Lo mรกs terrible de la pobreza, constataba Simmel, es ser pobre y nada mรกs que pobre, es decir, que la sociedad no pueda definirte mรกs que por el hecho de ser pobre.
Serge Paugam, Las formas elementales de la pobreza
La mayor parte de lo que nombramos no se ve. Observamos gestos cariรฑosos, pero no vemos el amor; atestiguamos actos de subordinaciรณn o pleitesรญa, pero no vemos el poder; presenciamos una escena de despojo o destituciรณn, pero no podemos ver, lo que se dice ver, la injusticia. El amor, el poder o la injusticia no son objetos, animados o inanimados, que podamos apreciar a travรฉs de la experiencia sensorial, sino que aprendemos a reconocerlos porque tenemos una idea construida de su existencia, de su apariencia e incluso de su vivencia. Estas ideas, burdas o refinadas, rรญgidas o plรกsticas, son convenciones que preceden nuestra experiencia directa del mundo y tienen la funciรณn de dotar de definiciรณn y contenido a los fenรณmenos complejos.
El uso de estas prenociones para aprehender la realidad es propio de legos y expertos. Pero una diferencia entre ambos es que los segundos tienen la obligaciรณn de vigilar constantemente la posiciรณn desde la que describen y comprenden la realidad, advirtiendo que la imposibilidad de desarrollar una visiรณn total de las cosas, una que abarque todas sus manifestaciones en el tiempo y el espacio, produce sesgos, omisiones y errores que tienen consecuencias y deben hacerse explรญcitos. Todo curso de metodologรญa que valga la pena tomar debe empezar por hacer esta distinciรณn entre la realidad y las formas de hacerla observable, comprensible e incluso mensurable a travรฉs de los conceptos. Sin embargo, aunque parezca obvia, esta diferencia se olvida con frecuencia, llevรกndonos a creer que la definiciรณn de una cosa es la cosa y no lo que es en verdad: un recorte de la realidad que hemos seleccionado para explicarla e intervenirla, pero cuya delimitaciรณn no solo no es total, sino que puede dejar fuera otras descripciones.
La pobreza es un fenรณmeno que ha tenido en el centro estas preocupaciones epistemolรณgicas y metodolรณgicas desde el inicio de su historia como un โproblema socialโ. Dada la gravedad de sus implicaciones sobre la vida individual y colectiva, aproximarse a una definiciรณn que permita asirla, caracterizarla cualitativa y cuantitativamente, identificarla en personas y territorios y operar en sus procesos de causalidad, es fundamental. Sin embargo, es ampliamente reconocido que este proyecto nunca ha sido meramente cientรญfico, sino tambiรฉn polรญtico y moral. La forma de entender la pobreza, de nombrarla y seรฑalarla donde se crea que existe, refleja la visiรณn de una sociedad sobre los estรกndares de vida que le parecen inadecuados o insuficientes, segรบn las circunstancias del contexto. La pobreza o, en este caso, la idea de la pobreza expresa los lรญmites de lo que se considera aceptable, las fronteras de lo que se concibe como una experiencia humana digna, vivible. Estas nociones involucran criterios no solo tรฉcnicos, sino tambiรฉn รฉticos que con frecuencia son utilizados para valorar tanto las condiciones de existencia de las personas como a las personas mismas.
En este texto reviso brevemente algunas definiciones de la pobreza, invitando a la reflexiรณn sobre sus implicaciones, tanto en la representaciรณn del fenรณmeno y de sus soluciones como de los sujetos en pobreza o susceptibles a ella. Para ello, recurro tanto a los argumentos elaborados desde perspectivas econรณmicas como sociolรณgicas, dos disciplinas que se han ocupado profusamente de la materia, pero con diferencias en sus procesos, relaciones y actores.
