Confesiones a un amigo

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Octavio Paz

El trรกfago del mundo. Cartas de Octavio Paz a Jaime Garcรญa Terrรฉs, 1952-1986

Compilaciรณn, prรณlogo y notas de Rafael Vargas

Ciudad de Mรฉxico, FCE, 2017, 194 pp.

 

Quizรก las expresiones que mรกs se reiteran bajo la pluma de Octavio Paz a lo largo de esta correspondencia sean โ€œtengo un proyectoโ€ y โ€œhay que hacer algoโ€ bajo distintas variantes. No solamente cifran la naturaleza del intercambio epistolar con el joven funcionario cultural sino tambiรฉn la vitalidad del poeta quien, lejos de Mรฉxico โ€“entre Parรญs, la India y Estados Unidosโ€“, percibe las fallas, la cobardรญa y las miserias de la vida literaria de su paรญs y traiciona asรญ su impaciencia de contribuir a remediarlas. En su calidad de โ€œdirector de explosiรณn culturalโ€ de la unam, como lo rebautiza Octavio Paz, Jaime Garcรญa Terrรฉs estรก en el banco mรกs prestigiado y es el blanco mรกs pertinente para recibir las peticiones del poeta, casi siempre a favor de terceros, y sus saetas cuando se trata de sus propios libros mal publicados por la Imprenta Universitaria. Es la รฉpoca gloriosa de la Revista de la Universidad, bajo el rectorado de Ignacio Chรกvez, los sesenta precursores de las revueltas del 68.

Octavio Paz aparece aquรญ como un agitador que no teme llamar las cosas por su nombre, trรกtese de la mediocridad, el burocratismo y la resurrecciรณn del nacionalismo provinciano que padece Mรฉxico en esos aรฑos, aunque tambiรฉn da muestras de una ecuanimidad inspirada en la sabidurรญa oriental. En ocasiรณn de una querella con Daniel Cosรญo Villegas a propรณsito del โ€œdespidoโ€ de Luis Cernuda de El Colegio de Mรฉxico, le confรญa a Jaime Garcรญa Terrรฉs: โ€œEn fin, todo esto es sucio y yo me reconozco culpable โ€“no de mentir, sino de haber revuelto la basura sin necesidad…โ€ Reitera sus lamentos acerca de la ausencia de crรญtica en Mรฉxico: โ€œtenemos pocos crรญticos y los pocos que tenemos prefieren no escribir notas. Pero yo creo que es imposible la existencia de una literatura moderna sin un movimiento crรญticoโ€. Es un leitmotiv que volverรก a sonar en las futuras revistas que crearรก en Mรฉxico, cuyo perfil รฉtico adelanta en sus crรญticas puntuales a la Revista de la Universidad, y al que los miembros de la mesa de redacciรณn de Vuelta debemos nuestra integraciรณn al directorio de la revista.

Un tema que aparece con mayor nitidez que en otros epistolarios publicados hasta ahora es su visiรณn de la India, que a veces dista de coincidir con el recuento posterior de Vislumbres de la India. El parloteo diplomรกtico le fastidia sobremanera y los indios que participan en esta zarzuela โ€œson inteligentes pero sin sal, corteses sin cordialidad y todas sus cualidades, que son muchas, no los pueden hacer simpรกticos porque tienen dos defectos que yo no perdono: la hipocresรญa y el puritanismoโ€. En otra carta se refiere a Delhi como su โ€œjardรญn infernalโ€ y, al mismo tiempo, no carece de humor cuando le escribe a โ€œJaime el Libertadorโ€ que sobre la tumba del poeta Abdullah Ansari, un mรญstico sufรญ enterrado cerca de Herat, โ€œhay un รกrbol medio seco, cubierto de clavos: los devotos los clavan para curarse del dolor de muelas. (Despuรฉs de esta transformaciรณn de la poesรญa mรญstica en magia dental, no te extraรฑe un dรญa ver las tumbas de Lenin o Descartes convertidas en expendios de afrodisรญacos.)โ€. La religiรณn le horroriza y le fascina a un tiempo. Advierte que la fiesta y la comuniรณn popular que caracterizan los ritos hindรบes estรกn definitivamente perdidas para los modernos que solo aceptan una religiรณn interior, casi protestante.

