Ambient para leer: más allá del solipsismo individualista

La experiencia compartida de leer mientras se escucha música ambient puede detonar creatividades, o simplemente ser una gran forma de pasar las tardes.
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Un día a un grupo de amigos y amigas se le ocurrió que era un gran plan pasar las tardes tirados boca abajo sobre un puf leyendo y escuchando sets de ambient creados en tiempo real por músicos o DJ. Y también que esa experiencia compartida podía ser un territorio para detonar múltiples creatividades. Así surgió una manera distinta de leer, de escuchar y de reunirse para compartir que lleva por nombre Ambient para leer.

Una de las sesiones más recientes de ese espacio itinerante de lectura-escucha tuvo lugar el segundo jueves de julio y en ella la Sala Panorama del Centro Cultural de España se transformó por tres horas en un efímero jardín –con un rectángulo de césped incluido– por cuyos ventanales pudo verse transcurrir la tarde y llegar la noche, mientras poco más de cincuenta personas leían, dibujaban o se dedicaban a escuchar los sets de Mya Gómez y Vegan Cannibal, los músicos-DJ invitados para esa ocasión.

A quienes nos ha tocado ir a maratónicas raves en distintos momentos de las últimas dos décadas, una sesión de Ambient para leer provoca ciertos flashbacks a los chill out rooms en los que se practicaba lo que el crítico español Javier Blánquez describió como “el baile horizontal”, en los que se cambiaba “la posición bípeda” por “estiramientos en sofás o alfombras acomodadas con cojines”, y en los que los ravers se relajan escuchando “creaciones liberadas del corsé de los bpms”. Pero pronto esas reminiscencias se diluyen para dar paso al presente. De hecho, todo nos traerá constantemente de regreso al aquí y ahora: la posición que adoptemos en el piso para leer, el libro que hayamos llevado para la ocasión, el café que tomaremos a mitad del evento, los sonidos escogidos por los músicos y DJ invitados o el resplandor naranja desvaneciéndose detrás de los cerros que se empeñará por capturar nuestra atención.

Ambient para leer es una propuesta de Deseo, la productora de Irma Ruiseñor; Prohibido, la plataforma de Arturo Plascencia, y Café para leer, la iniciativa de Sandra Sánchez y Adriana Kong. Nació en el noviembre previo a la pandemia en un departamento de Izazaga donde los asistentes pudieron leer poemas seleccionados por Sandra mientras Koi, Basho, Actual Atavismo, Asfódelo y Esclavo Midi tocaban sets en vivo de ambient.

Irma Ruiseñor y Arturo Plascencia se dedican desde hace varios años a dar vida a la noche chilanga mediante sus respectivas plataformas de difusión musical y producción, y siempre les ha interesado que la música pueda vivirse en otros espacios más allá de la fiesta o de la noche. Mientras que Sandra Sánchez (curadora) y Adriana Kong (productora audiovisual) crearon hace cuatro años Café para leer: una instalación itinerante que investiga tanto el silencio como los modos de lectura y escritura compartiendo café con la intención de desplazar estas actividades de los espacios académicos e individuales para llevarlas a espacios cálidos compartidos, colectivos y en los que no fuera necesario consumir para poder estar presente.

“Nos interesaba hacer un espacio público, pero íntimo”, explica Sandra Sánchez. Hoy, ese rasgo de intimidad colectiva lo tiene Ambient para leer. En la sesión de aquel jueves de julio hubo un momento que lo ejemplifica: una niña de entre unos siete y ocho años llegó de inmediato a quitarse las botas de lluvia para luego tenderse boca abajo a leer junto a su acompañante adulta en aquel jardín temporal.

¿Pero qué hacía un trozo de césped en esa sala del Centro Cultural de España? Se trataba de la intervención de turururururururut, el dueto artístico colaborativo de Carolina Vélez Muñiz y Pedro Assam que fue invitado para esa sesión. En cada nueva entrega de Ambient para leer, mientras Irma Ruiseñor y Arturo Plascencia seleccionan a los DJ y músicos, Sandra Sánchez y Adriana Kong invitan a artistas visuales para que dialoguen con los espacios y los intervengan.

“Nos interesamos en artistas que estén pensando tanto en la lectoescritura como en los ambientes en su trabajo”, explica Sandra. “Algunas veces, los artistas proponen dispositivos de lectura: Andrea Alzati [Ambient para leer_01] propuso escrituras en conserva, frascos cerrados al vacío con lápices; Cristina Torres [Ambient para leer_02] hizo mil papelitos enrollados, cada uno con un verso, para que la gente los abriera, casi a modo de oráculo o galleta de la suerte. Otras veces, los artistas se enfocan más en leer el espacio, como en el caso de turururururururut, en donde Caro y Pedro hicieron que la sala Panorama del ccemx se convirtiera en un parque, en un lugar más cómodo para leer.”

En el texto que escribiera Brian Eno hace 45 años explicando lo que había bautizado como música ambient, él decía que ese género estaba pensado para inducir la calma y crear un espacio para pensar. Asimismo, quien la escuchara había de ser capaz de asumir varios niveles de atención, sin forzar ninguno en particular. Tenía que ser desatendible e interesante al mismo tiempo. La selección sonora que me tocó oír ese jueves de julio en el España tuvo sin duda varios de esos rasgos, pero llegó un punto en que resultaba lo suficientemente interesante como para concentrar la atención en escucharla. Pude darme cuenta de que varios de quienes estaban ahí tomaban la decisión de interrumpir la lectura para dedicarse a la escucha, mientras ponían atención a los loops infinitos del set de Mya Gómez o a las atmósferas más ásperas, granulosas, abstractas y cercanas al ruido blanco del set de Vegan Cannibal.

Para Vegan Cannibal, que exista un espacio como Ambient para leer también es importante porque da a músicos y artistas la oportunidad de presentar sus actos de otras maneras. Que hoy suceda algo como Ambient para leer todavía sorprende a sus artífices. A Adriana Kong aún le parece singular un proyecto como el que han creado. “Nadie apostaría por hacer eso”, dice. “Que exista esta contranarrativa o ese choque tiene mucho significado para mí, al ver cómo esas ideas son posibles.”

Para Sandra Sánchez el haber creado un espacio de esas características es un sueño. Ambient para leer consigue apostar, en palabras de la curadora, “por la lectura como una ética de vida, es decir, como un medio para practicar la vida”. Vaya que consiguen este propósito: aquel jueves me emocioné al sentir ciertos momentos de alta concentración de los participantes leyendo en silencio o cuando observé la perfecta sincronía del atardecer con ciertos pasajes sonoros. Fui a leer, pero leer fue solo una parte de lo que viví esa tarde. Las próximas sesiones se llevarán a cabo el 14 de octubre en Arte Abierto y el 23 de noviembre en el Centro Cultural de España. ~

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(Ciudad de México, 1974)
es periodista cultural y creativo publicitario.
Produce y conduce el programa La pipa
y la fuente que se transmite por Radio
Nopal


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