Dilemas clรกsicos en torno a la definiciรณn e identificaciรณn de la pobreza
En la evoluciรณn de las ideas sobre la pobreza existen dilemas que se han mantenido como tensiones de fondo y que coexisten apretadamente con el imperativo moral que implica su atenciรณn inmediata. Una de ellas es la amplitud de dimensiones o privaciones que pueden caracterizar un estado de pobreza: ยฟse trata de un estado de privaciรณn estrictamente econรณmica o incluye otras formas de participaciรณn en la sociedad?, ยฟdebe constreรฑirse a aspectos objetivos โeconรณmicos, materialesโ o incorporar tambiรฉn elementos de la experiencia subjetiva de las personas โepisodios de vergรผenza, humillaciรณn o indignidad?, ยฟes mejor que su definiciรณn incluya รบnicamente los aspectos en los que el Estado puede intervenir o debe incorporar dimensiones que ataรฑan a otros actores sociales, como el mercado o las comunidades?
La manera de responder a estas preguntas entraรฑa nociones de lo que se entiende por desarrollo o bienestar en contextos especรญficos, de lo que se considera una vida no solo soportable, sino valiosa y preferible, y de lo que se acepta o tolera como un estado mรญnimo irreductible a partir del cual se considera que existe la pobreza. De cรณmo se resuelvan estas interrogantes tambiรฉn se desprende la comprensiรณn sobre lo que limita las oportunidades de las personas para acceder a vidas aceptables, lo que se requiere para trascender dichos constreรฑimientos e, incluso, en quiรฉn descansa la responsabilidad de garantizar niveles de vida satisfactorios.
Esta discusiรณn ha implicado reflexiones profundas y sostenidas sobre la naturaleza, la relevancia y la transformaciรณn de las necesidades humanas, sobre su multiplicidad e interrelaciones, su universalidad o especificidad contextual, su carรกcter absoluto o relativo, sobre las formas no solo viables sino legรญtimas de satisfacerlas โcomer desperdicios de la basura puede ser una salida al hambre, pero ciertamente no es una alternativa socialmente validadaโ y sobre cรณmo la intensidad de su privaciรณn puede ser considerada o no como una situaciรณn de pobreza.
Algunos de los trabajos mรกs cรฉlebres en torno al estudio de las necesidades humanas y su relaciรณn con la pobreza analizan las primeras desde perspectivas que se centran en aquellas que deben ser satisfechas para realizar actividades productivas y reproductivas โcomo los estudios de Joseph Rowntree a principios del siglo XXโ. Otros โpor ejemplo, los famosos estudios de Maslow, los desarrollos de Len Doyal e Ian Gough o las reflexiones de David Wigginsโ incluyen un conjunto de requerimientos que se consideran igualmente bรกsicos para que las personas no solo sobrevivan fisiolรณgicamente y (se re)produzcan, sino tambiรฉn para que se vinculen con otros sujetos y desarrollen sentido de pertenencia, protecciรณn y autorrealizaciรณn.
En todo caso, como seรฑalan Doyal y Gough, lo grave de la insatisfacciรณn de las necesidades es el daรฑo que pueden provocar, entendiendo el daรฑo como el perjuicio derivado de la incapacidad de obtener lo que se considera bueno o virtuoso en un contexto especรญfico y que es, a la postre, lo que distinguirรญa a una necesidad de meros deseos.
{{Len Doyal e Ian Gough, A theory of human need, Londres, Macmillan, 1991.}}
Cuรกntas necesidades insatisfechas y de quรฉ tipo constituyen un escenario de privaciรณn que pueda identificarse como pobreza es una discusiรณn vigente que generalmente termina por resolverse introduciendo dimensiones, indicadores y umbrales.
En la medida en que la experiencia humana es sumamente compleja y los รกmbitos para su desarrollo pleno son mรบltiples, las definiciones de la pobreza han tendido a alejarse gradualmente de conceptualizaciones unidimensionales, tรญpicamente centradas en los recursos econรณmicos y, mรกs especรญficamente, en el ingreso. Aunque este sigue siendo un aspecto central de la subsistencia en sociedades basadas en economรญas de mercado en las que gran parte de los satisfactores son mercancรญas, ha ido ganando terreno el reconocimiento de otras dimensiones que hacen explรญcitas las privaciones de oportunidades vitales que pueden estar obstaculizadas no solo por factores relacionados con la escasez de dinero, sino tambiรฉn con la capacidad de las instituciones para garantizar derechos econรณmicos y sociales.
