Si preguntas a los políticos o diplomáticos ucranianos, te dirán que Ucrania trabajará con cualquier administración estadounidense porque Estados Unidos es nuestro socio estratégico. De hecho, Estados Unidos ha sido el mayor apoyo de Ucrania en términos de ayuda militar y uno de los mayores proveedores de ayuda financiera. Y lo que es más importante: la mayoría de los ciudadanos estadounidenses (los demócratas más que los republicanos, para ser justos) apoyan a Ucrania y creen que el gobierno estadounidense debería prolongar o incluso aumentar su ayuda a Ucrania. Así pues, si Estados Unidos sigue siendo una democracia, lo más probable es que continúe apoyando a Ucrania en su lucha por la libertad y la independencia.
Ahora, la pregunta es: ¿seguirá siendo Estados Unidos una democracia con Trump? No es una pregunta retórica. En 2021, Trump ya intentó socavar las elecciones, que es la institución democrática fundamental. En ese momento su propio vicepresidente, Mike Pence, se opuso a sus acciones. Trump aprendió la lección y ahora ha seleccionado a un vicepresidente que valora su carrera política muy por encima de todo lo demás. Por desgracia, parece que el Partido Republicano carece ahora de capacidad institucional para disciplinar a sus miembros, a diferencia del Partido Demócrata, que sí pudo disciplinar a su candidato Joe Biden para que abandonara la campaña electoral. Este desbarajuste institucional de la mitad de la política estadounidense plantea dudas sobre si las instituciones del gobierno de Estados Unidos resistirán otro mandato de Trump. Tanto la Segunda Guerra Mundial como la historia más reciente nos enseñan que caer en la autocracia es mucho más fácil que proteger la libertad y los derechos humanos. Si esto le ocurre a Estados Unidos, el nuevo “eje del mal” ganará. Esto probablemente revertirá los logros de los movimientos anticoloniales de los últimos doscientos años.
Si preguntas a expertos o analistas políticos ucranianos sobre Trump, quizá la característica más común sea “impredecible”. Por ejemplo, en 2017 Trump ordenó ataques con misiles contra Siria en respuesta al uso de armas químicas por parte de Bashar Assad, algo que Barack Obama no se atrevió a hacer (eso, sin embargo, no cambió la situación en Siria). Así, bajo una administración democrática, Ucrania puede esperar la continuación de la actual política de “escalada gestionada” (que es la estrategia equivocada). Bajo Trump, algún “cisne” blanco o negro se hace más probable porque hay pruebas de que toma decisiones emocionalmente en lugar de racionalmente. En este caso, la pregunta es: ¿quién le aconsejaría en política internacional?
Sin embargo, en lugar de adivinar, veamos lo que sabemos con certeza. En primer lugar, Trump intentó utilizar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski para encontrar material comprometedor sobre la familia Biden. Dado que esto casi condujo a la destitución de Trump, es posible que tenga prejuicios negativos contra Ucrania y su presidente. En segundo lugar, sabemos que Rusia interfirió en las elecciones estadounidenses de 2016 a favor de Trump (y cuando ganó, los funcionarios y trabajadores de propaganda rusos lo celebraron). Tercero, la propaganda rusa ya ha empezado a atacar a Kamala Harris. Cuarto, como a mucha gente le gusta señalar, los primeros misiles Javelin fueron entregados a Ucrania en 2018, durante la presidencia de Trump. Sin embargo, eso fue más bien una decisión del “Estado profundo” estadounidense a la que Trump accedió a regañadientes. Por otro lado, durante 2023-2024 el Partido Republicano bajo la insistencia de Trump retrasó considerablemente el paquete de apoyo a Ucrania, lo que costó a Ucrania muchas vidas y algo de territorio. Quinto, Rusia es muy buena sembrando o apoyando el caos y la inestabilidad en todo el mundo. Sus métodos varían desde la financiación de partidos de extrema derecha a la difusión de desinformación que provoca protestas violentas, pasando por el apoyo directo a golpes de Estado y grupos terroristas. Por lo tanto, si Rusia apoya a Trump y actúa contra Harris, podemos deducir que espera que la presidencia de Trump sea beneficiosa para ella, desde debilitar las instituciones estadounidenses hasta limitar considerablemente su implicación en Europa.
Por último, consideremos la afirmación de Trump, tantas veces hecha, de “poner fin a la guerra en Ucrania”. Ciertamente, las promesas electorales no siempre se cumplen, pero imaginemos que realmente quiere cumplir esta promesa. ¿Cómo será posible?
