Recuerdo la primera vez
que mi padre se orinó en la cama:
un aroma de hierbas y vinagre
se agazapaba en el cuarto.
No quería que lo bañara. No podía.
No había forma.
¿Cómo dejarse desnudar por su hijo maricón?
Su hijo
que deseaba los cuerpos de los muchachos
en las canchas de futbol y las piscinas,
que sentía placer adivinando la apretada hinchazón
de las braguetas.
¿Cómo dejarlo acercarse a él sin sentir todos los cuerpos
de los hombres tocados con lujuria,
todas sus manos?
¿Cómo taparle los ojos al acoso y al temor?
Lo dejé solo,
sentado en la tina del baño.
Cuando regresé me sorprendió verlo sin ropa:
se había desnudado.
La piel formaba pliegues como en una cortina,
como si ese traje,
el traje de huesos que era mi padre,
le quedara enorme.
Solo sus costillas apretaban
la piel desde adentro, solo sus clavículas
parecían romper su viejo cascarón.
Su pubis decolorado
y triste.
Ahí estaba el tallo oscuro de su glande,
un molusco
brotando de su pelvis.
Su cuerpo, el cuerpo de mi padre,
era el de un hombre que se estaba muriendo. ~
(Ciudad Altamirano, Gro., 1993) es médico cirujano de profesión y poeta. Ha sido ganador del IV Premio de Poesía Joven Alejandro Aura por Epicedio al padre (2017)y recientemente obtuvo el XXXIV Premio Internacional Fundación Loewe de poesía 2021.