La India y Mรฉxico comparten tantas similitudes que a ratos, bajo la pluma de Octavio Paz, se borran las diferencias entre ambos paรญses. Hay ocasiones en que no se sabe de cuรกl estรก hablando cuando afirma: โ€œEste paรญs no cesa de intrigarme: su hipocresรญa, su ruptura con un pasado realmente ilustre, la arrogancia de la gente que gobierna y tiene dinero, el falso nacionalismo, la increรญble dulzura del pueblo, la danza y la mรบsica popular, el puritanismo y el libertinaje, todo es contradictorio. Vivimos aquรญ sobre un inmenso montรณn de ruinas, algunas bellรญsimas, y sobre sus cascajos venerables se pretende erigir una ciudad industrial.โ€ En verdad, ยฟse referirรก a la India o a Mรฉxico?

En 1966 acepta una invitaciรณn a la Universidad de Cornell para pasar cuatro meses como escritor en residencia y, tal vez, para descansar asรญ de esta India que se parece demasiado a Mรฉxico. Le comunica a su amigo Jaime el contraste que descubre en el nuevo paisaje de Ithaca: โ€œNieve, leche, falta de criados, televisiรณn, libros, revistas, crรญtica, crรญtica, crรญtica, botones elรฉctricos, profesores, estudiantes (de los tres, los cuatro, los seis sexos), tiendas hermosas como el Nirvana โ€“y una extraรฑa ausencia de animales.โ€ La retahรญla hace eco a la enumeraciรณn caรณtica que abre el recuento de su primer dรญa en Bombay en Vislumbres de la India. Y a propรณsito del caos mayรบsculo de aquel paรญs, confiesa: โ€œDesde que lleguรฉ a la India, sentรญ una suerte de orgullo irracional por la eficiencia, disciplina y otras virtudes mexicanas. Mรฉxico puede ser caรณtico; este es un pantano…โ€

Dos episodios sorprenderรกn a quienes siguen denostรกndolo por pecados que no cometiรณ. Pienso primero en su defensa de la candidatura de Juan Rulfo a la primera ediciรณn del Premio Internacional de Literatura, convocado por Carlos Barral en 1961, en Formentor, Mallorca. โ€œRulfo obtuvo votos norteamericanos, alemanes y el nuestro. Ojalรก que Rulfo continuase escribiendo. Su obra es vista con gran interรฉs en muchos sitios y por la gente mejor.โ€ Y, en 1965, su indignaciรณn frente a la invasiรณn estadounidense en Santo Domingo: โ€œLa prensa anuncia la nueva tropelรญa yanqui en Santo Domingo. Espero que esto despierte a los latinoamericanos. ยกQuรฉ infamia!โ€

Disponer de una sola vertiente de la correspondencia nos priva de una virtud tan defendida por Octavio Paz en su vida: el diรกlogo. Se echan de menos las respuestas de Jaime Garcรญa Terrรฉs a las solicitudes y las confesiones de su amigo y, por lo demรกs, hace aparecer errรณneamente a Octavio Paz como un irremediable monologante. Gracias al tesรณn de Rafael Vargas, autor de un puntual prรณlogo y de una gran cantidad de preclaras notas, tenemos una idea del tenor de los intercambios entre los dos, sobre todo cuando no estaban de acuerdo, como fue el caso a propรณsito del libro Poesรญa y alquimia. Los tres mundos de Gilberto Owen, firmado por Jaime Garcรญa Terrรฉs en 1980. La inclusiรณn de los argumentos de uno y otro, a los que se mezclan los de Aurelio Asiain como tercero en discordia, dan una temperatura mรกs exacta de lo que pudo haber sido el diรกlogo de dรฉcadas entre los dos poetas.

No recuerdo haber leรญdo en otras partes una descripciรณn mรกs inspirada de la amistad que la escrita por Octavio Paz a Jaime Garcรญa Terrรฉs, en un juego parรณdico de un poema del chino Tu Fu. Como el infernal jardรญn de la Ciudad de Mรฉxico, โ€œun hormiguero que nos ha convertido a todos en reclusosโ€ y desalienta los encuentros frecuentes entre los amigos, estamos condenados a practicar la amistad por telรฉfono o correos electrรณnicos, cuando no por llana telepatรญa. Pero, escribe Octavio Paz a Garcรญa Terrรฉs: โ€œDurante nuestros raros encuentros conversamos y bebemos, no en copas de jade o de cuernos de rinoceronte como los cortesanos chinos, sino en vasos de vidrio. Tenemos opiniones distintas sobre la naturaleza del Cielo y sobre la marcha incierta de los hombres sobre la Tierra pero nos gustan los mismos poetas. Esto es bastante. Hablamos de las diez mil cosas que han hecho este universo y de algunas de las que forman los otros. Bebemos sin emborracharnos, salvo de palabras.โ€ ยฟNo es esta la mejor descripciรณn de la mejor manera de amistad? ~

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