Ilustraciรณn: Hugo Alejandro Gonzรกlez

Marx para nuestra era

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El siglo XXI ha dado ya la bienvenida de nuevo a Karl Marx (1818-1883), porque asume que se esfumรณ y ahora ha vuelto para perseguirnos. Despuรฉs de las crisis financieras de 2008, su cara leonina apareciรณ en portadas de revistas internacionales, en reportajes de la prensa seria, en documentales y artรญculos de internet. Las preguntas โ€œยฟPor quรฉ ahora?โ€ y โ€œยฟPor quรฉ Marx?โ€ pueden responderse con facilidad: el capitalismo de pronto parecรญa inestable, inmanejable, peligrosamente frรกgil y angustiosamente amenazante. Es posible que hubiera caรญdo en una espiral decreciente imparable, que empujaba a individuos, familias, naciones enteras a la penuria y la supervivencia. Tambiรฉn parecรญa ser inmensamente injusto y estar repleto de dramรกticas contradicciones internas: los bancos โ€œdemasiado grandes para quebrarโ€ serรกn rescatados con dinero del contribuyente, el fraude y la irresponsabilidad quedarรกn impunes, los superricos que se beneficiaron de los parches oligรกrquicos al sistema mantendrรกn sus elevados patrimonios. Ya no resultaban creรญbles las llamadas al riesgo, la competencia, los mercados โ€œlibresโ€ y el aumento de los estรกndares de vida para todos. Asรญ que, ยฟquรฉ otra cosa รญbamos a pensar?

Como el crรญtico mรกs riguroso y sistemรกtico del capitalismo que ha habido hasta la fecha, autor de un denso tratado sobre el tema e icรณnico intelectual revolucionario y โ€œvieja gloriaโ€, Marx parecรญa el candidato mรกs adecuado para instruir a los lectores del Financial Times, Der Spiegel, incluso los del Time y Newsweek. Marx era una figura consolidada en el currรญculum de las humanidades y alguien mรกs colorido que los grises economistas teรณricos (incluido el encantador John Maynard Keynes). Su cรฉlebre barba poblada nos garantizaba una mirada alternativa y nos aseguraba una vibrante conversaciรณn pรบblica.

Los dรฉbiles y distantes ecos de la Guerra Frรญa, el Este contra Occidente, los ciudadanos amantes de la libertad contra los sujetos esclavizados por las tiranรญas tras el telรณn de acero… toda esa notoriedad de mediados del siglo XX en realidad favoreciรณ a Marx, ya que lo hizo indeleblemente histรณrico sin (acaso de manera sorprendente) demonizar su pensamiento por completo o desacreditar su intelecto. Un gran nรบmero de biografรญas, comentarios, crรญticas filosรณficas y polรฉmicas polรญticas intentaron destronarlo, en particular desde principios de la dรฉcada de los cincuenta hasta bien entrados los ochenta, justo hasta la caรญda del Muro de Berlรญn en 1989. Pero tambiรฉn surgiรณ una corriente contraria en los sesenta, que finalmente superรณ el discurso anticomunista, antisoviรฉtico y anti-Marx del โ€œterror estalinistaโ€ y la โ€œChina rojaโ€.

Dos libros breves de finales de los aรฑos treinta habรญan sentado ya las bases: From Hegel to Marx (1936), de Sidney Hook, escrito y publicado en Estados Unidos, y Karl Marx, de Isaiah Berlin (1939), escrito y publicado en Reino Unido. Aunque no son acrรญticos con Marx, y no son ajenos a las opiniones polรญticas de los propios autores, estos dos libros establecieron un importante gรฉnero: en ellos, Marx era elevado por primera vez a la principal fila de la filosofรญa europea por pensadores que โ€“a pesar de ser muy jรณvenes cuando los escribieronโ€“ se convirtieron en estudiosos de prestigio e hicieron sus carreras en los niveles mรกs elevados de la academia (la Universidad de Nueva York y All Souls en Oxford, respectivamente). Aunque escribรญan en inglรฉs, ambos manejaban con soltura el alemรกn y โ€“al menos para los estรกndares de la รฉpocaโ€“ eran investigadores informados que usaban fuentes primarias. A pesar de las vicisitudes de sus opiniones personales y posiciones polรญticas a lo largo de los aรฑos, estos volรบmenes sobrevivieron, y solo fueron objeto de controversia dentro de la academia.