El recorrido de una visiรณn unidimensional y predominantemente econรณmica a otra multidimensional y abierta a elementos de la vida social y subjetiva de las personas es un camino pavimentado, entre otros, por trabajos seminales como los de Peter Townsend o Amartya Sen, en los que reexaminan โcada uno desde enfoques diferentesโ el papel de la privaciรณn en la vida de las personas, pensadas no solo como individuos sino como sujetos situados en contextos sociohistรณricos y culturales especรญficos. A estos autores debemos uno de los debates mรกs relevantes โy por momentos acaloradoโ sobre el carรกcter absoluto o relativo de las necesidades y su insatisfacciรณn. Mientras Sen advierte que la pobreza es una nociรณn absoluta que denota la privaciรณn de necesidades esenciales y universales que, sin embargo, admiten satisfactores relativos a cada contexto,
{{Amartya Sen, โPoor, relatively speakingโ, Oxford Economic Papers, vol. 35, nรบm. 2, julio de 1983, pp. 153-169; extractos traducidos en Amartya Sen, 2003, โPobre, en tรฉrminos relativosโ, Comercio Exterior, vol. 53, nรบm. 5, mayo de 2003, p. 335.}}
Townsend considera que incluso las necesidades mรกs bรกsicas son relativas a las circunstancias especรญficas.
El debate sobre la naturaleza relativa o absoluta de la pobreza y la definiciรณn de las necesidades como hechos objetivos o constructos sociales es absolutamente fundamental. Si la pobreza se reduce a privaciones econรณmicas, se deja en manos del mercado la satisfacciรณn de las necesidades; sin embargo, aunque es รบtil, tratar de mejorar la posiciรณn de las personas frente al mercado no basta, en particular porque se trata de un actor que sigue reglas que escapan al conocimiento y el control de las y los ciudadanos comunes y sus intereses estรกn comprometidos con la acumulaciรณn de riqueza, no con el bienestar de la poblaciรณn.
((Peter Townsend, Poverty in the United Kingdom. A survey of household resources and standards of living, Berkeley, University of California Press, 1979 y โLa conceptualizaciรณn de la pobrezaโ, Comercio Exterior, vol. 53, nรบm. 5, mayo de 2003, Banco de Mรฉxico, pp. 445-452.))
De ahรญ la relevancia de que las conceptualizaciones de la pobreza incluyan en su definiciรณn otras dimensiones que evidencien las privaciones que los sujetos experimentan para participar en la sociedad de otras maneras que no sean el consumo. En este sentido, el caso de Mรฉxico en materia de definiciรณn y mediciรณn de la pobreza resulta interesante. Desde 2008 la mediciรณn oficial de la pobreza adoptรณ un enfoque multidimensional que implicรณ pasar del cรกlculo de lรญneas de pobreza por ingresos a una mediciรณn que, sin dejar de lado la dimensiรณn econรณmica, incluye un conjunto de aspectos relevantes para el desarrollo social, como el acceso a educaciรณn, salud, alimentaciรณn, seguridad social y vivienda.
{{Para mรกs informaciรณn vรฉase Consejo Nacional de Evaluaciรณn de la Polรญtica de Desarrollo Social (Coneval), Metodologรญa para la mediciรณn multidimensional de la pobreza en Mรฉxico, Ciudad de Mรฉxico, Coneval, 2018.}}
El trรกnsito de una definiciรณn a otra y el cambio en sus correspondientes metodologรญas fueron el resultado de un acuerdo materializado en la Ley General de Desarrollo Social de 2004, que reconoce en cada una de estas dimensiones derechos sociales cuyo ejercicio debe estar garantizado por el Estado. Esto implica que, para todo efecto prรกctico, la pobreza constituye una violaciรณn de derechos humanos. La metodologรญa desarrollada bajo estas premisas considera que una persona estรก en pobreza cuando sus ingresos son insuficientes para adquirir canastas bรกsicas alimentarias y no alimentarias y, ademรกs, experimenta privaciones en alguna de las otras dimensiones consideradas.
