Confidentes subversivos

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El mundo de las letras perdiรณ en mayo a dos agitadores ilustres, Philip Roth y Tom Wolfe, que en los aรฑos sesenta, cuando la revoluciรณn juvenil buscaba implantar una civilizaciรณn fundada en la fraternidad y el placer, abolieron las respetuosas distancias con el lector, una regla de urbanidad literaria que constreรฑรญa el horizonte de la novela intimista y las tรฉcnicas narrativas del periodismo. En el excelente programa radial Fresh Air de la cadena National Public Radio, Terry Gross ha difundido entrevistas con ambos escritores, grabadas en distintas รฉpocas, que revelan un asombroso paralelismo en su evoluciรณn hacia el empleo subversivo del relato confidencial.

A principios de los sesenta, Roth intentaba escapar de la formalidad acartonada que percibรญa en las novelas escritas por sus contemporรกneos. Las consideraciones debidas a la moral pรบblica lo inhibรญan para tratar los conflictos รญntimos que mรกs le importaban. Para vencer el pรกnico escรฉnico se le ocurriรณ escribir un largo monรณlogo en el que su alter ego, Alex Portnoy, confiesa a un psiquiatra mudo la tremenda carga de culpa y vergรผenza que arrastra desde la adolescencia, cuando la masturbaciรณn compulsiva lo convirtiรณ en la oveja negra de una familia judรญa donde el sentido melodramรกtico de la vida convertรญa la menor trasgresiรณn en un pecado mortal. El humor parรณdico de los monรณlogos exhibe los estragos que ese mundo pacato y neurรณtico provoca en la salud mental de un adolescente con espรญritu crรญtico. La indiscreta confidencia de Roth se transformรณ en un potente altavoz, pues millones de lectores se reconocieron en las angustias tragicรณmicas de Alex.

En una entrevista grabada en los ochenta, Tom Wolfe cuenta que al inicio de su carrera, cuando buscaba escapar del tono neutral y objetivo impuesto a los reporteros de la รฉpoca por los manuales de periodismo, habรญa comenzado a emplear en sus reportajes las tรฉcnicas narrativas de la novela y el cuento. En 1965, la revista Esquire le pidiรณ un reportaje sobre la moda californiana de modificar autos para convertirlos en exรณticas piezas de colecciรณn. Viajรณ a Los รngeles a ver el desfile de coches, pero de vuelta en Nueva York padeciรณ un bloqueo creativo. Su editor le pidiรณ que redactara una serie de notas para que otro escritor les diera forma de reportaje. Como el sustituto era un joven de su edad, Wolfe las redactรณ con el desaliรฑo propio de un apunte escolar. Logrรณ asรญ escribir un involuntario monรณlogo interior con un desparpajo que jamรกs habrรญa alcanzado si hubiera tenido en mente a los lectores de la revista. El editor publicรณ las notas deshilvanadas sin modificar una coma, y mรกs tarde fueron la pieza central de su primer libro, The kandy-kolored tangerine-flake streamline baby.

La atmรณsfera cultural de la รฉpoca explica la similitud entre ambas bรบsquedas literarias, pues sin duda predispuso a los lectores en favor de la sinceridad, incluso cuando rayaba en la burla cruel. Ambos escritores tutearon al pรบblico en vez de tratarlo de usted, a sabiendas de que esa licencia no iba a generar repulsa, por lo menos entre los jรณvenes. En el caso de Roth, la apuesta de intimar con el lector le permitiรณ explorar conflictos que la nociรณn de buen gusto excluรญa de la alta literatura. La novela cumple una funciรณn catรกrtica cuando aborda temas de los que nadie quiere hablar y una de las grandes aportaciones de Roth fue exhibir la ridiculez de una moral pequeรฑoburguesa que pretende obligarnos a vivir como si el cuerpo no existiera. Probablemente ningรบn otro escritor habรญa referido con tal desfachatez detalles escatolรณgicos, pero esos detalles que horrorizarรญan a un escritor preciosista configuran para bien o para mal la personalidad humana, y la literatura no podรญa pasarlos por alto.

El legado de Roth y Wolfe consistiรณ en proponer a sus lectores algo parecido al โ€œacuerdo de confidencialidadโ€ que firman las dos partes de un convenio. En el caso de Wolfe ese acuerdo fue estilรญstico, en el de Roth, un pacto de complicidad irรณnica. El atrevimiento de hablarle al lector como si fuera un compaรฑero de banca o un terapeuta propiciรณ una eclosiรณn de literatura nudista que se ha mantenido en pie pese a las mudanzas del gusto, pues quizรก todo lector anda en busca de un confidente lรบcido que se permite hablarnos como si pensara en voz alta.~

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(ciudad de Mรฉxico, 1959) es narrador y ensayista. Alfaguara acaba de publicar su novela mรกs reciente, El vendedor de silencio.ย 


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