En diciembre de 1964, el dรญa que cumplรญa veintidรณs aรฑos, un estudiante de Berkeley llamado Mario Savio, lรญder del Free Speech Movement, subiรณ los peldaรฑos de la escalinata de Sproul Hall para dirigirse a los cientos de estudiantes allรญ concentrados con espรญritu celebratorio: el dรญa anterior el claustro de la universidad (Academic Senate) habรญa mostrado su adhesiรณn al movimiento en favor de la libertad de manifestaciรณn y expresiรณn de los estudiantes en el campus. Esa modesta victoria llegaba tras meses convulsos de detenciones por repartir propaganda polรญtica y organizar actos en defensa de los derechos civiles, sentadas masivas, resistencia pasiva y acoso policial. Savio se convertirรญa en una leyenda por su cรฉlebre alocuciรณn del 2 de diciembre en la que llamaba a la desobediencia civil, a que todos pusieran โsus cuerpos sobre las bielasโ (put your bodies upon the gears) y asรญ bloquear la represiva maquinaria institucional, pero ese dรญa 8 de diciembre en el que Savio celebra su triunfo y sus veintidรณs aรฑos y se dirige a una masa exultante que le canta un sentido e improvisado โHappy Birthdayโ, Savio transmite un mensaje que hoy vale la pena transcribir en su integridad:
Se ha dicho, ya sabรฉis, que somos revolucionarios y ese tipo de cosas. En cierto sentido es verdad, pues hemos recuperado una concepciรณn tradicional de la universidad, la visiรณn tradicional de acuerdo con la cual la universidad es una comunidad de acadรฉmicos, profesores y estudiantes que se aรบnan para, con completa honestidad, arrojar una luz potente de libre investigaciรณn para iluminar las cuestiones cientรญficas importantes y tambiรฉn en las ciencias sociales, la cuestiรณn, ya sabรฉis, de quรฉ debe ser y no solo lo que es. Pues bien, esa manera tradicional de entender la universidad es la que ha sido atacada por los revolucionarios, por aquellos que la convertirรญan en un apรฉndice de la industria, del gobierno, etc. En realidad, la gente, nosotros, ya sabรฉis, que ha librado esta lucha, somos los mรกs conservadores del campus. Lo que demandamos es que no haya restricciones, ninguna restricciรณn sobre el contenido del discurso salvo lo que determinen los tribunales.
((El discurso se puede ver aquรญ: (รบltima visita el 11 de agosto de 2020).
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Mรกs de cincuenta aรฑos despuรฉs no parece que el espรญritu de Savio prenda firme entre nosotros. Un conjunto de fenรณmenos diversos agrupados bajo el tรฉrmino-paraguas โcultura del oprobioโ o โcultura censoraโ (cancel culture) pareciera estar haciรฉndonos retroceder sobre los pasos de Savio, descender los peldaรฑos de Sproul Hall (que desde 1997 llevan su nombre) alejรกndonos asรญ de una atalaya tan costosamente conquistada, tan manifiestamente necesaria.
Los hechos y prรกcticas que configuran la cultura del oprobio, como digo, son de naturaleza diversa y su novedad es relativa. Expresiones recientes y muy preocupantes de esa actitud censora como el boicot a las obras de J. K. Rowling por su posiciรณn crรญtica sobre las demandas del movimiento trans; la renuncia de James Bennet, director de opiniรณn de The New York Times, por las furibundas crรญticas que le granjeรณ haber permitido la publicaciรณn de una tribuna escrita por el senador republicano Tom Cotton que defendรญa la intervenciรณn del ejรฉrcito ante la escalada violenta en las protestas por la muerte de George Floyd, dimisiรณn a la que se suman las de los cรฉlebres periodistas liberal-conservadores Bari Weiss o Andrew Sullivan a causa del clima hostil que vivรญan en sus medios, por citar tan solo unos pocos de los muchos ejemplos posibles, han llevado a un grupo muy plural de intelectuales anglosajones โdesde Noam Chomsky a Francis Fukuyama o Jonathan Haidtโ a firmar una carta abierta denunciando la cancel culture.