Con estas definiciones el paรญs ha podido dar cuenta de un estancamiento notable de la pobreza (de 44% de la poblaciรณn en 2008 a 41.9% en 2018 y 43.9% en 2020
{{Entre 2018 y 2020 la metodologรญa oficial de mediciรณn de la pobreza incorporรณ cambios normativos y tรฉcnicos que limitan la comparaciรณn entre los datos previos a 2018 y los posteriores, por lo que el Coneval iniciรณ una nueva serie.}}
) que inicia con la crisis econรณmica de 2008 y no ha logrado recuperarse hasta la fecha. La pobreza extrema, en cambio, muestra una reducciรณn apenas mรกs notoria (de 11% en 2008 a 7.4% en 2018 y 8.5% en 2020) que obedece mรกs a la reducciรณn de las carencias sociales โespecialmente en el รกmbito de la salud, medido a travรฉs de la afiliaciรณn a los servicios y programas del sectorโ que a mejorรญas en el componente del ingreso.
((La informaciรณn estรก disponible en el Anexo estadรญstico de pobreza en Mรฉxico.))
Entre las ventajas de este enfoque destacan la posibilidad de trascender una visiรณn centrada en el ingreso, identificar quรฉ espacios del desarrollo se encuentran mรกs rezagados, orientar las demandas pรบblicas hacia las instancias encargadas de cada รกmbito y diseรฑar una planeaciรณn integrada del bienestar. La metodologรญa tambiรฉn ha recibido crรญticas, como la decisiรณn de definir la pobreza a partir del criterio de intersecciรณn entre lo econรณmico con lo social y no de uniรณn, es decir, que considere en pobreza a toda persona que experimente privaciones en un espacio o el otro; la selecciรณn de los umbrales minimalistas para identificar privaciones tanto en cada dimensiรณn como a nivel global; o la ausencia de dimensiones consideradas igualmente relevantes: el tiempo, el medio ambiente o aspectos relativos a la dinรกmica laboral.
((Para conocer con mayor profundidad estas crรญticas, vรฉase Julio Boltvinik, โMediciรณn multidimensional de pobreza. Amรฉrica Latina de precursora a rezagadaโ, Sociedad & Equidad, nรบm. 5, enero de 2013, pp. 4-29, o Ricardo Aparicio y Paloma Villagรณmez, โReflexiones sobre la metodologรญa de mediciรณn multidimensional de la pobreza en Mรฉxico a una dรฉcada de su instrumentaciรณnโ, en Fernando Cortรฉs (coord.), Mediciรณn multidimensional de la pobreza en Mรฉxico, Ciudad de Mรฉxico, FLACSO, 2020.))
Mรกs aรบn, aunque no es un defecto del desarrollo metodolรณgico, tambiรฉn se puede cuestionar que su uso para el diseรฑo e instrumentaciรณn de intervenciones pรบblicas equipare concepto, mediciรณn y poblaciรณn objetivo. Efectivamente, al momento de operar en la realidad, se mezclan los criterios de la definiciรณn con los del fenรณmeno y, sobre todo, con los de los sujetos que lo experimentan, cuando la verdad es que la definiciรณn de la pobreza no abarca la totalidad de sus manifestaciones ni estas la experiencia humana de quienes viven en esta condiciรณn. Como ya he seรฑalado, la definiciรณn de la pobreza es un recorte analรญtico orientado por directrices tรฉcnicas y polรญticas que no reflejan la totalidad del fenรณmeno. No distinguir entre este, su manifestaciรณn observable y su experiencia, tiene consecuencias en la construcciรณn de las narrativas dominantes de la pobreza y sus sujetos, una discusiรณn que ha tenido lugar predominantemente en el campo de la sociologรญa y cuyas premisas principales reviso a continuaciรณn.
