Alejandro Dumas, padre, sabía que los valientes mosqueteros habrían cambiado veinte años después. Los mosqueteros polacos también han cambiado. Polonia es hoy otro país. De ser una dictadura comunista, se convirtió en una república parlamentaria y un Estado de derecho, donde se respetan todos los derechos humanos.
De ser un país satélite de la Unión Soviética, se transformó en un país independiente, miembro de la OTAN. Fue un país de economía planificada, caracterizado por una penuria permanente y la pobreza; hoy es un país que funciona de acuerdo con los principios de una economía de mercado, orgulloso de su dinámico crecimiento. Sin embargo, los polacos festejan el vigésimo aniversario de la creación del sindicato independiente Solidaridad con un ánimo que dista mucho de ser eufórico.
La revolución del mes de agosto de 1980 engendró dos hijos: Lech Walesa y la democracia polaca. Hace poco, como preludio a las nuevas elecciones presidenciales, Lech Walesa, elhéroe histórico de 1980, Premio Nobel de la Paz y ex presidente de Polonia, y Aleksander Kwasniewski, actual gobernante y ex dirigente del Partido Poscomunista quien eligió aceptar el orden democrático, la unificación con la Unión Europea y la economía de mercado, volvieron a encontrarse ante un tribunal encargado de certificar a los candidatos. Fueron acusados de haber sido agentes secretos de la policía política durante la dictadura comunista.
Comentando esta triste idiotez, el diario polaco GazetaWyborcza escribió: "Imaginemos a Francia justo antes del escrutinio presidencial: nos enteramos de que el tribunal debe decidir si el general De Gaulle, acusado por sus enemigos políticos de colaborar con los nazis, puede o no ser candidato. No, es imposible imaginar esto…" El periódico prosigue: "El presidente en funciones y también candidato a las elecciones presidenciales, quien de acuerdo con los sondeos goza del apoyo del 60% de los ciudadanos, es acusado de haber mentido al declarar que no fue un agente secreto".
"Al mismo tiempo, esto significa que el 60% de los electores no podrán votar por su candidato…" Por suerte para la democracia polaca, los jueces decidieron que no había pruebas de que los dos hombres hubieran sido agentes de la policía secreta; pueden presentarse a los comicios. Pero esas acusaciones dejan un sabor amargo. El vigésimo aniversario de la creación del sindicato Solidaridad fue una fiesta emponzoñada.
Hace veinte años hubo un milagro en Polonia. La rebelión de los obreros provocó una huelga general que paralizó alEstado. Las reivindicaciones económicas hicieron nacer un postulado: la necesidad de sindicatos libres. La huelga en Gdansk, la de los astilleros, fue dirigida por personas vinculadas a la oposición democrática y al Comité de Defensa de los Obreros. Transcurridos unos diez días, en los que el poderintentó en vano romper la huelga, comenzaron las negociaciones en el comité de huelga con los representantes delgobierno comunista. Llegaron a un acuerdo mediante el cual, por primera vez en un Estado comunista, se creó una estructura independiente, el sindicato Solidaridad, que de hecho fue una confederación nacional por la libertad y contra la dictadura comunista.
¿Cómo se pudo lograr esto? La Polonia comunista en 1981 tenía ya una historia muy rica en revueltas sociales. En 1956 hubo una rebelión masiva de los obreros de Poznan. Paralelamente, hubo un movimiento de revuelta en el seno mismo del Partido Comunista, que eliminó a los dirigentes estalinistas y llevó al poder a Wladyslaw Gomulka. Éste a su vez fue reemplazado por Edward Gierek, un comunista sediento de créditos occidentales y de conversaciones con los mandatarios de Europa Occidental. El equipo de Gierek llevaba un tabú en los genes: estabaprohibido disparar contra los obreros; sería un suicidio político.
