Señor director:
Escribo desde Venezuela y cuando observo lo que Villoro es capaz de hacer con una fotografía [Letras Libres no. 83], cuando termino de leer su excelente novela El Testigo, me embarga una especie de vergüenza ajena por los “distinguidos” miembros del Premio Rómulo Gallegos a quienes Villoro sólo les sirvió para colocarlo en la lista de los oscuros finalistas mientras se premiaba a un escritor español muy menor pero que había hablado bien de la manoseada revolución chavista. En Venezuela hay una legión de lectores clandestinos que reconocen a Villoro como heredero de esa magnífica literatura que es la mexicana. –
Pequeñas felicidades de ‘Intolerancia’
La fábrica de Intolerancia está tejida con hilos finísimos. Para encontrarlos sólo es necesario olvidarse de lo colosal.
Dos décadas de Vuelta
La vida de las publicaciones literarias es en general corta; Vuelta es una excepción: veinte años son muchos años para una revista literaria. Hay otro hecho quizá de mayor peso y…
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La xenofobia es una pasión infame que mezcla racismo probado, complejo de inferioridad probable e inteligencia por probar. Que se convierta en política es triste, y en política cultural grave,…
El cuarto de juegos de Carmen Martín Gaite
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