Ana Garcรญa Bergua
Fuego 20
Ciudad de Mรฉxico, Era, 2017, 312 pp.
Fuego 20 parecerรญa, en un principio, una novela con dos historias y dos puntos de vista distintos. El personaje sobre el que recae la mayor parte de la atenciรณn de la voz narrativa es el de Saturnina, que se convertirรก en รngela mediante una exploraciรณn psicolรณgica al estilo de El extraรฑo caso del doctor Jekyll y el seรฑor Hyde. Esto se da bajo la presentaciรณn de una deriva mรกs ligera que describe el conflictuado mundo interior de una muchacha de veinte aรฑos que vive en la Ciudad de Mรฉxico a principios de la dรฉcada de los ochenta. Asรญ llegamos a la vertiente testimonial del libro: el retrato de la sociedad mexicana de comienzos de los ochenta en diferentes estratos sociales y en su relaciรณn con el poder polรญtico. En ese รกmbito, la protagonista intenta aferrarse a una clase media que se le escapa con la muy sospechosa muerte del tรญo proveedor.
El otro personaje tรญmido o freak es Arturo, un joven emigrado del puerto de Veracruz que pronto se da cuenta de que la medicina no es una pasiรณn propia sino una exigencia paterna que es incapaz de cumplir, y que experimenta sensaciones extraรฑas frente a los cuerpos masculinos, asรญ como una sensibilidad empรกtica, un โpensamiento de socorristaโ, que le hace merodear por las ruinas de la Cineteca Nacional tras su incendio.
Si Ana Garcรญa Bergua (Ciudad de Mรฉxico, 1960) recurre al sentido del humor en sus ficciones breves, su tenor como novelista la conduce, en esta ocasiรณn, a una novela psicologista y testimonial que abreva, conforme avanza su trama, a un mismo tiempo de la narrativa policiaca y la fantรกstica. Gracias a una prosa econรณmica y veloz, asรญ como a un cuidadoso y elaborado devenir narrativo, la autora ejecuta este singular giro estilรญstico con soltura y gracia. Ajena a la solemnidad, la trama utiliza como vรญnculo entre la densidad psicolรณgica de los dos personajes en crisis un amuleto poseรญdo por un alma que vaga sin cuerpo tras perderlo frente al surgimiento de otra alma al despuntar la adultez. Una vez que el lector llega a este punto, la levedad de la prosa de Garcรญa Bergua ha conseguido hacer a un lado el verismo sin que, tampoco, una trama por completo fantรกstica envuelva la novela. El amuleto, las metรกforas del infierno con todo y el esperado trato con el demonio son, mรกs bien, herramientas con las que lo policiaco en este libro tampoco llega a ser omnipresente. La intriga imaginativa, asรญ, es doble: no solo las identi- dades de varios personajes son misteriosas y sus acciones previsiblemente catastrรณficas, tambiรฉn se ve abonada la duda sobre quรฉ tan completo es el trato de la autora con sus recursos fantรกsticos. En realidad, estos no son extremadamente elaborados y estรกn al servicio de la fragilidad psicolรณgica de sus personajes: โMe apretรฉ muchรญsimo contra รฉl, a ver si lograba meterme a su cuerpo y por un momento, lo juro porque de veras asรญ fue, mi cara apareciรณ reflejada, confundida con la suya. Fue un instante cortรญsimo, en seguida se pasรณ, como con el otro chavo, pero estuve casi segura de que me habรญa visto porque se le cortรณ la respiraciรณn. Luego como que se doblรณ, se echรณ agua en la cara y sacudiรณ la melena. Ay, cabrรณn, murmurรณ, mucha mota.โ ยฟLo que ahรญ se narra es real para los personajes o solo es una compleja alucinaciรณn producida por su sensibilidad a los respectivos procesos psicolรณgicos de crisis identitaria?
Como el lector descubrirรก en el desenlace, la muerte es lo รบnico real, tan real que es necesaria una gran maquinaria para acallarla. En su aspecto testimonial, la autora recupera para la memoria social una ciudad y un momento: la Ciudad de Mรฉxico de principios de los aรฑos ochenta y el incendio de la Cineteca Nacional de 1982. La sociedad que refleja Garcรญa Bergua comparte con la de hoy su inmensa desconfianza en el poder polรญtico, en ese caso, el omnipotente PRI. Con nuestra distancia, mรกs cruel y sangrienta, el bamboleante nรบmero de muertos de aquel incendio puede no resultar aterrador, pero si de algo es deudora nuestra indiferencia o menosprecio contemporรกneo ante los asesinatos que ocurren a diario en nuestro paรญs, es de ese Mรฉxico de hace veinte o treinta aรฑos que llegรณ a la conclusiรณn, tras dรฉcadas de cacicazgo polรญtico, de que la verdad le estaba negada: โun sabotaje, un tanque de gas, una bomba. Al final se dice que el incendio fue provocado por una explosiรณn en la bodega que resguardaba las pelรญculas de nitrato de celulosa, material con el que se hacรญan las primeras pelรญculas, antes del acetato. ยฟY entonces? Todas las explicaciones dan vuelta y se muerden la cola. Pinche sistema podrido, resume Rubรฉn, todo estรก jodido, todo. Pero esto solo nos importa a unos cuantos intelectuales y estudiantesโฆโ. E incluso si a un imaginario popular (la contraparte de ese puรฑado de intelectuales y estudiantes) le importara el asunto, el aparato estatal estarรก allรญ para contrarrestarlo: pagando los funerales, โcompensando econรณmicamenteโ a las familias a cambio de un silencio no exento de pavor. Si bien la novela no parece apoyarse en investigaciรณn periodรญstica, la autora tambiรฉn concluye (con el imaginario colectivo) que tres muertos no es el saldo de un cine incendiado. El recuento de los cuerpos tambiรฉn es fantasmal.
En esta historia de gran interรฉs contada con ligereza y maestrรญa narrativa solo pesan la ironรญa y la parodia en su segunda parte. En contraste con la velocidad y la intensidad de los personajes principales involucrados en la historia, la caricaturizaciรณn de un grupo de caracteres locales de una pequeรฑa ciudad inventada resulta embrollada y por demรกs visitada por la narrativa contemporรกnea. Este es probablemente el homenaje mรกs directo a Jorge Ibargรผengoitia en Fuego 20, pero tambiรฉn un recurso bastante atildado en una novela provista, por otra parte, no solo de amplios recursos narrativos, dotes imaginativas y alcances psicolรณgicos, sino tambiรฉn de un grado de empatรญa hacia historias y personajes atropellados por el olvido y el fulgor de eventos y caracteres mรกs vistosos. ~
(Ciudad de Mรฉxico, 1982) se define como "onirista". Por su segundo libro de poesรญa, Trรกnsito (Fonde Editorial Tierra Adentro, 2011), obtuvo el Premio Nacional de Poesรญa Carlos Pellicer.