Dos prosas

Esta sección dedicada al rescate de la revista dirigida por Octavio Paz recupera dos textos que condensan los rasgos centrales de la prosa de José de la Colina: ludismo, brevedad, humor. “El enigma de Tai Lu Yang” fue publicado en el segundo número de Vuelta en enero de 1977 y “Manual de la lengua” en el número 9 de agosto del mismo año. Ambos nos muestran el temperamento de uno de los escritores más imaginativos de México, quien pensaba la literatura como un territorio dispuesto para el juego.
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a Salvador Elizondo

Cuentan las crónicas de la vieja China que el gran sabio y no menor poeta Tai Lu Yang fue decapitado, y sus obras vertidas a la hoguera, a la futura ineditez y al silencio, porque un día, arrodillándose para saludar al Emperador, dijo:

–¡Oh, Gran Empeorador de China!

Lo cual no agradó al saludado, que dio al erudito vate el abanicazo que lo señalaba a los decapitadores. “¿Todo por una O?”, sollozó Tai Lu Yang cuando ya el sable silbaba sobre su cuello.

Acerca del accidente o incidente existen varias tesis entre los sinólogos de Occidente. Étiemble sostiene que Tai Lu Yang quiso hacer lo que más tarde Lewis Carroll llamaría una “palabra portemanteau” y, en homenaje a los dones tribunicios del Emperador, ensambló emperador y orador. Pero Arthur Waley, con argumentos igualmente sólidos, si bien acepta la tesis de la “palabra portemanteau”, se inclina a creer que el desdichado poeta prefirió y profirió la palabra emperorador ensamblando emperador y perorador. A esto, Étiemble replica que, de cualquier modo, en la palabra perorador está orador.

¿Cuál es la opinión de los tratadistas chinos? Durante siglos asentaron que a Tai Lu Yang simplemente se le trabucó la lengua y sin querer metió una “o” donde nunca debió estar. Más recientemente apareció otra tesis, lanzada por el gran revolucionario y poeta Mao Tse Tung. Según este, Tai Lu Yang quiso decir y dijo empeorador, con lo que significaba que si ya China estaba en malas condiciones económicas, sociales y políticas, aún empeoró bajo la sangrienta tiranía del momento. Por ello, a partir de la Revolución, el nombre de aquel poeta revolucionario, comprometido con la causa del pueblo, brilla particularmente en los Manuales de Literatura China, y si ha sufrido algún eclipse fue tan solo durante una revolución cultural.

Está prohibido:

Dar un sentido tribal a las palabras nuevas / Convertir la torre del mandril en la torre de marfil / Lavarle los dientes a la boca de sombra / Desangrar a la letra que con sangre entra / Entristecer la carne por escribir todos los libros / Repatriar los poetas a la República / Entrar en casa estando la noche sin sosiego / Disparar al tigre que relumbra en las selvas de la gramática / Poner a la libertad bajo palabra / Matar un árbol por escribir un libro y tener un hijo / Decir: “La poesía es tú”. Decir: “La poesía es yo”. Decir: “La poesía es el Espíritu Santo” /Envenenar el mar con una gota de sangre intelectual / Desplumar al cisne para vestir al búho / Seguir al pie de la letra todo lo hasta aquí escrito.

Está permitido:

Rascar la tinta de estas palabras / Ponerle zancadillas al pie de la Letra / Rasgar el velo de la escritura / Escribir hacia atrás. (Mejor aún: desescribir) / Escuchar a la mano que no escribe / Elogiar los márgenes y las entrelíneas y todo lo que permanece en blanco / Telefonear al manicomio para que vengan por el autor / Dejar que la diestra plagie a la siniestra. (Y viceversa) / Agujerear todas las letras más o menos redondas / Robar todos los sustantivos más o menos afortunados. (Aunque todos los sustantivos son afortunados: ellos son los únicos que no pertenecen al régimen de la propiedad privada) / Trocar todos los puntos por cagadas de mosca / Profanar las imágenes sagradas / Consagrar las imágenes profanas / Quemar esta página para que al fin el fuego la habite. ~

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Es escritor, cinéfilo y periodista. Fue secretario de redacción de la revista Vuelta.


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