De una mujer en una tierra distante

Aร‘ADIR A FAVORITOS
ClosePlease loginn

 

1

En este paรญs no enterramos a los muertos. Los encerramos como muรฑecas en cajas de cristal y los colocamos en nuestras casas.

Las personas, especialmente las mรกs cultas, de familias antiguas, viven rodeadas de multitudes de muertos dignos. Nuestras salas de estar y los salones, incluso nuestros comedores y nuestras habitaciones, estรกn llenos de nuestros antepasados en vitrinas. Cuando las habitaciones se llenan demasiado, usamos las cajas como muebles.

Donde yace mi bisabuela de veinticinco aรฑos, hermosa y enterrada bajo las flores, alineamos los tazones de la sopa nocturna.

2

No cantamos a coro. Cuando cuatro personas se reรบnen, tejemos cuatro melodรญas diferentes. Esto es lo que llamamos una relaciรณn. Tales encuentros son siempre una especie de enredo. Cuando estos enredos se sueltan, nos dispersamos en cuatro direcciones, a veces con alivio, a veces avergonzados.

3

Escribรญ que nos dispersamos en cuatro direcciones, pero no quise decir que simplemente volvemos a casa, alejรกndonos unos de otros como rayos de luz irradiados desde una sola fuente.

Cuando ya no hay necesidad de vernos, nos dispersamos en cuatro direcciones diferentes, pero ninguno de nosotros quiebra nunca el horizonte con sus huellas.

Debido a que las personas tienen miedo de que sus pies abandonen la tierra, damos la vuelta un paso antes de llegar al horizonte. Asรญ, despuรฉs de treinta aรฑos, esas caras que deseรกbamos ver ya nunca mรกs entrarรกn en nuestros campos de visiรณn.

4

En este paรญs, todos temen al mediodรญa. Durante el dรญa, los muertos estรกn demasiado muertos. Baรฑada por la fuerte visiรณn del sol, nuestra piel se eriza y nos estremecemos.

Cuando las noches, vastas y sordas, vastas y ciegas, descienden con un tamaรฑo lo bastante grande como para llenar las distancias entre nosotros, nos quitamos los corsรฉs y respiramos con alivio. Cuando se acuestan a dormir en el fondo de la oscuridad, parecen casi tan contentos como los muertos que nos rodean.

5

La vista de hojas tiernas nos asusta. ยฟQuiรฉn puede decir que esos pequeรฑos brotes que levantan sus rostros sobre las ramas no son nuestros propios pezones? ยฟQuiรฉn puede decir que las suaves y dobles hojas de hierba que se extienden desde la tierra hรบmeda no son los labios ligeramente abiertos de un niรฑo?

6

En primavera, cuando el verde comienza a invadir nuestro mundo, no hay lugar para refugiarnos afuera, por lo que nos escondemos en los rincones mรกs profundos y oscuros de nuestras casas. A veces estiramos el cuello desde nuestro escondite, entre nuestros hermanos muertos, y contemplamos el hemisferio verde que se hincha en un instante ante nuestros ojos. A la mayorรญa, nos atormentan unas dรฉcimas de fiebre; vivimos con termรณmetros bajo nuestros brazos.

ยฟSabes lo que significa ser mujer, especialmente ser mujer en este paรญs, durante esta primavera?

Cuando tenรญa quince aรฑos, convertirme en mujer me daba miedo. Cuando tenรญa dieciocho aรฑos, ser mujer me parecรญa algo repugnante. Ahora, ยฟcuรกntos aรฑos tengo? Me he convertido demasiado en una mujer. Ya no puedo volver a ser humana; esa รฉpoca se ha ido para siempre. Mi cabeza es pequeรฑa, mi cuello largo, y mi cabello terriblemente pesado.

7

Podemos sonreรญr muy bien. Nuestras sonrisas son tan afables que parecen reales. Sin embargo, si por casualidad no logramos sonreรญr, caemos en un estado terrible. Nuestras mandรญbulas se aflojan y nuestros rostros se desintegran en muchos pedazos.

Cuando esto sucede, nos cubrimos la cara con nuestros paรฑuelos y nos retiramos. Encerrados a solas en una habitaciรณn, esperamos en silencio hasta que vuelva nuestra mueca natural.