Los sujetos de la pobreza: aportes de la aproximaciรณn sociolรณgica
Para la sociologรญa interesada en la pobreza algunos de los dilemas centrados en su definiciรณn y cuantificaciรณn tienden a esencializarla, es decir, reducirla a expresiones mรญnimas que se asumen inherentes y naturales. Para esta disciplina, la pobreza constituye, ante todo, una relaciรณn social basada en el poder; en la sociologรญa fundacional, la pobreza y la inequidad entre pobres y no pobres son funciones del bienestar social (Durkheim), un desenlace esperado de las relaciones de poder y dominaciรณn (Weber) o una consecuencia de la explotaciรณn propia del sistema capitalista moderno (Marx).
Algunas reflexiones previas โque se remontan hasta el siglo XVI y a las โleyes de pobresโโ colocaban a la pobreza en el espacio de lo moral y justificaban su existencia considerรกndola el resultado del comportamiento imprudente o moralmente insolvente de quienes la experimentan. Estas ideas hallaron eco a travรฉs de los aรฑos, hasta encontrar en los aรฑos sesenta y setenta del siglo XX un nuevo vigor en la teorรญa de la cultura de la pobreza, encabezada por el antropรณlogo Oscar Lewis. Este marco sostiene que la pobreza y su reproducciรณn obedecen al hecho de que โlos pobresโ, al descubrirse marginados por la sociedad, crean para sรญ un conjunto de normas, valores y referentes culturales que regulan su comportamiento y orientan sus aspiraciones, diferenciรกndose de los cรณdigos morales de quienes no experimentan esta condiciรณn. Este repertorio cultural serรญa transmitido de manera intergeneracional, garantizando la herencia de la disposiciรณn a la pobreza, caracterizada por la ausencia de voluntad para el trabajo, la tendencia a comportamientos nocivos e incluso violentos, la desintegraciรณn y el conflicto familiar y, en general, una propensiรณn a tomar โmalas decisionesโ.
((Para un repaso de estas perspectivas, vรฉase Tracy Shildrick y Jessica Rucell, Sociological perspectives on poverty, Joseph Rowntree Foundation, 2015.))
La idea de que la pobreza es obra de quienes la padecen ha demostrado ser muy resistente y sobrevive con vitalidad en nuestros dรญas, en los que el dispositivo ideolรณgico de la meritocracia distribuye pรฉrdidas y ganancias en funciรณn de una idea del esfuerzo personal, frecuentemente omisa ante las desigualdades en el acceso a oportunidades y privilegios, y el deterioro estructural de los espacios e instituciones que solรญan integrar a las personas a la sociedad y a los beneficios de su protecciรณn, como la educaciรณn, el mercado laboral y otros รกmbitos de participaciรณn ciudadana.
Sin embargo, en dรฉcadas recientes el estudio sociolรณgico de la pobreza se ha interesado en trascender las explicaciones deterministas culturales y morales, asรญ como la atenciรณn exclusiva a sus aspectos materiales. De manera interesante, las raรญces de esta nueva orientaciรณn crรญtica se extienden nuevamente hasta el inicio del siglo pasado con el sociรณlogo alemรกn Georg Simmel. En su texto โEl pobreโ,
{{Georg Simmel, โEl pobreโ en Sociologรญa: estudios sobre las formas de socializaciรณn, Mรฉxico, FCE, 2015, pp. 467-499.}}
publicado por primera vez en 1908 y considerado la piedra angular de la sociologรญa de la pobreza, Simmel propone que la pobreza no es una condiciรณn, un estado o un atributo, sino una categorรญa social manifiesta en la reacciรณn de la sociedad frente a quienes designa como pobres, reacciรณn que tรญpicamente se expresa a travรฉs de la asistencia pรบblica o privada.
