¿Alguien lee los libros sobre moda?

El aspecto llamativo de los libros de moda suele evitar que la gente lea con seriedad sus contenidos. Pero Latin American and Latinx fashion design today. ¡Moda hoy! es un libro que aborda con seriedad el lugar de los latinos en la moda.
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En 2023 sucedió un hito dentro de los estudios de moda: una exposición de diseño latinoamericano fue montada en el museo del Fashion Institute of Technology (FIT) de Nueva York. Un año después, el pasado mes de abril, se publicó el libro complementario de la muestra: Latin American and Latinx fashion design today. ¡Moda hoy! Sus editoras, Tanya Meléndez y Melissa Marra-Alvarez, trabajaron durante tres años en el proyecto, desde el planteamiento hasta su publicación; y viajaron por todo el continente para investigar, realizar seminarios, así como rastrear piezas. Ante este esfuerzo monumental, su verdadera proeza radicó en haber posibilitado la existencia de un proyecto que abarcara toda la región; pues, desde la publicación de The Latin American fashion reader de Regina A. Root en 2005, no ha habido otra investigación similar. Sin embargo, las revistas de moda –siguiendo su ethos comercial– se han limitado a publicar notas animando a sus lectores a adquirir el libro, pero, curiosamente, no ha habido mucho diálogo alrededor de las ideas expresadas en él. Lo cual no es raro.

Este es un fenómeno común alrededor de los libros de moda: todos los compran, pero nadie los lee. Al ser una disciplina visual, su peso radica en las imágenes y no en los textos. Lo mismo ocurría en 1672 con la primera revista de moda, Le Mercure Galant; no es un tema reciente, casi se podría decir que es una tradición. Por lo tanto, es natural que un libro que trata sobre moda latinoamericana sea visto apenas como un coffee table book: un libro de gran formato y pasta dura que sirve, principalmente, para adornar salas. En una demostración perfecta de las ideas de McLuhan (el medio es el mensaje), su aspecto llamativo –justo la característica que propicia su venta– evita que la gente se enganche seriamente con sus contenidos, sin importar cuán trascendentes sean.

No obstante, el libro de Meléndez y Marra-Alvarez –con todo y su pasta dura y sus imágenes impresas a cuatro tintas– es un libro serio; un buen libro, incluso. Y se esfuerza bastante por dar esa impresión; quizás, un poco más de lo necesario. Pero hay una buena razón detrás de esto: por años, los estudios de moda han batallado para ser tomados en serio por un ambiente cultural que los ve con escepticismo y condescendencia. En casi todas sus pláticas, Valerie Steele –la erudita que dirige el FIT– dedica unos minutos para hablar sobre cómo la moda ha sido menospreciada por algún personaje importante de la cultura y, tristemente, nunca se queda sin ejemplos.

En el prólogo del libro, dicha problemática se extiende a los diseñadores que “se encuentran fuera del canon por su color de piel […] o su origen en el sur global”. Por “el canon” se entiende la moda de Europa y Estados Unidos, casi sin ninguna mención a los otros continentes. De tal manera, el doble entuerto de la moda latina es justamente eso: ser moda y ser latina. Cuando no se le hace de lado por ser una, se le hace de lado por ser la otra. En la introducción, las editoras citan a la diseñadora peruana Chiara Macchiavello, quien dice: “Latinoamérica tiene este estigma desafortunado cuando se trata de cómo nos ve el mercado global de la moda […], se nos percibe como subdesarrollados y, por eso, la gente a veces aún cuestiona nuestro gusto.”

Con grandes variaciones en sus temáticas, en esencia, las preguntas que plantean los ensayos de este libro son: ¿Cómo nos ve ese “universal” europeo que nos considera un “otro”? ¿Cómo nos vemos nosotros y de qué manera conformamos nuestra imagen a partir de él o a pesar de él? Y ¿qué papel tuvo la moda en esto?