((El manifiesto apareciรณ en la revista Harperโs el 7 de julio de 2020. (https). Un escrito en anรกlogos tรฉrminos suscrito por autores en lengua espaรฑola apareciรณ en El confidencial el 19 de julio de 2020:
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Para rizar el rizo, en una suerte de tragicรณmica instancia de profecรญa confirmatoria, hay quien, como el analista polรญtico David Shor, ha sido pรบblicamente repudiado por referir en Twitter un trabajo acadรฉmico que mostraba cรณmo las manifestaciones violentas que siguieron al asesinato de Martin Luther King redujeron el voto demรณcrata y no asรญ las protestas pacรญficas que presumiblemente tuvieron el efecto de incrementarlo. Shor fue acusado de insensible por aludir a ese estudio en el momento mรกs รกlgido de la protesta antirracista que siguiรณ al crimen de Floyd, y, a pesar de haberse disculpado pรบblicamente, fue finalmente despedido de la empresa de anรกlisis de datos Civis Analytics.
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En una aproximaciรณn inicial, como antes apuntaba, no hay nada nuevo bajo el sol en la manifestaciรณn virulenta del rechazo a las ideas, creencias, u opiniones ajenas. Si nos ceรฑimos al รกmbito universitario, la legendaria reacciรณn al discurso de Unamuno en la Universidad de Salamanca en octubre del 36 bien puede ser vista como una expresiรณn nรญtida del rencor intolerante, como tambiรฉn lo fue el modo chulesco con el que Pablo Iglesias y sus huestes hostigaron a Rosa Dรญez en la Universidad Complutense en los comienzos del curso del aรฑo 2010. Yo mismo pude ser testigo de la fenomenal bronca que obligรณ a suspender una conferencia de Felipe Gonzรกlez en la Facultad de Derecho de la Universidad Autรณnoma de Madrid en la primavera de 1993, y nuevamente โaunque los protagonistas de la cancelaciรณn fueron los opuestos ideolรณgicos de los pionerosโ en octubre de 2016 cuando iba a intervenir en un diรกlogo con Juan Luis Cebriรกn (ยฟquรฉ tendrรก octubre en los campus espaรฑoles?). En 2019 algunos debates y jornadas sobre el fenรณmeno de la prostituciรณn o la gestaciรณn por sustituciรณn han sido suspendidas o alteradas en la Universidad de A Coruรฑa y en la Universidad Complutense y Carlos III de Madrid. Son de sobra conocidos los costes terribles que ha tenido, y aรบn tiene, el ejercicio de la libertad acadรฉmica en las universidades catalanas y vascas para quienes se han significado por su posiciรณn antinacionalista o han alzado su voz contra el terrorismo de eta.
Si nos fijamos en Estados Unidos, allรญ donde detonan la mayor parte de las guerras culturales contemporรกneas, la Fundaciรณn para los Derechos Individuales en la Educaciรณn (fire) mantiene un detallado registro que da cuenta de los intentos de cancelaciรณn de conferenciantes o ponentes desde 2001. Suman 450 a dรญa de hoy e incluyen desde los expresidentes Jimmy Carter, Barack Obama y George W. Bush hasta la directora del fmi Christine Lagarde, el novelista Salman Rushdie o cรฉlebres activistas de la izquierda como Jane Fonda o Cornel West. Es por todo ello por lo que se ha insistido en que la โcultura del oprobioโ no pasa de ser fuego de artificio conceptual, una artimaรฑa o cortina de humo, puesto en circulaciรณn por acomodados liberales poco dispuestos a soportar hoy el que tambiรฉn es libre ejercicio del derecho a opinar y manifestarse por parte de sus opositores. La polรญtica demรณcrata Alexandria Ocasio-Cortez, en quien tantas esperanzas ha depositado cierta izquierda, ha hecho apostolado de esta idea. Lo que estamos discutiendo es simplemente dรณnde poner los lรญmites de lo que es admisible decir pรบblicamente (ยฟo es que acaso no hay lรญmite alguno?), no la apariciรณn de un fenรณmeno mรกs novedoso o inquietante que impugne in toto los valores liberal-democrรกticos.
((Asรญ, la entrevista de Isaac Chotiner a Thomas Chatterton Williams, uno de los firmantes del manifiesto de Harperโs, en The New Yorker:
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ยฟSeguro?
