Un día de verano

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Mi amigo del alma Miguel Cervantes me escribió en julio de 2015, un año antes de morir:

Querido Guillermo:

¿Conoces alguna versión decente en español del soneto XVIII de Shakespeare? Y por cierto, te pregunto, ¿qué sentido le darías al término fair en dos de los versos del soneto y al adjetivo untrimmed?, que a mí, en el contexto de nature’s changing course, me parece que es “falto de dirección”, como las velas de un barco. Y por último, ¿qué es lo que vive y da vida en el último verso? ¿Podría ser el amor, o estoy totalmente equivocado?

Shall I compare thee to a summer’s day?

Thou art more lovely and more temperate:

Rough winds do shake the darling buds of May,

And summer’s lease hath all too short a date;

Sometime too hot the eye of heaven shines,

And often is his gold complexion dimmed;

And every fair from fair sometime declines,

By chance, or nature’s changing course, untrimmed:

But thy eternal summer shall not fade,

Nor lose possession of that fair thou ow’st,

Nor shall death brag thou wander’st in his shade

When in eternal lines to time thou grow’st:

So long as men can breathe or eyes can see,

So long lives this, and this gives life to thee.

Miguel estaba muy enfermo de cuerpo y maltrecho de espíritu pues Ahmed, su amante de muchos años, que vive en Luxor, no podía venir a acompañarlo. Le contesté:

Querido Miguel:

Es complejo el XVIII y hay cien interpretaciones. Ignoro si hay alguna traducción eficiente (que habría sido solo la de Cernuda, que no la hizo). Aquí el sentido de fair es “hermosura”. To trim one’s sails era en coloquial recoger velamen, es decir, andarse con cuidado, y untrimmed lo contrario. Claro, traducir todo eso resultaría en un verso de veinte palabras. Los que viven para siempre son el amante y (en) el soneto. Me divertí haciéndote esta versión libérrima, “a libro abierto”, como dicen en Francia, y castigada por mi devoción al endecasílabo:

¿Será tu símil un día de verano?

No: más hermoso eres, más estable.

El viento arrasa los brotes de mayo,

es breve su contrato y cesa pronto.

Arde el ojo del cielo en demasía

y después atenúa su faz dorada;

y amaina su belleza, como en todo:

azar, la nueva ruta, lo imprevisto.

Mas tu verano eterno no termina

ni perderás lo hermoso que ya eres;

ni la muerte dirá que te ha opacado

si en mis versos eternos te conviertes.

Mientras existan hombres y lectores

en estos versos vives, que te animan.

Contestó Miguel al día siguiente:

Querido Guillermo:

El trance de salud me ha transformado en un sentimental. Pero de verdad me conmovió tu traducción. Libérrima o no, te la agradezco profundamente. Estoy fascinado con el soneto, al que maniáticamente relaciono con Ahmed.

[Jaime] Moreno Villareal me prometió buscar una que tiene en su biblioteca.

Le respondí:

Querido Miguel:

Quizá Jaime se refiera a la versión de Manuel Mujica Lainez, narrador que me gusta mucho. Quizás conoces su novela Bomarzo (en el jardín seguro que has estado). Veo que es la versión más citada:

¿A un día de verano compararte?

Más hermosura y suavidad posees.

Tiembla el brote de mayo bajo el viento

y el estío no dura casi nada.

A veces demasiado brilla el ojo

solar, y otras su tez de oro se apaga;

toda belleza alguna vez declina,

ajada por la suerte o por el tiempo.

Pero eterno será el verano tuyo.

No perderás la gracia, ni la muerte

se jactará de ensombrecer tus pasos

cuando crezcas en versos inmortales.

Vivirás mientras alguien vea y sienta

y esto pueda vivir y te dé vida.

La de Mujica Lainez desplazó la versión del abundante Luis Astrana Marín, que tradujo todo Shakespeare con este estilo de actuario:

¿Te compararé a un día de primavera? Eres más deleitable y apacible. La violencia de los vientos desgarra los tiernos capullos de mayo, y el arriendo de la primavera vence en fecha demasiado corta.

A veces brilla el sol del cielo con resplandor excesivo, y a menudo disminuye su tinte dorado; toda belleza pierde, tarde o temprano, su belleza, marchita por accidente o por el curso cambiante de la Naturaleza.

Mas nada ajará tu eterna primavera, ni perderás la posesión de tu reconocida hermosura; ni la muerte se jactará de verte errar en su sombra, cuando en versos inmortales se acreciente tu nombre de edad en edad.

Mientras palpiten los corazones o vean los ojos, estos versos serán vivientes y te harán vivir. ~

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Es un escritor, editorialista y académico, especialista en poesía mexicana moderna.


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