Cuando estallaron las protestas obreras en junio de 1976, el poder comunista no recurrió al ejército para sofocarlas. Esta prudencia hizo posible la creación y el funcionamiento del Comité de Defensa de los Obreros, una primera institución de la oposición democrática y de la sociedad independiente en ciernes. ElComité de Defensa de los Obreros (KOR) fue perseguido por el poder, pero no eliminado. De este medio nacerían los sindicatos libres.
La política económica del equipo de Gierek fue un desastre. Pero los créditos occidentales tornaron al poder comunista dependiente de los gobiernos occidentales. Gierek quiso ser un interlocutor respetado de Helmut Schmidt y de Valéry Giscard d'Estaing. Y seguían requiriéndose más créditos. El precio que había que pagar era una relativa tolerancia hacia la oposición democrática.
Finalmente, la elección del cardenal Karol Wojtyla comoPapa Juan Pablo II tuvo para Polonia una importancia particular. El singular papel de la Iglesia Católica, un Estadosoberano en un Estado satélite no soberano, tomó otra dimensión. La visita del nuevo Papa a Polonia, en la primavera de 1979, tuvo un impacto que cambió profundamente al país. La gente que aspiraba a la libertad y a la identidad nacional finalmente pudo reunirse. Son las mismas personas que, en agosto de 1980, adornaron las paredes de los astilleros de Gdansk con los retratos del Papa y junto a ellos colgaron las fotografías de los miembros de la oposición democrática que habían sido encarcelados.
Agosto de 1981: la revolución polaca, animada por Solidaridad, elige con realismo la vía del compromiso, de la autolimitación. A diferencia de 1956, la inspiración no provenía delPartido Comunista. También aquí se encuentra la gran diferencia respecto a la "Primavera de Praga" de 1968. Esta revolución no quiso realizar una utopía socialista suplementaria. Recuerdo que en ese tiempo pensé que la cuestión no era construir un socialismo de rostro humano, sino defenderse del comunismo a brazo partido. Polonia nunca fue tan hermosa como en esa época: nunca más, en toda mi vida, he vuelto a ver esa concentración de energía, de desinterés, de nobleza. Fueron 16 meses,alimentados por veinte conflictos con el poder… yculminaron con la proclamación de la ley marcial.
Solidaridad fue un híbrido. Después de la instauración de la ley marcial, encarcelados oreducidos a la clandestinidad, analizamos nuestros errores: ese sindicato que, de hecho, fue un frente de la solidaridad nacional, trajo consigo todas las cualidades y todos los defectos de la sociedad que lo hizo nacer una sociedad que durante cuarenta años vivió alejada de las instituciones democráticas, fuera delcírculo de la cultura política, una sociedad sometida a la mentira sistemática, humillada, rebelde aunque prudente a la vez, una sociedad en la que el honor, la libertad y la solidaridad eran los valores últimos.
Solidaridad fue un movimiento democrático del mundo del trabajo que funcionó en un medio antidemocrático, en las estructuras de un sistema totalitario. No fue fácil. Un poderoso movimiento social, falto de modelo, que se construyó día a día en los conflictos incesantes con el poder y no tuvo un recorrido con señalamientos claros. Fácilmente se dejaba llevar por conflictos sin importancia. Era un movimiento desordenado. Un gigante con pies de acero, pero con manos de yeso. La central, tan poderosa en las fábricas, entre los equipos de obreros, llegaba inerme a la mesa de las negociaciones. Frente a ella tenía a un socio que no sabía hacer más que una cosa: romper la solidaridad social.
37 años había dominado este arte. Era un poder. Estaba en condiciones de quiebra moral y financiera. Sólo el aparato de represión y Solidaridad lo había olvidado estaba completo, ése sí. Al reclamar elecciones democráticas para el Parlamento y para los consejos locales, los activistas de Solidaridad parecían olvidar que ese tipo de reivindicaciones constituye para elpoder un timbre de alarma, el anuncio de un pronto fin. Repitámoslo: Solidaridad nunca exigió que los comunistas dejaran el poder y nunca pidió gobernar. Pero así fue como descifraron las declaraciones del sindicato los apparatchiks del poder. El golpe de Estado del mes de diciembre fue su respuesta.