Es decir, sociolรณgicamente, lo que hace a la pobreza no es solo la falta de recursos, sino que sea susceptible de recibir socorro por ello. โEl pobreโ es un problema en la medida en que es menester hacerse cargo de รฉl y solo hasta que recibe asistencia es reconocido como tal. De este modo, la asistencia se convierte en el mecanismo de participaciรณn de quienes experimentan la pobreza, pero es claramente una forma de participaciรณn distinta, degradada, frente a la de otros ciudadanos. Lo interesante en este mecanismo es que, a diferencia del discurso que coloca a las personas en pobreza en los mรกrgenes de la sociedad, reconoce que, lejos de ser satelitales, โlos pobresโ โdesignados asรญ por los โno pobresโ, es decir, aquellos con el poder para seรฑalarlos como los otrosโ forman parte del todo social en el que su papel es, precisamente, mantenerse al margen de ella, en el borde, pero dentro.
En esta dinรกmica, el papel de la asistencia o el socorro a la pobreza no es solo identificar a quienes serรกn denominados como pobres, sino asignarles ese rol y condicionar el apoyo a que mantengan el estatus de asistidos, es decir, que no se rebelen contra su condiciรณn y no provoquen altercados con el resto de la sociedad. Para decirlo con Simmel: โEsta asistencia entonces se lleva a cabo, voluntariamente o impuesta por la ley, para que el pobre no se convierta en un enemigo activo y daรฑino de la sociedad, para hacer fructรญfera su energรญa disminuida, para impedir la generaciรณn de su descendencia.โ
Es evidente que esta forma de relacionamiento con la pobreza no parece aspirar a su erradicaciรณn, sino a mitigar los riesgos de su persistencia, a desactivar el potencial conflictivo de la maximizaciรณn de las desigualdades entre pobres y no pobres porque, sociolรณgicamente hablando, la pobreza es, ante todo, una relaciรณn social asimรฉtrica en la que el primer recurso que estรก distribuido inequitativamente es el poder. De nuevo Simmel: โLo que la asistencia se propone es, justamente, mitigar ciertas manifestaciones extremas de la diferencia social, de modo que aquella estructura pueda seguir descansando sobre esta diferencia.โ
((Ibidem, pp. 471-472. Las cursivas son mรญas.))
Ademรกs de la precariedad material y la limitaciรณn en el acceso a oportunidades, las relaciones sociales involucradas en la pobreza producen una serie de elementos simbรณlicos que moldean la interacciรณn cotidiana entre las personas en pobreza y quienes no se encuentran en esa categorรญa, a travรฉs de representaciones, imaginarios, estereotipos o prejuicios presentes en prรกcticas y discursos, desde el pobre que es pobre porque quiere, hasta el pobrecito pobre. Estas narrativas no solo alimentan los guiones de la vida cotidiana, sino que tambiรฉn permean en la producciรณn de conocimiento sobre la pobreza y en el diseรฑo de las polรญticas para โaliviarlaโ, โcombatirlaโ o โerradicarlaโ, como si fuera una enfermedad, un enemigo de guerra o una forma de ser y estar que pudiera suprimirse haciendo que las personas pasen de un lado a otro de un umbral.
Ideas de pobreza y polรญtica social
Teniendo todo lo anterior en cuenta, ยฟcรณmo se ve entonces la pobreza?, ยฟcรณmo aparecen estas discusiones en la manera en que la polรญtica social entiende el problema que debe atender?, ยฟquรฉ lugar se da a los sujetos en la definiciรณn del problema y quรฉ rol juegan en su soluciรณn? Pensemos en algunos ejemplos locales recientes.