Este acercamiento acadรฉmico y levemente filosรณfico gozaba de un amplio consenso cuando el โ€œMarx humanistaโ€ llegรณ a los titulares en los aรฑos sesenta y se subiรณ a la ola de las protestas estudiantiles, el activismo religioso, la rebeliรณn del tercer mundo y las guerras de liberaciรณn nacional. La versiรณn estalinista o maoรญsta de Marx y los hermรฉticos debates enfocados hacia el Este que crearon parecรญan sin duda obsoletos en Amรฉrica Latina, en el Segundo Concilio Vaticano, en las barricadas que contra la guerra formaron estudiantes en Estados Unidos y Francia, y en cualquier otro lugar donde la polรญtica arrogante de los Grandes Poderes habรญa provocado delitos o catรกstrofes.

El โ€œMarx humanistaโ€ fue un intelectual de primer orden sujeto a debate, en lugar de un icono comunista destinado a ser adorado o difamado. Era joven: a mediados de sus veinte habรญa escrito textos, hasta ahora poco conocidos, que resultaban desconcertantes y simpรกticos โ€“y ademรกs estaban incompletosโ€“. Sus Manuscritos econรณmicos y filosรณficos de 1844 se publicaron en 1932 pensando en los especialistas alemanes, empezaron a circular entre intelectuales franceses a finales de los aรฑos cuarenta y llegaron al mundo anglรณfono de finales de los aรฑos cincuenta. Aparecieron muchas versiones inglesas que arrasaron en ventas, pero ni los comunistas ni los combatientes anticomunistas de la Guerra Frรญa tenรญan nada que decir sobre ellos, ya que los conceptos incluidos โ€“los mรกs famosos son โ€œalienaciรณnโ€ y โ€œser genรฉricoโ€โ€“ no habรญan aparecido en las ortodoxias con las que habรญan operado ideolรณgicamente tanto marxistas como antimarxistas. La mayorรญa de la gente podรญa identificar la imagen de Marx y registrarlo como un intelectual de altura. Muchos asumirรญan โ€“por los ecos de la Guerra Frรญaโ€“ que era ruso (y no lo era), pero al descubrir que era alemรกn muchos anglรณfonos lo encontraron igual de extraรฑo, aunque todavรญa atractivo.

Tanto Stalin como Mao habรญan ayudado a extender las lecciones โ€œoficialesโ€ sobre el pensamiento de Marx โ€“con el debido reconocimiento de su influyente amigo Friedrich Engelsโ€“ y hubo intelectuales, comprometidos con ambos bandos, que eran mรกs que expertos en el lenguaje arcano del materialismo โ€œdialรฉcticoโ€ e โ€œhistรณricoโ€. Sin embargo, el nuevo โ€œMarx humanistaโ€ estaba muy apartado de todo esto, ya que sus manuscritos de 1844 eran โ€œhegelianosโ€ (sin la โ€œdialรฉcticaโ€ de nadie) e โ€œhistรณricosโ€ (sin el โ€œmaterialismoโ€ de nadie). A su manera, parecรญan muy originales, asรญ que el joven Marx podrรญa ser interpretado en sus propios tรฉrminos, anticipando a todos los marxismos y, por lo tanto, cualquier trinchera de la Guerra Frรญa, fuera intelectual o geogrรกfica. Uno de los primeros y mรกs influyentes libros de bolsillo de David McLellan se titulaba simplemente Marx before marxism (1970).

El โ€œMarx humanistaโ€ habรญa planteado la cuestiรณn de la economรญa, pero no del modo en que la popularizaron los economistas del siglo XX, tanto a nivel micro como macro, y tampoco como lo habรญan hecho los economistas marxistas en Moscรบ o Cambridge. Los viejos economistas ortodoxos ignoraron por completo a Marx y desestimaron la economรญa marxista porque la juzgaban polรญticamente sesgada y carente de rigor; mientras, los acadรฉmicos y apparรกtchiki versados en economรญa marxista despreciaron a los economistas ortodoxos y los consideraron defensores acrรญticos del capitalismo. Pero ambos lados compartรญan muchas presunciones y conceptos al teorizar sobre el capitalismo.