Yo añadiría la pregunta: ¿Por qué nos importa tanto cómo somos vistos? Una posible respuesta: porque es una de las pocas cosas sobre las que podemos tener el control como civiles. Los problemas más urgentes de América Latina, no solo en la moda, tienen que ver más con los gobiernos, la economía y el crimen, que con la percepción que pudieran tener los extranjeros de nosotros. No obstante –y esto constituye una tragedia por sí misma–, uno puede acostumbrarse a esa atmósfera hostil hasta encontrar cómo llevar una vida relativamente cómoda dentro de la dura realidad de nuestras condiciones materiales y objetivas. En cambio, la mirada del “otro”, fluctuante y subjetiva, siempre se nos presenta como un shock, como una incomodidad que nos destempla.

Esto ha causado una dialéctica interesante en los estudios latinoamericanos de la moda, que queda de manifiesto en esta publicación: cierto radicalismo cultural, “descolonizado” pero gregario, no muy lejano al nacionalismo; y otra postura más relajada, de corte cosmopolita y liberal. En medio de las dos posturas, se encuentra William Cruz Bermeo, uno de los colaboradores del libro, quien explica por qué los sistemas de la moda se funden en la tensa interrelación entre códigos exóticos y familiares. De tal manera, el papel que ejerce América Latina –con su cultura siempre rica e intrigante– dentro de la moda euroamericana es mantener esa tensión. Sabiamente, Cruz se abstiene de decirnos si esto es algo bueno o malo.

Todo el siglo pasado, la moda tomó elementos culturales de todos los pueblos, sin importarle demasiado qué significaban, para lograr imágenes hermosas y prendas memorables: puso la belleza al servicio de la belleza. “El ojo tiene que viajar”, la frase célebre de Diana Vreeland, quien fue editora en jefe de Vogue en los sesenta, significa eso, básicamente. Hoy en día, esa acción lleva el nombre de “apropiación cultural”: es mal vista por la academia y representa uno de los debates más intensos que se tienen en esta área.

En parte es así porque se trata de una cuestión irresoluble. Es el debate entre la solemne, aunque monótona, pureza de las culturas excluidas, contra el vigoroso, pero frívolo, amalgamiento de las culturas globalizadas. Es la lucha entre querer y no querer ser visto. Entre querer y no querer igualdad. Es el conflicto, también, de la academia contra el mercado. Ética contra estética. Deseo contra deber. Como bien explica el sociólogo francés Gilles Lipovetsky en su ensayo “La moda es política” de 2020: la moda ha revisado sus procesos para volverlos éticos e inclusivos y así alcanzar cierto “virtuosismo” (y cierta seriedad, también), pero para lograrlo ha usado indistintamente la culpa y la vergüenza.

Por eso es tan difícil aproximarse a la moda desde una perspectiva académica y latinoamericana: por cierta culpa ante sus deseos y la búsqueda por el reconocimiento, que continuamente contradicen ese moralismo virtuoso, pero castrante. El globalismo todo lo funde en una masa gris, y vender los distintivos de una cultura provocará que se licue en una sola cultura burguesa, despojándola de todo carácter singular; pero al mismo tiempo, a falta de una gran economía, nuestra mejor arma para ser tomados –ya ni siquiera en serio– en cuenta, como latinos, es la cultura de nuestra región. Es un deseo paradójico: querer que todos nos admiren, pero que lo hagan sin imitarnos.

Ambas posturas, radicales y moderadas, existen en función a ese ojo extranjero que nos recuerda que América Latina no existe como una isla separada del mundo, sino como parte de él; lo cual representa un gran conflicto y un gran placer. Es decir: amamos su atención; odiamos los términos en que nos la dan.

Pero esa situación no es exclusiva de la moda, ni de la región; es el precio que se paga por formar parte del mundo. Hay una multitud de latinos reconocidos en distintas áreas alrededor del planeta, que lograron dejar una marca en la historia al pensar en términos globales; entendiendo que nuestras particularidades no nos alejan del resto de la humanidad. En todo caso, nos acercan más.

Es probable que sea ahí donde se encuentre el primer paso para lograr una moda que sea tomada “en serio”, y no en un virtuosismo moral e histérico. Quiero pensar también que las ideas que nos llevarán a ese punto, a esa reconciliación entre nuestros anhelos y nuestros deberes, saldrán de América Latina. ~

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es periodista.
Actualmente investiga sobre la historia de
la moda en México


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