El embargo que no acaba

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Unas semanas despuรฉs de que el presidente Barack Obama y Raรบl Castro sorprendieran al mundo anunciando el final de dรฉcadas de hostilidad mutua entre sus naciones, en diciembre de 2014, una comitiva con seis congresistas demรณcratas llegรณ a La Habana.

El grupo, liderado por el senador veterano por el estado de Vermont Patrick Leahy, sostuvo reuniones con el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodrรญguez, y con otros oficiales del gobierno cubano para discutir la cooperaciรณn estadounidense desde la agricultura hasta las artes. Sin duda, un momento emocionante para las relaciones entre Estados Unidos y Cuba.

El anuncio de Obama y Castro dio un nuevo รญmpetu a aquellos que durante aรฑos habรญan pedido un cambio y un distanciamiento de las polรญticas y actitudes de la Guerra Frรญa. En efecto, fue mรกs que un cambio. Era un reajuste de la relaciรณn bilateral. Los congresistas demรณcratas fueron los primeros visitantes de alto perfil que llegaron a la isla durante los siguientes dos aรฑos: jugadores de la NBA y de la MLB, asรญ como actores de Hollywood. Todos querรญan ser parte de este momento รบnico de la historia cubana.

El acercamiento culminรณ, por supuesto, en un viaje histรณrico del presidente Obama a La Habana en marzo de 2016, cuando se convirtiรณ en el primer presidente en funciones en pisar suelo cubano desde Calvin Coolidge en 1928.

Durante su visita en 2015, la delegaciรณn de congresistas expresรณ su confianza en que, tras casi seis dรฉcadas, el extenuante embargo econรณmico impuesto por Estados Unidos tenรญa sus dรญas contados. โ€œTodo tipoโ€ de productos estadounidenses estarรญan prรณximamente disponibles en los supermercados cubanos. La senadora Debbie Stabenow, miembro del comitรฉ de agricultura, predijo con confianza: โ€œNo queremos que nadie se vuelva a preocupar por si habrรก o no papas en los anaqueles o leche o puerco o carne o cereales o frutas o vegetales.โ€

Seis aรฑos despuรฉs de iniciado este acercamiento, el implacable embargo de Washington, promulgado por el presidente Dwight Eisenhower, no solo sigue vigente, sino que es mรกs severo y riguroso que nunca.

En los รบltimos cuatro aรฑos el presidente Donald Trump se ha esforzado por deshacer la polรญtica de distensiรณn de su predecesor. En el proceso, ha sido mรกs difรญcil para los cubanos recibir remesas de sus seres queridos en el extranjero y petrรณleo de Venezuela, mientras que para los estadounidenses ha sido mรกs complicado viajar a la isla. Las aerolรญneas estadounidenses han eliminado sus rutas hacia destinos cubanos y a los cruceros se les ha prohibido atracar en los puertos de la isla. El Departamento de Estado de Estados Unidos instรณ a las demรกs naciones a poner fin a los acuerdos de atenciรณn mรฉdica con Cuba, en los cuales brigadas de mรฉdicos cubanos trabajan en comunidades remotas, al describirlos como equivalentes a la esclavitud.

Transporte, envรญos, transacciones financieras, servicios mรฉdicos y turismo han sido afectados debido a que la administraciรณn Trump tiene en la mira a las fuentes mรกs importantes de divisas extranjeras. Al promulgar polรญticas mรกs estrictas, la Casa Blanca y el Departamento de Estado aseguran que estรกn evitando el enriquecimiento de los miembros de alto rango del ejรฉrcito cubano y del Partido Comunista, al tiempo que apoyan al emergente sector privado de la isla. Lo cierto es que, al perjudicar al turismo, la administraciรณn Trump estรก afectando a quienes supuestamente busca ayudar: las familias cubanas que dependen de esta industria para sobrevivir.

Los cubanos estรกn acostumbrados a que Washington haga sus vidas mรกs difรญciles. Pero, en la larga y complicada relaciรณn entre la isla y la potencia a casi ciento cincuenta kilรณmetros al norte, los cuatro รบltimos aรฑos han sido particularmente agotadores. Despuรฉs de la promesa del presidente Obama de un cambio duradero, es irritante volver una vez mรกs a las viejas enemistades del pasado. Las nuevas llamas de la hostilidad han sido avivadas por los partidarios de ambos lados que se benefician del statu quo tradicional y antagรณnico.

Ahora hay que incluir la pandemia de coronavirus a la ecuaciรณn.