De manera refrescante, el โ€œMarx humanistaโ€ habรญa preparado el camino para un examen de la sociedad capitalista que asumรญa formas que superaban todos estos esfuerzos econรณmicos, de cualquier campo. La โ€œalienaciรณnโ€ no era ni economรญa ni marxismo, asรญ que encajรณ bien en la Nueva Izquierda de los sesenta. Funcionaba como una crรญtica polรญtica que requerรญa relativamente poco estudio, dada la brevedad de los manuscritos tempranos de Marx. En concreto, el โ€œMarx humanistaโ€ no necesitaba de ningรบn estudio de libros de texto de economรญa, dado que estos se basaban (y siguen basรกndose) en presunciones muy abstractas, asociales y ahistรณricas, y en un razonamiento a partir de evidencias que fรกcilmente se convierte en matemรกtico.

La teorรญa temprana de Marx sobre la alienaciรณn, sin embargo, era mucho menos vaga de lo que parece, ya que el concepto se refiere a la sensaciรณn de โ€œotredadโ€ o โ€œseparaciรณnโ€ o โ€œextraรฑamientoโ€. En estos manuscritos โ€“que ahora son canรณnicos y han sido ampliamente traducidos e incluidos en las listas de lecturas universitariasโ€“ Marx hablaba del capitalismo tal y como lo experimentaban los trabajadores y, aunque usaba tรฉrminos mรกs psicolรณgicos que sociolรณgicos, todavรญa eran histรณricamente especรญficos porque se referรญan a la producciรณn mecanizada, a la mano de obra asalariada y a condiciones reales o metafรณricas de la producciรณn en cadena.

Las โ€œalienacionesโ€ detalladas en las reflexiones de Marx eran de los trabajadores respecto a los productos, de los trabajadores respecto a los procesos, de los trabajadores respecto a los demรกs trabajadores y de los trabajadores respecto a su โ€œser genรฉricoโ€. Las tres primeras son fรกciles de imaginar (a pesar de no haber tenido, como les ocurre a muchos de sus lectores, experiencia en esas condiciones tan agotadoras), mientras que el รบltimo concepto era enigmรกticamente filosรณfico y apuntaba hacia un desajuste sistemรกtico con โ€œla condiciรณn humanaโ€ โ€“por citar el tรญtulo de otro libro muy leรญdo y claramente germรกnico, publicado por Hannah Arendt en 1958โ€“. Cualquier crรญtica sentimental, sin mucha organizaciรณn y en general rudimentaria de la modernidad industrial, podรญa ahora adoptar a Marx, desde la teologรญa de la liberaciรณn catรณlica hasta los activistas campesinos de Amรฉrica Latina.

Por lo tanto, el โ€œMarx humanistaโ€ podรญa claramente extenderse mucho mรกs allรก de su autodeclarado ateรญsmo, que defendiรณ hasta el cansancio, y sobreponerse a las persecuciones antirreligiosas que realizaban militantes comunistas en regรญmenes en apariencia marxistas. Filรณsofos como John Plamenatz, Istvรกn Mรฉszรกros, Allen W. Wood, Bertell Ollman, Kostas Axelos o David Leopold se olvidaron de la moralizaciรณn simplona sobre las fรกbricas y las condiciones de trabajo, que tenรญa un tono de sociologรญa industrial o psicologรญa pop, y se centraron en la idea de โ€œser genรฉricoโ€, que tenรญa que ver con una preocupaciรณn comรบn: ยฟquรฉ significa ser humano? ยฟY quรฉ significa autorrealizarse como tal, como โ€œgรฉneroโ€? ยฟQuรฉ hace a los humanos diferentes de otros animales exactamente? ยฟY cรณmo deberรญa organizarse la sociedad para cumplir con su โ€œesenciaโ€?

Los fragmentos de Marx proporcionaron algunas respuestas, aunque incompletas, desprovistas de referencias y notas (que los acadรฉmicos de filosofรญa aportaron con talento a lo largo de los aรฑos). Escribiรณ que los humanos cultivan sus ideas creativamente y por lo tanto hacen historia, a diferencia de los animales, cuya naturaleza es repetitiva e instintiva y muy limitada en el plano de la โ€œespecieโ€. Creรญa que los humanos pueden producir sus vidas sociales a la manera de cualquier especie, y pueden ademรกs rehacerse a sรญ mismos โ€“incluso en el plano fรญsico y sensorial, moral y culturalโ€“. Si la producciรณn industrial moderna pudiera deshacerse de la insensibilizaciรณn diaria (o de cosas peores) que provoca esta crisis de alienaciรณn en cuatro fases, al final los humanos podrรญan prosperar en un entorno social totalmente transformado. Estas relaciones no capitalistas de producciรณn, distribuciรณn, consumo e intercambio sin duda podrรญan permitir a los individuos alcanzar satisfacciรณn en una comunidad merecedora del potencial de la especie.