Para responder a esta pregunta, tenemos que entender claramente por qué Putin comenzó la guerra en primer lugar. Para él, y para la mayoría de los rusos, Ucrania nunca existió. La afirmación de Putin de que ucranianos y rusos son “un solo pueblo” significa exactamente eso. Pero esta afirmación no es una invención de Putin. Para hacer realidad esta afirmación, el Imperio ruso prohibió la lengua ucraniana desde el siglo XVIII, mató al menos a cuatro millones de ucranianos en la hambruna de 1933 y eliminó continuamente a las élites intelectuales, culturales y políticas ucranianas hasta 1991 y más allá (antes de su invasión a gran escala de 2022, los rusos elaboraron “listas para matar” de activistas ucranianos y representantes del gobierno local).
El objetivo de Rusia es borrar a Ucrania de la Tierra. Esta intención genocida se expresa claramente en el artículo “¿Qué debemos hacer con Ucrania?”, publicado por la agencia estatal rusa de noticias en marzo de 2022. Este artículo explica que todo aquel que se identifique como ucraniano debe ser asesinado. Y el 75-80% de los rusos apoya firmemente que su ejército intente poner en práctica esa idea (recordemos que cuando los rusos ocuparon Crimea y lanzaron la guerra en el este de Ucrania en 2014, los índices de aprobación de Putin se dispararon del 65% a casi el 90%). La eliminación de Ucrania es solo el primer paso en los planes de Rusia para restaurar el imperio (conocido en el siglo XX como la URSS), cuya desaparición fue, en su opinión, “la mayor catástrofe geopolítica”. Esta restauración sería una revancha por la derrota de la Guerra Fría.
Si tenemos esto en cuenta, ¿cómo es posible poner fin a la guerra? La primera opción es obligar a Ucrania a capitular, por ejemplo, dejando de prestarle apoyo militar y de otro tipo. Como Rusia es un país mucho más grande y tiene muchos más recursos, acabará ocupando Ucrania y ampliará el territorio de sus crímenes de guerra –asesinatos, torturas, secuestros y violaciones– a casi quinientos mil kilómetros cuadrados y a más de treinta millones de personas que ahora se encuentran en las zonas de Ucrania controladas por el gobierno. ¿Acabará esto con la guerra? No, porque Rusia y otras dictaduras aprenderán que el mundo es incapaz de contrarrestarlas. Por lo tanto, podemos esperar no solo ataques rusos contra otros países (de hecho, ya vemos los ataques híbridos, por ejemplo, contra Alemania), sino también invasiones de naciones más pequeñas por sus vecinos más grandes en todo el mundo, es decir, el ataque de China contra Taiwán, la guerra de Irán contra Israel, el intento de Venezuela de hacer valer sus pretensiones sobre el territorio de Guyana, etc.
La segunda opción es la derrota militar de Rusia. Por el momento, muchos gobiernos de todo el mundo la temen. Sin embargo, los ejemplos de Alemania y Japón tras la Segunda Guerra Mundial sugieren que es el mejor resultado posible. Y los avances del ejército ucraniano en territorio ruso demuestran que este resultado es más fácil de conseguir de lo que parece. Ya en 1946 George Kennan explicó que, como matón “clásico”, Rusia escala cuando ve debilidad y retrocede cuando se enfrenta a una respuesta contundente. Así, el peor enemigo de las democracias es su propio miedo basado en suposiciones erróneas, mientras que la victoria puede lograrse aumentando el apoyo militar a Ucrania sin condiciones.
Por último, la tercera opción para detener la guerra es que los recursos de Rusia se agoten de modo que sea incapaz de continuar el conflicto bélico. Este escenario es probable, pero costará muchas más vidas de ciudadanos ucranianos. Al igual que el segundo escenario, requiere apoyo exterior para Ucrania (incluidas sanciones mucho más duras a Rusia), ya que cada día Rusia inflige más y más daños a la población, las infraestructuras y la capacidad de producción ucranianas. Incluso si se llega a un alto el fuego en algún momento, no implicará la paz, sino solo una pausa antes de que Rusia reponga sus recursos y haga otro intento de destruir Ucrania y alcanzar sus otros objetivos geopolíticos.
¿Cuál de estos escenarios tiene Trump en mente cuando habla de “poner fin a la guerra”? No lo sabemos, probablemente ninguno. Pero debemos afrontar la realidad: Rusia destruyó el derecho internacional cuando se anexionó territorios ucranianos en 2014. La guerra actual fue propiciada por la falta de voluntad de la comunidad internacional para castigar al agresor y hacer cumplir las normas. Si queremos que nuestro futuro sea más o menos pacífico, Rusia debe ser derrotada. Esto demostrará a China, Irán y otros agresores potenciales que las democracias son capaces de defenderse y de hacer cumplir las reglas internacionales. La tercera guerra mundial ya se está desarrollando, solo que hasta ahora Ucrania está soportando su coste. Si otros países no actúan con decisión, la guerra llegará a sus casas. ~
Traducción del inglés de Daniel Gascón.