Durante mรกs de veinte aรฑos, la polรญtica social se centrรณ en una intervenciรณn intersexenal que iniciรณ con el Programa de Educaciรณn, Salud y Alimentaciรณn (Progresa), despuรฉs Programa de Desarrollo Humano Oportunidades y, finalmente, Prospera (pop en conjunto). Como se sabe, el programa se centrรณ en la satisfacciรณn de necesidades bรกsicas que, de acuerdo con su teorรญa de cambio, permitirรญan que las personas acumularan el capital humano necesario para mejorar su posiciรณn en el mercado laboral, lo que, a su vez, les ayudarรญa a romper el ciclo intergeneracional de pobreza. Para ello, el programa entregaba becas educativas y transferencias monetarias condicionadas a la asistencia de hijas e hijos a la educaciรณn bรกsica y al cumplimiento periรณdico de revisiones de salud.
{{A lo largo de los aรฑos, el programa fue incorporando otros componentes y apoyos a su esquema de intervenciรณn, manteniendo estas tres acciones como una especie de paquete bรกsico}}
Es decir, las familias debรญan demostrar que merecรญan el apoyo no solo porque lo necesitaban, sino porque estaban dispuestas a trabajar por รฉl.
De acuerdo con estas premisas, la pobreza es una condiciรณn derivada de la falta de capacidades, habilidades o conocimientos necesarios para participar en la sociedad de una manera eficiente, es decir, cubriendo necesidades esenciales y aspirando a la movilidad social. Por otra parte, la entrega de apoyos monetarios para adquirir satisfactores bรกsicos confirma la importancia que se otorga al consumo y al mercado como vรญas de participaciรณn ciudadana. Finalmente, al aplicarse de manera idรฉntica en cualquier contexto, el programa sugiere que los individuos funcionan de manera semejante e independiente a las caracterรญsticas y los vรญnculos de sus comunidades.
Si bien existe un abultado acervo de estudios y evaluaciones sobre los efectos positivos del programa en la educaciรณn, la salud, la alimentaciรณn y las trayectorias laborales de sus afiliados โen especial de los mรกs jรณvenesโ, lo cierto es que la pobreza no se redujo de manera significativa y estable, en parte porque el mercado laboral, el puerto de llegada de las apuestas del capital humano, no ha sido capaz de crear trabajo decente y suficiente para una poblaciรณn con un bono demogrรกfico histรณrico, mรกs escolarizado y en condiciones de salud relativamente mejores.
En 2013 surgiรณ la Cruzada Nacional Contra el Hambre (CNCH), una estrategia intersectorial e interinstitucional que iniciรณ como un esfuerzo por reducir la inseguridad alimentaria โequiparada descuidadamente con el hambre, para los fines de la intervenciรณnโ. La definiciรณn de la poblaciรณn potencial se trazรณ en la intersecciรณn entre la pobreza extrema y la carencia por acceso a la alimentaciรณn, ambas medidas por Coneval. Esta doble condiciรณn, que podrรญa considerarse demasiado exigente, tenรญa la intenciรณn de llegar a la poblaciรณn mรกs necesitada con un conjunto de intervenciones muy variadas, entre la asistencia y los proyectos productivos. El objetivo de la estrategia, centrado en una idea vaga de desarrollo, era demasiado amplio y difuso, y el nรบmero de acciones e instituciones involucradas aumentรณ de tal manera que dificultรณ extraordinariamente la coordinaciรณn. La estrategia fue cancelada unos aรฑos despuรฉs sin ningรบn impacto evidente.
Mรกs allรก de su desorden, un rasgo singular de la CNCH era el peso que daba a la reducciรณn de las carencias que forman parte de la mediciรณn multidimensional de la pobreza. Sus intervenciones e instrumentos de monitoreo estaban centrados en los indicadores y umbrales de la metodologรญa, aceptando sus definiciones independientemente del diagnรณstico y la dinรกmica del problema in situ. Asรญ, por practicidad o conveniencia polรญtica, la estrategia โconfundiรณโ la pobreza con su mediciรณn, lo que le permitirรญa mostrar resultados de una manera visible y avalada tรฉcnicamente.