Asรญ, el nuevo โ€œMarx humanistaโ€ se colocaba junto a intelectuales idealistas, incluso religiosos, y no quedaba contaminado por el terror polรญtico estalinista o la Revoluciรณn Cultural maoรญsta. Era compatible con las miserias cotidianas y la angustia tanto del trabajo fabril como del desempleo crรณnico, y del consumismo burguรฉs estรฉril y la banalidad de la cultura de masas. El hombre unidimensional (1964) de Herbert Marcuse era una actualizaciรณn y retorno a los manuscritos de juventud de Marx, que su autor habรญa estado leyendo desde los aรฑos treinta en Alemania. Al desinflarse la ebulliciรณn de los sesenta y reinar el derrotismo, la coop- taciรณn, la desilusiรณn y el agotamiento, tambiรฉn el โ€œMarx humanistaโ€ desapareciรณ y se convirtiรณ en el tipo de discusiรณn que emociona a los estudiantes universitarios en sus trabajos acadรฉmicos y debates de seminario. El fin de este proceso fue la premiada y popular biografรญa del periodista Francis Wheen, Karl Marx. Una vida (1999), que redujo el โ€œhumanismoโ€ a lo โ€œhumanoโ€ en un estudio de carรกcter muy ameno.

La obra maestra de Marx, la famosamente ilegible y no leรญda El capital (1867), estaba sin duda a la espera de un redescubrimiento. De nuevo, el terreno estaba bien abonado, como suele suceder pรณstumamente, gracias a mรกs manuscritos desconocidos (esta vez del Marx de mediana edad). Esta compilaciรณn mucho mayor de (aรบn mรกs) materiales surgidos de sus notas tenรญa como tรญtulo Grundrisse o Elementos fundamentales para la crรญtica de la economรญa polรญtica. Originalmente publicados en dos volรบmenes (de 1939 a 1941), resurgieron en la Alemania de la posguerra en una reimpresiรณn de bolsillo, seguida de traducciones a principios de los setenta.

En fragmentos populares y discusiones acadรฉmicas, Grundrisse fue la segunda fase para los estudiantes del โ€œMarx humanistaโ€. Tenรญa algo de borrador enigmรกtico, muy disperso, un contenido muy bueno para debatir, y a menudo muy histรณrico. Pero estaba claramente centrado en el capitalismo como un fenรณmeno histรณrico รบnico, y en su formaciรณn social sistemรกtica. Aunque menos filosรณfica y mucho mรกs econรณmica que su prosa anterior, la escritura era agradable por su falta de rigor, en comparaciรณn con la tensiรณn argumentativa de los primeros capรญtulos del volumen uno de El capital (hasta donde solรญa llegar la mayorรญa de lectores antes de decidir que ya era suficiente).

En resumen, el primer volumen de El capital era una predecible tercera fase a la hora de regenerar a Marx (quizรกs a la manera de Doctor Who). Hacรญa tiempo que habรญa sido descartado por los economistas ortodoxos, y sus reflexiones arcanas y plomizas sobre el valor โ€“que adoraban muchos grupos de estudio marxistas hasta los aรฑos sesentaโ€“ habรญan tenido muy poco contacto con, o relevancia para, el rรฉgimen soviรฉtico, chino, cubano o vietnamita, o para la dinรกmica de las Grandes Potencias. Sin embargo, el renovado interรฉs en El capital, provocado por artรญculos financieros en los dos mil, no era un caso de regreso al futuro, ni reavivaba el interรฉs en las ortodoxias de la โ€œteorรญa del valor-trabajoโ€, la โ€œplusvalรญaโ€, la โ€œcomposiciรณn orgรกnica del capitalโ€, o incluso la โ€œtendencia decreciente de la tasa de gananciaโ€. Mรกs bien fue al revรฉs: el Marx humanista-filรณsofo se convirtiรณ en el Marx de los activistas antiglobalizaciรณn y los manifestantes de Occupy Wall Street preocupados por la economรญa.

