Roberto Ransom
La casa desertada. Graham Greene en México
Ciudad de México, Aldus/Matadero, 2017, 286 pp.
Toda novela es un viaje. En ocasiones físico, pero generalmente espiritual, si es que podemos creer que al espíritu no lo acompañan las vicisitudes del cuerpo. Se dice que, a diferencia del cuento que por lo general no da el tiempo a sus personajes de evolucionar, los que habitan la novela deben ir transformándose a lo largo de ella, ir de un lugar a otro, un lugar existente o un lugar interior. De lo que no se habla tanto, por lo menos, es de cómo la escritura transforma al escritor, cómo la escritura, a la par que la vida, a la par que los viajes, opera como experiencia y en qué medida la voluntad de actuar en términos vitales se sustituye en el acto de la escritura. ¿Hasta dónde podemos decir que el escritor que narra un asesinato es en sí mismo un asesino o por lo menos vive la experiencia de asesinar? ¿En qué medida el escritor sale de una novela transformado, como si hubiera vivido todo lo que narra en ella?
En parte estas preguntas animaron quizá, pienso yo, a Roberto Ransom (Ciudad de México, 1960) a escribir su largo y profundo ensayo La casa desertada. Graham Greene en México. En términos anecdóticos, el libro aborda el viaje que Greene realizó al país a finales de los años treinta con el encargo de escribir un reportaje sobre la represión del culto católico en Tabasco y Chiapas, aun bajo la égida del socialismo cardenista que de alguna manera logró templar el fanatismo inverso de Tomás Garrido Canabal, a quien exilió a raíz del tiroteo de sus camisas rojas contra los fieles de la iglesia de Coyoacán que salían de misa. Sobre estas regiones y el conflicto religioso escribió Greene su crónica de viaje Caminos sin ley y la novela El poder y la gloria. Ransom aborda tanto el viaje como los libros que de este surgieron. “La crónica de viaje –afirma Ransom–, un trabajo periodístico y financiado, debía apegarse más al asunto, la persecución de la Iglesia Católica por el Estado en México. La novela, como género, es más libre, y Greene se dio cuenta al volver a Londres de que México era, en buena medida, un estado anímico y una proyección de su propia realidad inglesa.”
Es este México como estado de ánimo el que permite a Roberto Ransom conectar tiempos, espacios, personajes e historias en un entramado complejo que busca aprehender a la persona Greene en términos vitales, autorales, religiosos y filosóficos, y este viaje que el autor británico vive de una manera, por decirlo así, mística, es decir como una meditación sobre el martirologio y a la vez un viaje interior a su adolescencia. El contexto de la persecución religiosa en México y la cercanía de la guerra que en aquellos años es ya muy patente en Europa, azuzan o justifican la realización de un viaje que es, como todo viaje, una búsqueda interior. Ransom plantea como un reflejo y un alter ego de lo que vivió Greene en México, aunque sobre todo de cómo se vivió a sí mismo el escritor en el país, el personaje del whisky priest, el protagonista de El poder y la gloria. Este sacerdote católico y alcohólico que carga el peso de haber procreado una hija, reflejaría de alguna manera el periplo espiritual de Greene, quien realizó este recorrido después de haberse convertido al catolicismo y de nuevo en su país dejó a su familia para entregarse por completo a la escritura. Este viaje, señala Ransom, “lo prepara para su regreso con su familia y a Inglaterra, aun cuando esto implique reconocer su incapacidad o inadaptabilidad, como esposo y como padre, su naturaleza errante y contraria a lo doméstico, e implique, a su vez, haber decidido cumplir como proveedor, si a distancia”.
Podríamos decir que el libro de Roberto Ransom es también una novela, una novela policiaca en la que el autor busca a Greene a través de las personas que conoció en México y la manera en que algunas de estas pasaron de Caminos sin ley a El poder y la gloria; habla también de las lecturas y los recuerdos que lo acompañaron. Es particularmente apasionante el capítulo que habla de los personajes que fue encontrando en Caminos sin ley, muchos de ellos extranjeros con los que Greene convivió, extranjeros aislado en selvas, en plantaciones, que no se mezclaban con los nativos. Dice Ransom que, en Caminos sin ley, los extranjeros parecen compartir todos la pregunta que Greene se dirige a sí mismo en el prólogo de su libro: “Bueno, el mes entrante, quizá México… ¿Y por qué México? ¿Realmente esperaba encontrar ahí lo que no había encontrado aquí? ‘Pues esto es el infierno’, le dijo Mefistófeles a Fausto, ‘y yo no me encuentro fuera de él’.” Junto a estos extranjeros hay una serie de figuras marginales de las que podría surgir el mestizo que aparece en El poder y la gloria. La fascinación de Greene por este tipo de personajes populares da pie a Ransom a pensar si la novela es del todo, como se podría esperar por el tema, una novela social: “Yo argumento a favor de una lectura de la novela como drama social, pero en la que la realidad político-social de Tabasco en 1938 sirve más bien para emplazar el agon principal que es finalmente doméstico. El sacerdote alcohólico es en primer lugar un hombre sin hogar y una figura paterna humana […] Lo anterior no es negar que El poder y la gloria es también una reflexión sobre el sacerdocio, el martirio, la santidad y la iglesia.”
Esta búsqueda de Greene, en La casa desertada, abarca muy diferentes ámbitos, no solo lo personal y lo religioso, sino también, por supuesto lo político, pues no olvidemos que Graham Greene ingresará al servicio secreto inglés por mediación de su hermana, experiencia de la que surgirá la espléndida Nuestro hombre en La Habana. A partir de un corpus muy nutrido de lecturas y un acercamiento sumamente acucioso de los diarios y la obra del autor inglés, el libro-viaje de Roberto Ransom nos permite entrever la profundidad de aquel espacio interior que fue finalmente el hogar verdadero de Greene, el recuerdo de su infancia pero, sobre todo, la escritura. Todo escritor, en ese sentido, es un exiliado de la realidad, y el viaje de Graham Greene por México representó, quizá, la revelación o la materialización de ese exilio interior.
Es muy difícil reseñar en un breve espacio lo que representa La casa desertada. Podemos decir que la gran mayoría de los ensayos literarios académicos en los últimos años se han centrado más en la indagación sobre la obra propiamente dicha, en las pistas del texto y sus conexiones, que en la vida de los escritores que lo producen. En ese contexto, el libro de Roberto Ransom es una antigüedad novedosa y refrescante que retorna al enigma del autor y de la creación artística en general con un afán profundo. Bucea en ese país misterioso del que surge, para bien o para mal, la obra, y todavía más, de alguna manera retorna desde ella a la biografía, a la vida del espíritu y sus misterios, ese hogar espiritual que para Greene fue ambiguo, feliz y tormentoso, pero que ciertamente nos regaló la obra inquietante y variadísima de uno de los más grandes escritores del siglo XX. ~
(ciudad de México, 1960) es narradora y ensayista. La novela Fuego 20 (Era, 2017) es su libro más reciente.