En marzo, los primeros casos de covid-19 fueron detectados en la isla: tres turistas italianos que vacacionaban en la ciudad de Trinidad. Mientras los nรบmeros empezaban a aumentar, el gobierno ordenรณ el cierre total de la isla. Los aeropuertos fueron cerrados y no se permitiรณ que vuelos comerciales entraran y salieran por casi cuatro meses. El impacto en la industria turรญstica cubana ha sido obvio. La Habana Vieja, que normalmente estรก repleta de turistas que calzan sandalias y gastan libremente, ahora carece de visitantes y la mรบsica que antes salรญa de sus bares y restaurantes ahora estรก ausente.

En tรฉrminos epidemiolรณgicos, la respuesta del gobierno cubano ha funcionado. Al actuar de manera pronta y decisiva, la tasa de contagios se ha mantenido baja y han sido mรญnimas las muertes relacionadas con el coronavirus. Pero en tรฉrminos econรณmicos la isla estรก sufriendo. El pib se podrรญa contraer hasta el ocho por ciento este aรฑo.

Esta tormenta econรณmica perfecta ha urgido al gobierno cubano a tomar algunas medidas drรกsticas para apuntalar el sistema financiero. Han eliminado un antiguo impuesto del diez por ciento sobre dรณlares estadounidenses y han abierto la puerta a la expansiรณn del sector privado. Sin embargo, el paso mรกs notable fue el regreso de las llamadas โ€œtiendas en dรณlaresโ€, que venden comida y productos de higiene.

Desde las 4 de la maรฑana del lunes 20 de julio, las personas se empezaron a reunir afuera de unos cuantos supermercados en La Habana conocidos ahora como tiendas MLC, donde los productos pueden pagarse en moneda libremente convertible, es decir, dรณlares o euros. Al interior, sus estantes estaban repletos, no con papas, leche y carne importada de los Estados Unidos como la senadora Stabenow habรญa previsto aรฑos atrรกs, pero igualmente abastecidos. 

La รบnica manera de pagar por esos bienes esenciales es usando una tarjeta vinculada a una cuenta de banco cubana en MLC o con una tarjeta internacional de un banco que no sea estadounidense. Por supuesto, muchos cubanos no tienen ninguna de estas.

Para algunos clientes esperar afuera de las tiendas bajo la lluvia tropical o el sol que quema es un escenario que tiene un aire de familiaridad. Cuba ya estuvo ahรญ antes, en la dรฉcada de los noventa cuando la isla entrรณ en lo que eufemรญsticamente se llamรณ โ€œperiodo especialโ€ despuรฉs del colapso de la Uniรณn Soviรฉtica. Entonces, como ahora, los controles estrictos sobre el dรณlar estadounidense y el sector privado se redujeron en medio de la escasez crรณnica y la austeridad.

Hay algunas diferencias obvias entre ambos momentos. Inmediatamente despuรฉs de la Guerra Frรญa, pocos paรญses estaban listos para defender a Cuba y desafiar a Washington. Hoy, Rusia, Mรฉxico, Espaรฑa, Gran Bretaรฑa y la Uniรณn Europa se encuentran entre aquellos dispuestos a estrechar sus lazos con la Cuba pos-Castro.

Dicho lo anterior, el colapso econรณmico de su aliado socialista, Venezuela, y el cambio en la direcciรณn polรญtica de Bolivia y Brasil complicaron el panorama para Cuba. A corto plazo, lo que la isla necesita es un regreso a la โ€œnormalidadโ€, para que los turistas vuelvan a la isla y gasten su dinero.

Ademรกs de eso, muchos cubanos estรกn esperanzados de que un presidente diferente ocupe la oficina oval. Las elecciones de noviembre en Estados Unidos son clave para el bienestar de la isla. Trump atribuye en gran medida su รฉxito en Florida en 2016 a su giro tardรญo hacia una retรณrica mรกs virulenta anti-Castro y anti-Maduro en el periodo previo a la votaciรณn. Dadas sus polรญticas hacia Cuba desde entonces, se puede esperar que busque atraer a los votantes cubanoamericanos conservadores. Indudablemente tambiรฉn seรฑalarรก a su retador, Joe Biden, como el hombre que estuvo junto al presidente Barack Obama cuando este se hizo amigo de los comunistas.

Los cubanos observarรกn la contienda de cerca. El futuro del detestable, anticuado y severo embargo econรณmico que han impuesto sobre ellos durante seis dรฉcadas depende de las urnas. ~

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Traducciรณn del inglรฉs de Karla Sรกnchez.

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es periodista y corresponsal de la BBC en Mรฉxico, Centroamรฉrica y Cuba


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