Voces peligrosas

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Señor director:
Coincido con su análisis sobre la tesis de Huntington, a la cual llamé “Mal de Huntington”. En efecto, ningún político e intelectual mexicano ha hecho reclamos de derechos históricos. Pero hay voceros oficiales y oficiosos, como Juan Hernández y Rafael Fernández de Castro, que son entusiastas promotores de la excepcionalidad mexicana y del multiculturalismo en Estados Unidos. Además, están vinculados con organizaciones irredentistas estadounidenses de corte aztlanista —el nazismo bajo otro nombre—, como La Raza, a las cuales el gobierno mexicano apoya, reconoce y financia.
     En México, la hipérbole y la irresponsabilidad en el discurso son la parte oscura de nuestra vana herencia retórica. No ocurre así aquí en Estados Unidos, donde las declaraciones incendiarias de portavoces e irredentistas subsidiados se aceptan a la vista. Esto ocasiona que personalidades mediáticas —como Lowell Ponte, Mark Krikorian, Victor Davis Hanson y demás gente seria, y muchos amarillistas— se alarmen y alarmen a los demás, y adviertan sobre la ofensiva multiculturalista apoyados en hechos, no en cuitas. Para tomarle la temperatura al problema, lo insto a escuchar en radio, vía internet, los programas de cobertura nacional de los dos primeros, con alcance a millones de radioescuchas. Se puede coincidir o discrepar con Mexifornia de Hanson, pero rebatir su argumentación es más difícil que hacerlo con Huntington en su enrarecido nimbo académico. A diferencia de Huntington, influyente entre miembros del circuito coctelero, Hanson es leído y seguido por un enorme segmento de los oyentes. En la opinión pública estadounidense, el parecer de los intelectuales se toma a chacota, y va más en serio el de pensadores como Hanson.
     El bombo y platillo con que se ha recibido en medios mexicanos el famoso fallo de la Corte de Justicia de La Haya refuerza estas percepciones, y es imposible convencer a los alarmados de que el gobierno mexicano no pretende inmiscuirse en asuntos estadounidenses —como ensaya, sin lograrlo, Jorge G. Castañeda en su torpe artículo del 7 de abril en Reforma. Es imposible convencer porque el gobierno mexicano “sí se inmiscuye en asuntos estadounidenses” por razones de politiquería interna mexicana. Así pues, aunque “ningún político e intelectual mexicano haya hecho reclamos de derechos históricos”, convenza usted de ello al público lector de los encabezados. ~

Felicidades y lo mejor.
— Andrés Lozano

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