramos soldados, habรญa una disciplina vertical como en el ejรฉrcito.” Eso querรญa decir que el centralismo democrรกtico y todas esas ficciones que creรญamos los marxistas de los aรฑos sesenta eran absurdas; lo que habรญa en realidad era una dictadura polรญtica y se actuaba bajo รณrdenes directamente policiacas y militares de la jefatura estaliniana.

Henrique Gonzรกlez Casanova me dijo un dรญa: “Ustedes han andado en cosas muy dramรกticas y graves, pero nunca expusieron la vida.” Y yo le respondรญ: “Habrรญa que discutirlo porque estuvimos en medio de represiones muy violentas. En mi caso pude escapar de una de las รณrdenes de aprehensiรณn que habรญa contra toda la dirigencia. Por pura suerte no acompaรฑรฉ a Revueltas y a Siqueiros en Lecumberri.” ~

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