Los cincuenta aรฑos de golpe, esperado y esperable como pocos acontecimientos, pillaron sin embargo a Chile de sorpresa. O mรกs bien lo que sorprendiรณ a todos fue el hecho de que los acuerdos a los que llegamos hasta entonces, acuerdos que parecรญan haber sido firmados por toda la sociedad chilena unรกnimemente, seguรญan en revisiรณn permanente. O mรกs bien que se habรญa retrocedido en el que fue el acuerdo bรกsico de los cuarenta aรฑos, cuando Sebastiรกn Piรฑera, el primer presidente de derecha democrรกticamente electo desde Jorge Alessandri (que gobernรณ de 1958-1964), no solo reprobรณ el golpe sino llamรณ a que tomaran su responsabilidad โlos cรณmplices pasivosโ, es decir justamente la derecha polรญtica y econรณmica de la que hacรญa parte.
Para los cincuenta aรฑos un presidente de izquierda, Gabriel Boric, no solo no pudo avanzar mรกs allรก de este reconocimiento, sino que tuvo que dejar ir a Patricio Fernรกndez, su encargado de las conmemoraciones de la fecha, por dejar entrever que el golpe tenรญa explicaciones, pero que estas no justificaban nada de lo que pasรณ despuรฉs de esto. Es decir, por dejar entrever que la izquierda tambiรฉn era responsable, no de los crรญmenes con que se ensaรฑaron contra ella, pero sรญ de haber ayudado a apurar ese golpe, o al menos a no atrasarlo al insistir que habรญa que โavanzar sin transarโ hacia la revoluciรณn permanente.
Todo eso no lo dijo del todo tampoco Fernรกndez porque el trozo de entrevista, por el que algunos parlamentarios y muchas organizaciones de derechos humanos se lanzaron en una verdadera campaรฑa de desprestigio por redes sociales, estaba perfectamente sacado de contexto. Utilizada la respuesta sin su pregunta para arreglar viejas cuentas con un delegado presidencial que se encontraba tibio, pariente de demasiados polรญticos de derecha, se usรณ con Fernรกndez la vieja tรฉcnica de Stalin, la de culpar primero al disidente de un crimen y luego presionarlo lo suficiente para que confiese el crimen que le inventaste previamente.
Sacar las cosas de su contexto, o separar los textos de su contexto, es quizรกs lo que explica por quรฉ los cincuenta aรฑos son mรกs difรญciles de celebrar que los cuarenta, o por quรฉ los acuerdos a los que la sociedad chilena habรญa llegado, el de que el golpe es un horror, pero a su vez llamar a la revoluciรณn sin tener ni armas ni voto para ella es un error, ya no son posibles.
En un continente sin dictaduras militares, pero donde la democracia es altamente impopular, donde el socialismo es imposible, un imposible del que se reclama a los gobiernos de medio continente, ยฟquรฉ queda del experimento de la Unidad Popular (UP)? Me temo que yo tampoco soy capaz de un anรกlisis frรญo y objetivo sobre la รฉpoca y sus consecuencias porque laย UPย atraviesa mi vida, como un rรญo que a la vez fertiliza la tierra de mi memoria, pero al que no puedo acercarme demasiado sin verme arrastrado en su corriente y torbellinos.
Tratarรฉ de mirar ahora al menos algunos de los recodos de ese rรญo y algunos pantanos que deja en su transcurso que son el centro de mi vida y mi escritura tratando de no ahogarme en รฉl:
โFui muy feliz en laย UPโ, esa declaraciรณn bastante inocente en boca de un exiliado chileno en el cรณmic belgaย Donde se termina la tierra, de Dรฉsirรฉe y Alain Frappier, provocรณ una inesperada polรฉmica, la primera de todas las que jalonaron los cincuenta aรฑos del golpe. Muchos testimonios y artรญculos refutaron y otros confirmaron la posibilidad de ser feliz cuando Chile vivรญa una crisis econรณmica y polรญtica sin precedentes. Cuando vivรญa tambiรฉn una emergencia cultural e intelectual sin precedentes tampoco. Inflaciรณn galopante, desabastecimientos, pero tambiรฉn el cine de Raรบl Ruiz y Miguel Littin, la mรบsica de los Quilapayรบn, Vรญctor Jara, los afiches del Mono Gonzรกlez, los murales de Matta, y el litro de leche para cada chileno y el edificio de la Unctad (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) que obreros voluntarios construyeron sin recibir mรกs sueldo que la alegrรญa de estar juntos. Edificio que, bombardeada La Moneda, se hizo llamar Diego Portales, y fue la sede central de la Junta de Gobierno.