A mi juicio hay cuatro factores o rasgos que sรญ permitirรญan hacer un diagnรณstico menos complaciente con la actual expansiรณn y modos de desplegarse de la cultura del oprobio. Me animo a presentarlos someramente en decreciente orden de importancia. (1) En primer lugar, y este serรญa el dato mรกs obvio, la poderosa funciรณn amplificadora e intensificadora de la censura o boicot que proporcionan las redes sociales, donde muy fรกcil y exitosamente cabe tanto linchar a quien sostiene que la evidencia empรญrica avala (o refuta) una creencia con la que un grupo mayoritario tiene un fuerte compromiso ideolรณgico (โlos asesinatos de afroamericanos son el resultado del racismo de la policรญaโ, โel sexo es un espectroโ o โtoda violencia ejercida por los hombres contra las mujeres es violencia machistaโ), como influir eficazmente para que una empresa del tamaรฑo de Kelloggโs o Microsoft retiren del mercado por racista los cereales Coco Pops, en el primer caso, o elimine de su producto GitHub codificadores a los que denomina โamoโ (master) y โesclavoโ (slave).
(( https
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(2) Como resultado de la hegemonรญa que ha logrado alcanzar la โpolรญtica identitariaโ, la censura y el oprobio que se promueven en nuestros dรญas son frecuentemente ad personam, motivados no por lo que se cree, expresa o piensa sino por quiรฉn se pronuncia, porque, supuestamente, no estรก habilitado para manifestarse sobre un determinado asunto al carecer de la perspectiva adecuada, la que sรญ tienen, por el contrario, quienes reรบnen determinados rasgos, sean estos raciales, รฉtnicos, de preferencia sexual o identidad de gรฉnero, por mencionar los mรกs comรบnmente esgrimidos como decisivos. En 2017 un muy numeroso grupo de estudiantes de Reed College (Oregon) pretendiรณ impedir la proyecciรณn de la pelรญcula Boys donโt cry โque narra la brutal violaciรณn y asesinato de un adolescente transexualโ alegando que ni la directora Kimberly Peirce ni la protagonista principal, Hilary Swank, son trans.
(( https (รบltima visita 20 de febrero de 2017)
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En ese mismo aรฑo la Universidad de Oxford se vio obligada a suspender un debate sobre el aborto porque los dos intervinientes eran hombres. De acuerdo con la organizaciรณn Womenโs Campaign (WomCam) era absurdo escuchar a dos hombres cisgรฉnero debatir lo que la gente con รบtero debe hacer con sus cuerpos.
((http (รบltima visita el 17 de febrero de 2017).
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Tomado en serio el argumento, las conclusiones de los congresos de oftalmologรญa deberรญan caer en saco roto salvo que los mรฉdicos que participen padezcan de los dรฉficits visuales sobre los que investigan y hacen recomendaciones. (3) Las razones para el oprobio han mutado y tambiรฉn los protagonistas de la indignaciรณn que mueven a la censura y a la clausura. En Espaรฑa, esa cultura del oprobio que predominรณ durante nuestro despertar a un rรฉgimen democrรกtico y de libertades civiles y polรญticas fue abrazada fundamentalmente por los sectores conservadores, catรณlicos y tradicionalistas. Eran ellos quienes se manifestaban contra la exhibiciรณn de obras artรญsticas o programas de televisiรณn considerados blasfemos, o a favor del secuestro de publicaciones obscenas, perniciosas para la juventud. Tal vez recuerden los tres mil manifestantes frente al Gobierno Civil de Barcelona, los rosarios en la calle y las bombas fรฉtidas en protesta por el estreno de Yo te saludo, Marรญa de Godard en 1985, o la imposible distribuciรณn, en Espaรฑa (tambiรฉn en muchos otros paรญses europeos) de El libro rojo del cole hasta bien entrada la dรฉcada de los setenta del pasado siglo. Si, de nuevo, tomamos como referencia la web de la Fundaciรณn para los Derechos Individuales en la Educaciรณn, es de fรกcil comprobaciรณn que de las razones para โdesinvitarโ a un conferenciante basadas en su apoyo al aborto o la contracepciรณn, sus actitudes liberales con respecto al sexo o su ateรญsmo, se ha pasado a tomar como determinantes sus creencias sobre la inmigraciรณn, la identidad de gรฉnero o su visiรณn crรญtica con el islam. Como se seรฑala en el manifiesto de la revista Harperโs, el iliberal rasgo de toda cultura del oprobio es hoy exhibido de forma primordial por lo que convencionalmente etiquetamos como โla izquierdaโ. Si quieren un epรญtome de este giro reaccionario, tomen el de Albert Boadella, el genial dramaturgo catalรกn sometido a un consejo de guerra en 1977 por la exhibiciรณn de su obra La Torna, hoy prรกcticamente vetado de las salas catalanas y que ya no puede vivir en libertad en Jafre (Gerona), el pueblo donde ha residido durante aรฑos. (4) En รบltimo lugar, y no por ello menos importante, el silenciamiento se justifica, sin ambages, por razones de justicia distributiva (de nuevo, los tuits de Ocasio-Cortez son en este punto paradigmรกticos): los censurados (Pinker, Rowling), se afirma, son voces privilegiadas, no individuos a los que se niega un derecho bรกsico, con lo cual se compensa, en una dinรกmica de vasos comunicantes, a quienes nunca han podido acceder en condiciones de igualdad a los foros donde se muรฑen las corrientes de opiniรณn y se conforman las ideologรญas. Late bajo esta justificaciรณn una concepciรณn de la libertad de expresiรณn como uno de esos โbienes posicionalesโ โel prestigio, la distinciรณn en el vestir o โser coolโโ cuya naturaleza como bien exige el disfrute de unos pocos de modo excluyente. Silenciar a los poderosos resulta en una mayor igualdad de todos, aunque sea mediante una nivelaciรณn โpor lo bajoโ (levelling down).
