Me llamo cuerpo que no estรก. Poesรญa completa reรบne cinco tรญtulos escritos en una dรฉcada, de 2005 a 2015: Los textos del yo (FCE, 2005), La muerte me da por Anne-Marie Bianco (Bonobos, 2007), El disco de Newton. Diez ensayos sobre el color (UNAM/Bonobos, 2011), Viriditas (Mantis Editores, 2011) y La imaginaciรณn pรบblica (Conaculta, 2015). Cinco libros donde hay cambios formales pero ninguno es mejor que el otro. Las variaciones entre ellos se rigen por una misma vocaciรณn de literatura crรญtica.
Cristina Rivera Garza (Matamoros, 1964) es una poeta tardรญa. Su primer libro en este gรฉnero, Los textos del yo, se publicรณ cuando ella tenรญa 41 aรฑos. Poesรญa tardรญa, en efecto, aunque los poemas que componen ese primer libro no son primerizos. Al contrario, nacen con una indiscutible conciencia de sรญ mismos tanto en tรฉrminos formales como de contenido. Comparados con sus textos mรกs recientes, no hay desarrollo en el sentido de perfeccionamiento de una destreza. Existen, eso sรญ, experimentos mรบltiples con el lenguaje; sus normas, usos y contextos.
En Los textos del yo abundan los versos tradicionales en el sentido mรกs poรฉtico del tรฉrmino, caracterรญstica menos visible en La imaginaciรณn pรบblica. Aquรญ la potencia expresiva corre a cargo no tanto del texto como de lo que estรก fuera, en el discurso alrededor de รฉl. Literatura posautรณnoma, los poemas crean sentido no por sรญ mismos (quรฉ es eso) sino por su contexto. A Rivera Garza tanto como a sus comentaristas les gusta definirse a partir no solo de la renuncia sino de la denuncia de la tradicional autonomรญa de la literatura y el arte. Gracias a esa denuncia se comprometen con el presente. En sus propias palabras, โcreanโ presente. Quรฉ importa entonces si La imaginaciรณn pรบblica actualiza el sketch de un dadaรญsmo ancestral, aquel nihilismo histriรณnico de Tzara cuya receta โde cรณdigo abierto para que cualquiera mecanice la โmagiaโ de la poesรญaโ quedรณ expuesta en Pour faire un poรจme dadaรฏste (1916). Desde luego, ese primer gesto antisistema pecaba de irresponsable en la medida en que su desafiante majaderรญa se consumรญa (anulaba) a sรญ misma. De ahรญ lo rescatarรญan autores como Louis Aragon, quien le dio sentido al disparate mediante la habilitaciรณn de lโart engagรฉ, un servicio o una servidumbre obligada por el contexto. Aragon creaba presente.
Vanguardia que no es vanguardia, sus desviaciones y โdesapropiacionesโ no son solo naturales sino indispensables en quien se autoconcibe experimental, alguien para quien la experimentaciรณn no es sinรณnimo de evoluciรณn, es decir, de cambio en la espiral ascendente del progreso (hoy fea palabra) sino del zeitgeist de la resistencia. Y no es porque el emoji supere al haikรบ del mismo modo que el gremio de la โteorรญa crรญticaโ a una izquierda tradicional marxista โaรบn eurocรฉntrica y colonialistaโ, pero la experimentaciรณn puede ser, por quรฉ no, el equivalente cultural de la acciรณn y en esa medida una forma de emancipaciรณn. ยฟQuiรฉn se opone a eso?
ยฟCรณmo oponerse a su legitimidad si esta literatura que no es literatura se plantea desde la exclusiรณn? Por supuesto, la exclusiรณn entendida en su condiciรณn mรกs amplia posible: se niega estatus de literario a todo aquello que, en realidad, ha sido excluido de la sociedad y de la Historia. Por supuesto, aquรญ el sรญmil es mรกs que un tropo, una figura literaria: es una realidad. De modo que los negados de todo orden escriben sobre cosas tambiรฉn excluidas. Sin embargo, cuando esa literatura excluida toma conciencia de sรญ misma rechaza a quien la niega como un simple acto de sobrevivencia. Crea su propio presente y sirve a ese presente: estรก al servicio de ese presente y no de la โliteraturaโ. Literatura que no es literatura sino presente vivo y doloroso.
La fรณrmula es meramente instrumental y de autoconsumo porque para los profanos suena a cualquier cosa menos literatura โcreadora de presenteโ. En efecto, a las pocas pรกginas de lectura cualquiera advierte que ese discurso ya lo leรญmos. No hay nada presente mรกs que su propia reproducciรณn, que se reinicia segรบn las coyunturas de la denuncia pero que, aparte de eso, se mantiene idรฉntico a sรญ mismo.