Solidaridad luchaba por una triple emancipación: ciudadana, nacional y la de los trabajadores. Allí se reunieron tres corrientes de la tradición polaca. Algunos, con las convicciones de laderecha, se incorporaban con el propósito de luchar contra elcomunismo en nombre de la Polonia nacional (no soviética) y católica (no atea). Otros, cuyas convicciones políticas eran deizquierda, acudían para pelear por las empresas dirigidas por los obreros y no por los burócratas comunistas. Por último, los representantes de la intelligentsia democrática se unían a Solidaridad para pelear por la libertad. Esta capacidad de incorporación fue la que dio fuerza a este movimiento a la vez que anunciaba su futura desintegración.
Solidaridad, reducida a la clandestinidad y víctima de la represión, sobrevivió desde diciembre de 1981 hasta febrero de 1989, fecha en la que comenzaron las negociaciones, llamadas de "la mesa redonda". En una situación internacional diferente, en la época de la Perestroika moscovita, surgió en Polonia la oportunidad de una solución negociada, la misma que se habíarevelado con el compromiso histórico de los astilleros en Gdansk en agosto de 1980.
El compromiso de "la mesa redonda" fue el fruto de unadoble debilidad. El poder comunista comprendió que erademasiado débil para acabar con Solidaridad. Por su parte,Solidaridad era demasiado débil para hacerse del poder. Por suerte para Polonia y quizá también para toda Europa, los polacos supieron hablar entre sí y comprenderse. Un gran mérito corresponde a dos hombres que hasta hacía poco seguían siendo enemigos: Lech Walesa, dirigente de Solidaridad, y el general Wojciech Jaruzelski, el dictador, el que había instaurado la ley marcial pero que también había desmantelado la dictaduracomunista. Polonia debe su gratitud a estos dos hombres, sin quienes el compromiso de "la mesa redonda" no habría sido posible. Amargura de la historia polaca: nuestros compatriotas ya no saben brindarles el menor agradecimiento.
No me cabe duda: aquí, en Polonia, comenzó hace veinte años el desmantelamiento del Muro de Berlín. En ese momento el sistema comunista quedó definitivamente deslegitimado por los mosqueteros polacos de los astilleros de Gdansk. Luego, en 1989, por segunda ocasión, esta vez por medio de las negociaciones, se demostró que era posible desmontar una dictadura sin derramamiento de sangre. Fue en Polonia donde se celebraron lasprimeras elecciones en las que se observó el rechazo al comunismo de la nación entera; es Polonia la que ofrece hoy el ejemplo de un país que ha sabido construir buenas relaciones con susvecinos y con sus minorías étnicas.
Sin embargo, veinte años después, los mosqueteros polacos están lejos del triunfalismo, aunque han triunfado. Todo en su vida ha cambiado. Después de pasar años en la clandestinidad o en la cárcel, los disidentes de Solidaridad se han convertido en gente del establishment: ministros, embajadores, diputados. En todas las áreas políticas. Y pese a ello, están amargados. ¿Por qué no saboreamos el champán? Porque nosotros, los mosqueteros polacos, después de veinte años, somos víctimas de nuestrasbiografías heroicas. Hemos olvidado que el mérito llega a su fin cuando comienza a servir a una mala causa. Por esta razón, la sociedad polaca seguramente elegirá a un presidente ex comunista, Aleksander Kwasniewski. Y al oír hablar a Aleksander Kwasniewski, los mosqueteros de Solidaridad deberían sentirse orgullosos, pues este ex comunista habla el idioma de suspropios valores: independencia, democracia parlamentaria,derechos humanos, Unión Europea y economía de mercado. Es un éxito que no esperábamos. Pero es un verdadero éxito. – Traducción de Rossana Reyes