En el sexenio actual, aunque la narrativa oficial prioriza la atenciรณn a la poblaciรณn en pobreza โa la que se refiere genรฉricamente como โlos pobresโ, en un gesto contradictorio de verticalidad y distanciamientoโ, la naturaleza de sus intervenciones no se diferencia mucho del enfoque asistencial de la polรญtica social previa. Las transferencias monetarias โahora pulverizadas en varios programas tras la desapariciรณn del pop en el primer aรฑo del sexenioโ siguen siendo la estrategia visible, aunque con algunos cambios, como la eliminaciรณn de la condicionalidad y de intermediarios donde los hubiera. Aunque los montos de algunos programas son mayores, las coberturas han disminuido y alterado la composiciรณn de su distribuciรณn, incorporando recientemente a hogares urbanos y en deciles de ingreso superiores.
Algunos de estos cambios podrรญan ser positivos. El retiro de la condicionalidad y la inclusiรณn de sectores que tradicionalmente no son considerados en la polรญtica social puede apuntalar una visiรณn de derechos y ciudadanรญa. Sin embargo, la entrega de recursos monetarios ocurre a la par del desmantelamiento de servicios, programas e instituciones que contribuรญan a la satisfacciรณn de necesidades bรกsicas y requerรญan ser replanteados y fortalecidos, no eliminados. Era en esos espacios donde debรญa ganarse la garantรญa del derecho, no en el mercado y la familia. Reconocer discursivamente los derechos sin dotar al aparato estatal de recursos para concretarlos exacerba la vulnerabilidad de los grupos mรกs rezagados, pues son ellos precisamente quienes mรกs hacen uso de las instituciones pรบblicas y sus servicios. Asรญ, aunque se habla de la importancia de โintegrarโ a la poblaciรณn en pobreza a la sociedad โcomo si no lo estuvieraโ, en lo sustantivo no se alteran los arreglos estructurales de la participaciรณn ciudadana.
Comentarios finales: ยฟhacia la post-pobreza?
Todo estรก a discusiรณn. Vivimos tiempos incendiarios en los que asumir una postura se siente como venderle barata el alma al diablo. Para muchos, la respuesta ha sido refugiarse en la tรฉcnica, en el soporte de evidencia que insistimos en creer total e irrefutable. En el caso de la pobreza y sus sujetos, centrar la definiciรณn de sus necesidades y privaciones en criterios tรฉcnicos ha sido de mucha ayuda para organizar una respuesta institucional, pero ha tenido el costo de cosificarla, convertirla en un objeto pretendidamente puro y controlable, a pesar de que no hay evidencia de que nunca lo hayamos logrado. ยฟSerรก momento de preguntarnos en serio por quรฉ?
Responder a esta pregunta pasa, irremediablemente, por una mirada polรญtica que reconozca las relaciones de poder entre lo que una definiciรณn incorpora y lo que excluye, entre lo que hace observable y lo que oculta. A decir de Juan Pablo Pรฉrez Sรกinz,
{{Juan Pablo Pรฉrez Sรกinz, โLas desigualdades y la re-politizaciรณn de lo social en Amรฉrica Latinaโ, Encartes, vol. 2, nรบm. 4, 2019, pp. 1-47.}}
mรกs allรก de sus bondades, una de las consecuencias de la sofisticaciรณn tรฉcnica alrededor de la discusiรณn sobre la pobreza ha sido desactivarla polรญticamente, despojarla de su naturaleza y potencial para el conflicto. En la estrategia del โpobre asistidoโ, del beneficiario (SIC), parece haber una apuesta por su control, por la administraciรณn de su inconformidad y de su distancia respecto a los otros. Tanto los argumentos que la estigmatizan por ser el resultado de un comportamiento desviado, como los que la despojan de agencia al proyectar una visiรณn miserabilista de un โpobreโ completamente deshabilitado por la estructura social, alimentan el imaginario del โotroโ distinto, necesitado.
No es asรญ o, como he intentado decir, al menos no es todo lo que es. ~
es sociรณloga y profesora
investigadora visitante del Centro de Investigaciรณn y Docencia Econรณmicas, Regiรณn Centro (CIDE-RC).