Los movimientos de protesta, como las revoluciones, suelen pasar a la historia como fracasos, ya que las esperanzas y sueรฑos no suelen cumplirse del todo. Los lรญderes exaltados de hoy desaparecen a menudo en la oscuridad, o sufren los reproches propios de quienes suben al poder y hacen concesiones o diseรฑan retrocesos. Es importante recordar ahora que el movimiento espontรกneo Occupy era de verdad grande en nรบmero y muy amplio en tรฉrminos de extensiรณn geogrรกfica: hay estimaciones que sugieren que participaron casi mil ciudades en aproximadamente ochenta paรญses, con cientos de miles de personas involucradas, y que comenzรณ en 2011 y durรณ casi un aรฑo. Las actividades globalizadas interconectadas de las empresas superricas, las instituciones financieras y las agencias gubernamentales (incluida la defensa y la seguridad) fueron ridiculizadas en manifiestos, declaraciones y notas de prensa, donde se les considerรณ explotadoras, antidemocrรกticas e injustas.

En general, el neoliberalismo desempeรฑรณ un papel significativo dentro de estas crรญticas en relaciรณn al desmantelamiento de los Estados de bienestar y el aumento de las desigualdades entre naciones y economรญas, al igual que entre individuos y grupos de ingreso. Cualquier representaciรณn estadรญstica muestra que un pequeรฑo conjunto de personas (mayoritariamente hombres) posee tanto como el 50% de la humanidad, o que cualquier megabillonario tiene tanto dinero como numerosas economรญas nacionales juntas. Muchos polรญticos, empresarios, reguladores gubernamentales y famosos de izquierdas corrieron a subirse al carro, o al menos dieron muestras de simpatรญa.

Desde luego, Marx estaba presente en esto, aunque era mรกs una espectral รฉminence grise que un icono o estandarte (pues recordarรญa demasiado a antiguos escenarios de la Guerra Frรญa). Pero las ideas de sus รฉpocas activistas โ€“especialmente en el Manifiesto del Partido Comunista de 1848โ€“ han penetrado en guรญas de estudios como El rincรณn del vago y de ahรญ han pasado a la conciencia popular, hasta el punto de que la referencia bibliogrรกfica no se necesita, y ni siquiera servirรญa para nada. El Manifiesto se publicรณ de forma anรณnima, y Marx no se construyรณ entonces ni despuรฉs una imagen de gurรบ o lรญder de culto (mรกs bien, lo contrario). El Partido Comunista, del tรญtulo del Manifiesto, era una aspiraciรณn que compartรญa un pequeรฑo comitรฉ internacional, e incluso en las revoluciones de 1848 la agrupaciรณn se disolviรณ como tal cuando entrรณ en la disputa antiautoritaria entre las masas ampliamente democrรกticas y los grupos polรญticos. En 2011, las ideas de Marx y Engels circulaban libremente en internet en la compilaciรณn animada Communist manifestoon (que es excelente e imprescindible, por cierto).

El Marx actual, sin embargo, no es propiedad exclusiva de Occupy, pero aparece con facilidad en reportajes y comentarios ante puntos de referencia muy especรญficos. Un โ€œMarx de la metรกforaโ€ surge del volumen uno de El capital, ahรญ donde los periodistas y columnistas, siguiendo el espรญritu de los tiempos, buscan enfoques crรญticos y pegajosos sobre el capitalismo. El estilo importa mรกs que el contenido, y los tropos mรกs que las propuestas, y eso hace que la distancia de Marx con respecto a la econometrรญa le beneficie. El capital es ahora el libro en el que Marx retrata a los capitalistas como vampiros, que chupan la sangre de los niรฑos en las fรกbricas; como hombres lobo, que aรบllan hambrientos por presas trabajadoras; donde se describen economistas con โ€œcapuchas de nieblaโ€ para desaparecer las realidades de la explotaciรณn capitalista.