A diferencia de las vanguardias histรณricas, esta ola posautรณnoma no viene de los mรกrgenes ni de abajo, curiosamente. Se procesa y distribuye desde instituciones de รฉlite particularmente universitarias y culturales en general. Todas forman parte de una guerra cultural. Para ellas no hay contradicciรณn entre denunciar la violencia estructural, sistรฉmica, y formar parte de las instituciones de รฉlite que componen esa estructura.
Cyril Connolly decรญa sobre su alter ego, Palinuro: โLe gustarรญa haber escrito Les Fleurs du mal o la Saison en Enfer sin ser Rimbaud ni Baudelaire, sin su sufrimiento intelectual y sin estar enfermo ni ser pobre.โ Contexto de esas obras: el vicio y el placer, las drogas y el alcohol, la prostituciรณn propia y ajena, el hambre y la mendicidad, las cantinas, los prostรญbulos, los parques, las calles y los bajo puentes, los hospitales pรบblicos, los dispensarios y refugios para indigentes, aventureros y demรกs homeless. Baudelaire muriรณ afรกsico y sifilรญtico. Rimbaud en un hospital para pobres, mutilado de ambas piernas. De esta primera modernidad las vanguardias histรณricas tomarรญan el espรญritu de revuelta para volverlo contra sรญ mismas aunque, a la postre, se trataba de una oficializaciรณn de la insurgencia desde los mรกrgenes.
En los poemas de Me llamo cuerpo que no estรก el dolor es una presencia ineludible que recorre de la primera a la รบltima de sus pรกginas. Literal y concreto en Los textos del yo, dedicados a la enfermedad de la madre o en las alusiones a su hermana, vรญctima de feminicidio en 1990. Conceptual y paulatinamente retรณrico en los poemas apรณcrifos de Anne-Marie Bianco, El disco de Newton, Viriditas o La imaginaciรณn pรบblica. El cuerpo es la representaciรณn directa de ese dolor. Me llamo cuerpo que no estรก remite a una realidad brutal en nuestro paรญs, la de los desaparecidos. Cuerpos asesinados, torturados y mutilados en cifras que al tรฉrmino de este sexenio rondarรกn los 200 mil. Una realidad que Cristina Rivera Garza no solo conoce sino que ha vivido trรกgicamente. Por lo mismo es desconcertante el desplazamiento de esta realidad atroz a la afectaciรณn retรณrica en la que suelen extraviarse este tipo de abstracciones: ยฟla fragmentaciรณn sintรกctica es el equivalente textual de un cuerpo mutilado? El discurso pierde su verdadero significado transformรกndose en simulacro de sรญ mismo.
Esta afectaciรณn retรณrica es caracterรญstica de una expresiรณn que ha cobrado relevancia hasta erigirse en la corriente principal de la literatura y la cultura en el nuevo siglo. Una afectaciรณn que solo vuelve mรกs evidente sus despropรณsitos. Denuncian una realidad y acaban en una burbuja. Asรญ, los que creyeron que la web abrirรญa al fin dimensiones inรฉditas de la libertad propicias para la experimentaciรณn del arte, la literatura y la poesรญa y, al cabo, volvieron al soporte tradicional de la ediciรณn impresa. Montados sobre el frenesรญ post, trans, ur, neo, inter, multi, hiper, etc., todo parece nuevo, una ruptura final con lo ya visto aunque ahora advertimos que lo รบnico nuevo es que todo envejece mรกs rรกpido: nada mรกs caduco que cualquier prefijo radical aparecido en las primeras dos dรฉcadas del siglo. Por ejemplo, la pospoesรญa envejeciรณ mal y sรบbitamente: al final su insurrecciรณn ha acompaรฑado la regresiรณn generalizada. Lasย literaturas crรญticasย junto con sus soportes ideolรณgicos, las teorรญas crรญticas, crean presente pero ese presente suele resultar demasiado visto, neosetentero. Tras el anuncio del poscapitalismo, el neopopulismo lo engullรณ todo. Mรกs aรบn: toda esa subversiรณn alcanzรณ su nivel mรกximo cuando se convirtiรณ en materia de currรญculo, vanguardias de laboratorio o de salรณn. La rebeliรณn de los sesenta y setenta vuelve a su nicho original. Poesรญa de campus. ~
(ciudad de Mรฉxico, 1963) es poeta, ensayista y editor. Actualmente es editor-in-chief de la revista bilingรผe Literal: Latin American Voices.