Un dĆa de 1995, un hombre gordo y grande de mediana edad atracĆ³ dos bancos en Pittsburgh a plena luz del dĆa. No llevaba mĆ”scara ni ningĆŗn tipo de disfraz. Y sonriĆ³ a las cĆ”maras de seguridad antes de salir de cada banco. Esa noche, la policĆa arrestĆ³ a un sorprendido McArthur Wheeler. Cuando le enseƱaron las grabaciones de seguridad, Wheeler las observĆ³ incrĆ©dulo. Pero si me habĆa puesto el zumo, murmurĆ³. Aparentemente, Wheeler pensaba que si se frotaba zumo de limĆ³n en la piel se harĆa invisible para las cĆ”maras de vigilancia. Al fin y al cabo, el zumo de limĆ³n se usa como tinta invisible: asĆ que, mientras no se acercara a una fuente de calor, podrĆa ser completamente invisible.
La policĆa llegĆ³ a la conclusiĆ³n de que Wheeler no estaba loco o drogado, solo increĆblemente equivocado.
La historia llamĆ³ la atenciĆ³n del psicĆ³logo de la Universidad de Cornell David Dunning, que llamĆ³ a su alumno Justin Kruger para que la analizara. Su argumento era que, mientras que casi todo el mundo tiene una opiniĆ³n favorable de sus habilidades sociales e intelectuales, algunas personas evalĆŗan equivocadamente sus habilidades y las consideran muy superiores a lo que realmente son. Esta ilusiĆ³n de confianza es lo que se denomina el efecto Dunning-Kruger, y describe el sesgo cognitivo que exagera la autoevaluaciĆ³n.
Para investigar este fenĆ³meno en el laboratorio, Dunning y Kruger diseƱaron algunos inteligentes experimentos. En uno de ellos, presentaron a varios estudiantes universitarios una serie de preguntas sobre gramĆ”tica, lĆ³gica y chistes, y luego pidieron a cada estudiante que estimara su nota total, al igual que su nivel en comparaciĆ³n con los otros estudiantes. Curiosamente, los estudiantes que sacaron las notas mĆ”s bajas en estas pruebas cognitivas siempre sobreestimaron lo bien que lo hicieron, y por mucho. Ā”Los estudiantes que obtuvieron las notas en el cuartil mĆ”s bajo estimaron que lo habĆan hecho mejor que los dos tercios de los otros alumnos!
La ilusiĆ³n de la confianza va mĆ”s allĆ” del aula y permea el dĆa a dĆa. En un estudio posterior, Dunning y Kruger dejan el laboratorio y van a un campo de tiro, donde preguntan a aficionados a las armas sobre seguridad. Al igual que sus descubrimientos anteriores, los que respondieron menos preguntas correctamente sobrevaloraron considerablemente su conocimiento sobre armas de fuego. MĆ”s allĆ” del conocimiento factual, el efecto Dunning-Kruger puede observarse tambiĆ©n en la autoevaluaciĆ³n personal de una mirĆada de habilidades personales. Si ves cualquier concurso de talentos en la televisiĆ³n, observarĆ”s la sorpresa en las caras de los participantes que no superan las audiciones y que son rechazados por los jueces. Aunque es casi cĆ³mico para nosotros, esas personas no son conscientes de hasta quĆ© punto les engaƱa su superioridad ilusoria.
Es obvio que la gente sobreestima sus capacidades. Un estudio descubriĆ³ que un ochenta por ciento de los conductores se considera por encima de la media, una imposibilidad estadĆstica. Y se han encontrado tendencias similares cuando la gente evalĆŗa su popularidad relativa y sus habilidades cognitivas.
El problema es que cuando la gente es incompetente no solo llega a las conclusiones equivocadas y toma decisiones desafortunadas, sino que tambiĆ©n se ve privada de la capacidad de percatarse de sus errores. En un estudio donde participaron alumnos universitarios y que se prolongĆ³ durante un semestre, los buenos estudiantes podĆan predecir mejor su rendimiento en exĆ”menes futuros cuando se les daba informaciĆ³n sobre sus notas y su percentil relativo. Sin embargo, los que tuvieron un rendimiento mĆ”s bajo no reconocĆan su error, a pesar de que se les informaba con claridad y a menudo de que lo estaban haciendo mal. En vez de estar confundida, perpleja o confusa sobre sus errores, la gente incompetente insiste en que su forma de hacer las cosas es la correcta. Como escribiĆ³ Charles Darwin en El origen del hombre (1871): āLa ignorancia genera confianza con mĆ”s frecuencia que el conocimiento.ā
Curiosamente, la gente realmente inteligente tambiĆ©n suele fallar al evaluar sus capacidades. Al igual que los estudiantes que suspenden sobreestiman sus capacidades, los estudiantes de diez subestiman sus capacidades. En su clĆ”sico estudio, Dunning y Kruger encontraron que los estudiantes con mayor rendimiento, aquellos cuyas habilidades cognitivas estaban en el cuartil mĆ”s alto, infravaloraban su competencia relativa. Estos estudiantes presuponĆan que, si esas tareas cognitivas les resultaban fĆ”ciles, era porque a todos les parecĆan tan fĆ”ciles como a ellos o incluso mĆ”s. Este llamado sĆndrome del impostorĀpuede considerarse el opuesto al efecto Dunning-Kruger: los alumnos brillantes son incapaces de reconocer sus talentos y piensan que otros son igualmente competentes. La diferencia es que la gente competente puede y suele ajustar su autoevaluaciĆ³n si obtiene informaciĆ³n, mientras que los individuos incompetentes no.
Y ahĆ estĆ” la clave para no terminar como el poco avispado atracador de bancos. A veces intentamos cosas que tienen resultados favorables, pero otras veces, como en el caso del zumo de limĆ³n, nuestros intentos son imperfectos, irracionales, ineptos o simplemente estĆŗpidos. El truco estĆ” en no dejarse engaƱar por las ilusiones de superioridad y aprender a reevaluar nuestra competencia con exactitud. DespuĆ©s de todo, como supuestamente dijo Confucio, el verdadero conocimiento es saber el alcance de nuestra ignorancia. ~
Publicado originalmente en Aeon.
TraducciĆ³n del inglĆ©s de Ricardo Dudda.
Es editora de Knowing Neurons. Estudia un doctorado en neurociencia en la Universidad de California, Los Ćngeles