El Marx sarcรกstico y parรณdico tambiรฉn tiene un papel aquรญ, cuando retrata a los economistas como los torpes zopencos Seacole y Dogberry (de Mucho ruido y pocas nueces de William Shakespeare), y luego se mofa de ellos ante su muy evidente y aun asรญ hipรณcrita autocomplacencia. En resumen, la faceta crรญtica de Marx, pulida en las sucesivas reelaboraciones de su mayor obra publicada, ha pasado a primer plano porque presenta una perspectiva crรญtica pero legible del capitalismo. Bajo este enfoque estรก la nociรณn de que el capitalismo es de hecho un sistema, con propiedades esenciales que pueden, en principio, especificarse. Frente a las afirmaciones de que no hay alternativa, Marx argumenta de manera apasionada que los economistas ortodoxos simplemente han elegido los principios equivocados. O al menos su escritura ayuda a generar principios econรณmicos que ofrecen una รฉtica mรกs realista, un compromiso mรกs avanzado con la democracia y una exploraciรณn mรกs rigurosa de la relaciรณn entre mercado y libertad.

Eso no significa que Marx escriba todo esto en el volumen uno de El capital, o en ningรบn sitio. No lo hace. Pero no resolvemos nuestros problemas recitando el libro. Las metรกforas son potentes para transmitir un significado; de hecho las metรกforas son significados a medida que las construimos. No tienen por quรฉ ser el sustituto, o la puerta de entrada, a teorรญas mรกs rigurosas de proposiciรณn, silogismo y conclusiรณn. En realidad presentan el argumento de Marx a sus lectores, junto a su explicaciรณn formal. Tiene que ser asรญ, de lo contrario no estarรญan ahรญ. En esencia, Marx estรก diciendo (si bien con mis palabras) lo siguiente:

Querido lector: al igual que no crees en brujas, duendes y hadas, o en vampiros, hombres lobo y magia, tampoco deberรญas tener mucha fe en los conceptos y teorรญas de una economรญa que da por sentado al capitalismo, y que construye un homo economicus a su imagen y semejanza. Nuestra experiencia social del capitalismo es un producto histรณrico, un constructo humano, no una verdad eterna e imprescindible que proviene de la naturaleza humana, la voluntad de Dios o el progreso de la historia. Sabes que los sistemas sociales han sido radicalmente distintos en el pasado, que el dinero es un invento histรณrico relativamente reciente y que la espiral creciente de expansiรณn que beneficia a una pequeรฑa minorรญa (y que se correlaciona con las โ€œausteridadesโ€ impuestas al 99%, como dice el eslogan de Occupy) es un producto de las รบltimas dรฉcadas. Si las instituciones democrรกticas y las leyes de propiedad estรกn mรกs que nunca en el bando del 1% (o, en aรฑos mรกs recientes, el 0.01%, segรบn algunas observaciones), entonces es hora de luchar y โ€œยกrecuperar el control!โ€

Marx tambiรฉn nos alertรณ de que los privilegiados lucharรญan (o mรกs bien contratarรญan a gente mรกs pobre para que luchara por ellos) para mantener el sistema del que se benefician. Nos avisรณ incluso de que ni รฉl ni nadie mรกs puede pretender que el cambio social en oposiciรณn al capitalismo sea simple y fรกcil de realizar.

Una de las metรกforas mรกs potentes y ubicuas del volumen uno de El capital es el โ€œfetichismo de la mercancรญaโ€, a menudo interpretado de manera equivocada en un sentido neofreudiano para referirse a una preocupaciรณn excesiva por los productos comerciales y los valores publi- citarios. Eso no es lo que รฉl querรญa decir. โ€œRelaciones sociales entre cosas y relaciones โ€˜cosificadasโ€™ entre personasโ€ es mรกs acertado como resumen de lo que en realidad estรก mal. O, en otras palabras, hemos creado un mundo de mercados y precios (โ€œrelaciones sociales entre cosasโ€) que experimentamos como una realidad diaria y a menudo brutal (โ€œrelaciones โ€˜cosificadasโ€™ entre personasโ€). Asรญ, muchos de nosotros nos hemos convertido en el tipo de gente que se mezcla con las realidades econรณmicas y por lo tanto se acostumbra y normaliza, a menudo inconscientemente, cualquier brutalidad dentro del sistema. El โ€œenfoqueโ€ de Marx sobre el capitalismo es que el mundo social podrรญa ser de otra manera, menos brutal y destructivo, si nos organizamos para cambiarlo. Pero no cambiarรก si no lo hacemos. ~

 

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Traducciรณn del inglรฉs de Ricardo Dudda.

Publicado originalmente en Aeon.

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Es profesor de teoriฬa poliฬtica en la Universidad de Bristol. Su libro maฬs reciente es Marx (2017), incluido en la serie Polity Classic Thinkers.


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