Nada mรกs lejos de la realidad, nada mรกs desnortado. En primer lugar porque la expresiรณn de las ideas no opera necesariamente como un bien posicional, como se desprende de la tesis de los vasos comunicantes. Es cierto que no todo el mundo puede aparecer en prime time, dirigirse a un auditorio rebosante en la Universidad de Harvard o publicar una op-ed en The New York Times, pero cuando alguien pretende defender con argumentos en un foro pรบblico la verdad del dimorfismo sexual no estรก con ello impidiendo que los miembros de la comunidad lgtbiq arguyan (eventualmente interpelando en ese mismo acto) lo contrario. No hay analogรญa posible en esas โcancelacionesโ con lo que ocurre con quien quiere estudiar en un colegio prestigioso, que obviamente no desea que tal posibilidad se universalice pues entonces la reputaciรณn โy subsiguientes ventajas o rentasโ de haber estudiado en tal lugar se desvanece.
Antes bien, lo que la cultura del oprobio estรก logrando imponer no es una efectiva redistribuciรณn o compensaciรณn en favor de los desfavorecidos o de las posiciones menos audibles en el debate pรบblico, sino el temor paralizante mediante la intimidaciรณn a quienes, no siendo precisamente personas de estatus consolidado, sino individuos que sรญ tienen mucho que perder profesional o acadรฉmicamente, podrรญan contribuir de forma fructรญfera mediante su disidencia a lo que se tiene por conveniente pensar, decir o suscribir. Se trata, a la postre, de la actitud escรฉptica, sospechosa o inconformista que sustenta como una de las vigas maestras el edificio del pensamiento ilustrado desde el siglo XVIII. Tรณmese como muestra el ostracismo al que se ha sometido al joven cientรญfico Colin Wright por contender que el exponencial incremento de casos de chicas adolescentes que pretenden transitar al sexo masculino en Suecia equivale a una forma de โcontagio socialโ que nos debe concernir.
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ยกVade retro!
Precisamente este aspecto de la coacciรณn sutil o expresa que lleva รญnsita la cultura censora, el silencio autoimpuesto por un clima de miedo es lo que mรกs debiera activar nuestro rechazo firme y la reivindicaciรณn de la tolerancia para con lo que nos disgusta escuchar o leer, incluso profundamente. Parafraseando la imagen empleada por Savio a la que aludรญa al inicio de estas pรกginas, la cultura del oprobio, con los rasgos y consecuencias apuntados, se revela como el corrosivo lรญquido que funde las bielas de una maquinaria que, como la democracia liberal, habrรญa de tener como objetivo procurar que los individuos se desarrollen como agentes autรณnomos, personas capaces de atreverse a pensar. Y ello por razones bien atisbadas por John Stuart Mill allรก por 1859, cuando, en su monumental Sobre la libertad, afirma: โPero el mal peculiar de silenciar la expresiรณn de una opiniรณn resulta en la sustracciรณn que supone a la especie humana, a la posteridad, asรญ como a la generaciรณn presente, a los que disienten de aquella, incluso mรกs de lo que roba a quienes la afirman. Si la opiniรณn es correcta se les priva de la oportunidad de trocar el error por la verdad; si es errรณnea pierden, lo que es casi tan beneficioso, la mรกs clara percepciรณn y viva impresiรณn de la verdad, la resultante de su colisiรณn con el errorโ (capรญtulo II).
En ningรบn otro รกmbito como en la universidad lo anterior debiera ser santo y seรฑa de todas sus actividades, como, de nuevo, nos recordaba Savio en 1964. Es inaceptable y contrario a ese espรญritu que un profesor hostigue y descalifique de manera insultante a sus alumnos,
((Asรญ ha ocurrido con Jaume Munich, profesor de Derecho Internacional Pรบblico de la UAB:
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pero ยฟdebe, por ejemplo, evitarse discutir en clase la legitimidad del matrimonio entre personas del mismo sexo? Cheryl Abbate, profesora en la Universidad de Marquette (Indiana), asรญ lo estimรณ cuando afrontaba, discurriendo el aรฑo 2014, una de las sesiones de su curso sobre Teorรญa รtica en el que correspondรญa indagar sobre el principio de igual libertad de John Rawls. Para ello conminรณ a sus estudiantes a que dieran con ejemplos que vulneraran tal principio. Se suscitรณ el caso de la prohibiciรณn de las armas, el uso de cinturones de seguridad, y alguien sugiriรณ tambiรฉn la prohibiciรณn del matrimonio entre personas del mismo sexo. La profesora preguntรณ si alguno no lo veรญa asรญ, y propuso que si era el caso, es decir, si consideraba que cabรญa prohibir esos matrimonios sin comprometer el principio, lo discutiera con ella fuera del aula, pues de otro modo cabrรญa herir la sensibilidad de los estudiantes gays. Concluida la sesiรณn un estudiante se aproximรณ a ella, y, ademรกs de exponer sus argumentos para considerar que sรญ cabรญa la prohibiciรณn sin merma de la libertad personal, afeรณ a la profesora Abbate que no hubiera permitido discutirlo durante la clase, a lo que la profesora respondiรณ indicando que no iba a tolerar expresiones racistas, sexistas u homรณfobas en pรบblico. El incidente tuvo ulteriores ramificaciones cuando un profesor de Ciencia Polรญtica de su misma universidad, John McAdams, se hizo eco del mismo, asรญ como la cadena Fox, y la universidad decidiรณ tomar cartas en el asunto contra McAdams por entender que con su denuncia habรญa servido a una fenomenal campaรฑa de difamaciรณn de la profesora Abbate en redes sociales.
((Los tribunales han dado finalmente la razรณn a McAdams en su litigio contra Marquette. La historia se cuenta detalladamente aquรญ: y aquรญ:. Para una versiรณn de la propia profesora Abbate, se puede consultar la siguiente entrevista:
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Pocos ejemplos se hallarรกn donde todas las perversiones de estos tiempos de iracundia y cultura del oprobio se conciten de manera tan aleccionadora, y pocas instancias como la del episodio de Abbate pueden servir como ilustraciรณn de lo que tambiรฉn nos ha recordado oportunamente Jason Stanley a propรณsito del argumento milliano con el que enfrentarnos a la cultura de la censura: la discusiรณn que es provechosa incluso cuando se expresa lo falso o equivocado, exige, como el duelo, ciertos requisitos, entre los que se incluye el respeto a nuestro auditorio y la honestidad de quien no anhela la manipulaciรณn sino poder expresar libremente lo que en un contexto histรณrico y social determinado es disonante, molesto o perturbador.
((http
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Siendo que tambiรฉn nos debe preocupar la infecciรณn consistente en la diseminaciรณn deliberada de las medias verdades o las falsedades conscientes con las que cabe conformar odiosamente las conciencias de la mayorรญa y asรญ hacerla eventualmente proclive a la tiranรญa polรญtica, nos corresponde decidir si hemos de estar dispuestos a pagar el precio consistente en imposibilitar el pluralismo y la heterodoxia que resulta de una cultura proclive a garantizar la mรกxima libertad de expresiรณn que sea compatible con la igual libertad de expresiรณn de todos, por acudir a la conocida fรณrmula rawlsiana. A mi juicio, la censura y el oprobio que caracterizan la cancel culture no son solo normativamente condenables en sus despliegues actuales, sino ineficaces y contraproducentes si la pretensiรณn, noble y atendible por lo demรกs, es evitar el trรกnsito que fรกcilmente puede mediar entre la demagogia y el populismo fascista en cualquiera de sus variantes. ~
Pablo de Lora es catedrรกtico de filosofรญa del derecho en la Universidad Autรณnoma de Madrid. Es autor de "Lo sexual es polรญtico (y jurรญdico)" (Alianza, 2019).