8

Durante nuestras comidas, a veces un insecto negro y brillante se lanza en diagonal sobre la mesa. La gente sabe perfectamente de dรณnde viene este insecto gigante. Cuando se desliza entre la ensalada y la barra de pan, la gente se queda en silencio por un momento, luego continรบa como si nada.

Ese insecto tan conocido no tiene nombre. Es porque nadie se ha atrevido a hablar de eso.

9

Tres veces al dรญa, todos los grandes edificios hacen sonar las sirenas. Las escuelas primarias, los teatros e incluso las estaciones de policรญa sueltan un largo gemido, como el de una bestia encadenada todo el dรญa que sufre de un terrible tedio.

No importa en quรฉ parte de este paรญs uno se encuentre, no se puede escapar de este sonido; ni siquiera si estรกs enamorada, ni siquiera si se estรก asomado a las profundidades de un telescopio.

Sรญ, hay muchos telescopios en este paรญs. Siempre hay un esplรฉndido telescopio en los principales cruces de la ciudad. A la gente de aquรญ le gusta ver cosas fuera de su propio paรญs. Todos los dรญas, muchas personas, mientras miran a travรฉs de la lente de uno de estos telescopios, mueren atropelladas por los autos.

10

Cuando el tenue aroma de la marea flota sobre el viento en la ciudad, la gente recuerda que este paรญs tambiรฉn tiene mar. Sin embargo, ese mar no estรก ahรญ para que podamos navegar, sino para encerrarnos. Las olas no estรกn allรญ para llevarnos; ellas siguen con su movimiento eterno, asรญ que nos resignamos.

Como olas que se encrespan, suspiramos profundamente. Bostezamos, arqueรกndonos hacia atrรกs y bajamos, abatidas, nuestras cabezas. Nos derrumbamos en el suelo, extendiendo nuestras faldas sobre las dunas…

11

Ignorantes de todo esto, los barcos comerciales cargados de productos desconocidos atracan en el puerto. La gente habla en idiomas desconocidos; rostros desconocidos aparecen y desaparecen. Ah, ยฟcuรกntas veces he cerrado los ojos y me he tapado los oรญdos para evitar el sonido de las sirenas mientras despedรญa a mi corazรณn desde el puerto a bordo de uno de esos barcos? ~

Versiรณn del japonรฉs de Ernesto Hernรกndez Busto y Megumi Kubo.

Tada Chimako (ๅคš็”ฐๆ™บๆบ€ๅญ, 1930-2003) es una de las grandes poetas contemporรกneas de Japรณn, y una casi absoluta desconocida en espaรฑol, idioma en el que no existen libros suyos. Publicรณ mรกs de quince tรญtulos, ganรณ en vida algunos de los premios mรกs im- portantes de su paรญs, y falleciรณ de cรกncer, negรกndose a recibir tratamiento.

En Japรณn tambiรฉn es famosa como traductora โ€“del inglรฉs y del francรฉsโ€“. Tradujo a Marguerite Yourcenar, Saint-John Perse, el Heliogรกbalo de Artaud, Yo, Claudio de Robert Graves…

Su trabajo poรฉtico, que a menudo incluye referencias a la literatura clรกsica griega y latina, tanto como a la china y la japonesa, pivota sobre la psicologรญa femenina, tanto en la mitologรญa como en el mundo moderno. Publicรณ tambiรฉn varios ensayos sobre teorรญa cultural, pensamiento antiguo y mitologรญa.

Este poema, incluido en su segundo libro, Tลgijo (tรฉrmino que designa la arena de las peleas de gladiadores), de 1960, tiene que ver con su vida en la ciudad costera de Kobe.

+ posts

Tada Chimako ( ๅคš็”ฐๆ™บๆบ€ๅญ, 1930-2003) es una de las grandes poetas contemporรกneas de Japรณn, y una casi absoluta desconocida en espaรฑol, idioma en el que no existen libros suyos. Publicรณ mรกs de quince tรญtulos, ganรณ en vida algunos de los premios mรกs importantes de su paรญs, y falleciรณ de cรกncer, negรกndose a recibir tratamiento,
En Japรณn tambiรฉn es famosa como traductora โ€“del inglรฉs y del francรฉsโ€“. Tradujo a Marguerite Yourcenar, Saint-John Perse, el Heliogรกbalo de Artaud, Yo, Claudio de Robert Graves...


    ×

    Selecciona el paรญs o regiรณn donde quieres recibir tu revista: