Anne Applebaum escribe en The Atlantic y es autora de libros como Gulag, El telón de acero y Hambruna roja, todos ellos en Debate. Acaba de publicar Twilight of democracy. The seductive lure of authoritarianism, una mezcla de ensayo político, crónica periodística y relato personal sobre el ascenso de fuerzas autoritarias en los últimos años en Polonia, Hungría, Reino Unido, Estados Unidos y España.
Atlantismo
Cuando Trump se presentó a las elecciones, lo hacía contra una idea atlantista. Hace mucho que dice que la implicación de Estados Unidos en el extranjero ha sido un derroche económico y no siente ninguna simpatía especial hacia Europa o los aliados europeos, y le parece que deberíamos irnos de allí.
Lo pensaba antes de meterse en política. Está en los libros que escribió, o que escribieron en su nombre.
Defensa
Espero que Europa empiece a hacer planes serios para un mundo posestadounidense. Creo que si Joe Biden gana, habrá sin duda un cambio. Se oirá en el lenguaje de la administración, y se hablará más de Europa y habrá un intento de reorganizar la alianza. Pero Trump ha demostrado que hay una gran parte de Estados Unidos, una gran cantidad de votantes a los que Europa les da igual. Esos votantes podrían volver a ganar. Es muy urgente que los europeos entiendan eso y que empiecen a pensar en su propia seguridad en el futuro, en un mundo en el que Estados Unidos puede ser más distante o puede haber cambiado políticamente de formas que ahora no podemos prever. Y eso significa repensar la relación de la OTAN y la Unión Europea. Quizá significa tener un ejército europeo: ese tipo de debates deben estar ahora sobre la mesa.
Iliberales
Si Trump pierde en noviembre, los gobiernos de Polonia y Hungría se sentirán mucho más solos y habrán perdido una de sus principales fuentes de apoyo. En particular Polonia, que ha hecho un gran esfuerzo, es posible que empiece a cambiar, o que sienta –como creo que va a suceder– más presión para sumarse de nuevo al mainstream europeo.
Nueva Administración
Creo que una nueva administración intentará acercarse a Europa y querrá reformar y reforzar la alianza democrática. Pero recuerda que es una administración que afronta la mayor crisis económica en casi un siglo, al menos desde los años treinta. Además, afronta una crisis médica. Y eso ocurre en un momento de profunda polarización política dentro del país. No va a ser una administración que tenga mucha energía para el resto del mundo. Seguro que tendrá gente en posiciones clave que querrá renovar alianzas. Pero no contaría con que fueran a hacer ninguna apuesta importante por nada en el exterior.
Radicalismo
Trump tiene una actitud similar a la de la extrema izquierda: básicamente, la actitud radical. Esa izquierda manifestaba un desagrado radical hacia Estados Unidos, hacia la forma que tiene esa sociedad. Creía que nada podía rescatarse. Es una especie de radicalismo de extrema izquierda. Ahora esa visión está presente en la extrema derecha de muchos países. Y desde el punto de vista europeo es importante porque una de las cosas que no les gustan, que quieren destruir, es el papel de Estados Unidos, algo que también ha detestado siempre la izquierda. Detestaban la alianza estadounidense con Europa, el papel de Estados Unidos en el sureste asiático, en América Latina o África. Y la extrema derecha actual también: en ese sentido, se puede ver como una continuación de la tradición radical estadounidense.
El regreso del autoritarismo
El caso británico es algo distinto pero hay un elemento similar: el deseo de destruir instituciones y la creencia en que el único camino hacia delante debe ser muy radical. Puedes oír parte de ese lenguaje en el Reino Unido. No tanto en Boris Johnson, sino en algunas personas que hay a su alrededor y querrían hacer lo mismo, hay un poco el mismo impulso.
Ceguera
Muchas veces me preguntan a raíz de Hambruna roja, o cuando sale una película como Mr. Jones, de Agnieszka Holland, sobre la tragedia en Ucrania y su encubrimiento: ¿cómo es posible que se produjera esta terrible hambruna y nadie hiciera nada para impedirlo? Y recuerdo a la gente que hay una crisis terrible en Siria, donde han muerto cientos de miles de personas y millones de personas han tenido que abandonar sus hogares, y nadie en Europa siente una responsabilidad particular al respecto. Nadie quiere hacer nada sobre ello. No es tan distinto a los años treinta, cuando la gente más o menos sabía lo que pasaba en Ucrania: es decir, había diplomáticos y periodistas que sabían lo que estaba ocurriendo. Pero nadie prestaba mucha atención. Esas tragedias siguen ocurriendo. Puedes pensar en Yemen. Siria es un caso más llamativo porque está muy cerca de Europa. Europa ha tenido oportunidades de ayudar y la mayoría de los europeos no quieren hacer nada. No quieren intervenir militarmente e imponer la paz. Tampoco quieren acoger a los refugiados sirios en Europa. Merkel pagó un alto precio político y posiblemente reforzó a la extrema derecha en todo el continente cuando sugirió que se podían acoger más refugiados.
Pandemia y populismo
Al principio, cuando la gente tenía miedo y se cerraban fronteras por toda Europa, parecía que eso iba a ocurrir, que la gente iba a estar dispuesta a sacrificar la libertad a cambio de seguridad. Pero a medida que ha continuado la pandemia, resulta que los países más capaces de tratar con ella son los países que tienen burocracias sólidas y competentes, líderes que escuchan a la ciencia. Y donde los medios crean una sensación de confianza. En países donde no hay confianza pública y donde la sociedad está muy polarizada ha sido mucho más difícil mantener el virus bajo control. Una de las historias de más éxito es Alemania, otra es Corea del Sur, mientras que uno de los fracasos más extraordinarios es el de Estados Unidos. No es porque no tenga la capacidad médica, investigativa u hospitalaria. Es por la naturaleza de la política estadounidense y de las decisiones que toma el presidente. Es claro: los países donde el populismo y la política iliberal dominan son los lugares donde la tragedia ha sido peor. Y eso puede tener un impacto. Es lo que parece haber ocurrido en Alemania con la AFD. Hace poco tuvieron su mejor resultado, con el 50% de los votos, pero van bajando. La percepción es que durante el coronavirus queremos líderes competentes. No he seguido mucho la evolución de Vox estos meses.
Degradación
Creo que puede ser muy difícil revertir la degradación institucional, y me parece especialmente complicado en términos de política exterior. Será muy difícil restaurar la confianza en el gobierno y en las instituciones. No creo que sea imposible, pero me temo que va a llevar mucho tiempo. ~
Daniel Gascón (Zaragoza, 1981) es escritor y editor de Letras Libres. Su libro más reciente es 'El padre de tus hijos' (Literatura Random House, 2023).