Asรญ, โFui feliz en laย UPโ restituye una parte mรกs รญntima de la experiencia de este inรฉdito ejercicio de socialismo en democracia que no pueden expresar las cifras y los datos altamente contradictorios de estos aรฑos. Si esta fecha aรบn divide y aรบn galvaniza es por eso, porque la subjetividad de quienes lo vivieron y de quienes heredaron esa vivencia es absolutamente polar y estรก sustentada no en los datos, sino en la felicidad y la desgracia, en el amor y en el horror.
Para mi padre y mi madre, como para mis abuelos, y la mayorรญa de mis tรญos, los tres aรฑos de laย UPย (1970-1973) fueron los mรกs felices de sus vidas. Aunque tenรญa tres aรฑos cuando llegรณ el golpe, para mรญ los de laย UPย tambiรฉn fueron los aรฑos mรกs felices de mi vida. Dirรญa mรกs: son oficialmente los รบnicos aรฑos plenamente felices de mi vida. Para ser mรกs preciso: cualquier felicidad completa y total, cualquier inocencia tambiรฉn completa y total terminรณ en septiembre del 1973 cuando la policรญa y algunos agentes de civil entraron a buscar a mi madre y se la llevaron a interrogar una noche que fue el comienzo de muchas otras, en el exilio primero, y luego de vuelta en Chile, en las protestas que buscaban acabar con la dictadura.
He contado esta historia muchas veces, tantas veces que creo que es la รบnica historia que he contado alguna vez. Quizรก sea la รบnica historia que pueda contar nunca. Sin embargo, como sucede con el Pierre Menard de Borges, cada vez que la cuento es otra historia. Asรญ, esa felicidad en laย UP, esa felicidad de la que no puedo dudar porque dudarรญa de la posibilidad de la felicidad misma para mรญ, tiene otro sentido completamente distinto que el que tenรญa hace diez aรฑos, porque, en medio, el estallido social y el plebiscito y la Convenciรณn Constitucional del 2022 me han hecho dudar justamente de la naturaleza de la felicidad de esos tres aรฑos felices, previos a todo en mi vida.
Mis padres estaban casados, eran jรณvenes, guapos, tenรญan dos hijos y todos los querรญan. Iban a fiestas con Joan Manuel Serrat y a pasar alguna tarde en el cerro Castillo con Allende que era รญntimo amigo de mis abuelos. Estos se preparaban para ser embajadores en Parรญs cuando les tocรณ ser exiliados en la misma ciudad. Mi tรญa acababa de tener un hijo del lรญder de la guerrilla local, Miguel Enrรญquez. Repito de memoria una historia mil veces contada, aunque ahora sรฉ tambiรฉn la que no se cuenta. Mi madre ya dudaba de seguir con mi padre al que le habรญan llegado varios ultimรกtums matrimoniales. Mi padre que era demasiado moderado para su partido y sufrรญa tratando de explicarse ante la direcciรณn de este (donde estaba su propio padre). Y habรญa racionamiento, tomas y asonadas militares. Y Valparaรญso, donde vivรญamos, era el lugar donde se preparaba el golpe del que mi padre recibiรณ de un alumno de derecha el aviso:
โยฟVes esos barcos? โle dijo, mostrรกndole uno de la marina norteamericanaโ. No digas que no te avisรฉ.
Eso, todo eso quiebra la idea de felicidad en que necesito creer ahora. Eso, todo eso y algo que ya no sรฉ de oรญdas, sino que he vivido, รญntima e histรณricamente estos รบltimos diez aรฑos. Una experiencia concreta y real que corrompe en su centro ese nรบcleo de felicidad inicial sobre la que he construido mi vida.
ยฟPor dรณnde empiezo? ยฟPor Vรญctor Jara, por Violeta Parra, o por Nicanor Parra?
Da lo mismo por dรณnde empiece, sรฉ hacia dรณnde termino. Empiezo al azar por Vรญctor Jara. Vรญctor Jara que escribiรณ โEl derecho de vivir en pazโ, canciรณn en que por primera vez mezcla rock con neofolclor (con la nada pequeรฑa ayuda del grupo de rock los Blops). Una de las canciones y uno de los cantantes favorito de mi madre. Una canciรณn que siempre tuvo su ambigรผedad, ya que canta a la paz alabando el vencedor de tres guerras, โel poeta Ho Chi Minhโ. La canciรณn adquiriรณ otra capa de ambigรผedad mรกs al convertirse en uno de los pocos himnos unรกnimes del estallido social de 2019. Estallido social que, para muchos lรญderes simbรณlicos de mi infancia, incluidos los Quilapayรบn y los Inti-Illimani o Patricio Guzmรกn, se viviรณ como una venganza de laย UP, el retorno de su elemento mรกs olvidado y esencial: su contenido hondamente popular.
El contenido popular de laย UPย fue severamente combatido por la dictadura que entre otras cosas construyรณ verdaderos Sowetos de marginalidad en los extrarradios de las ciudades que han sido el paraรญso del narco, que junto a feministas, luchadores sociales, enfermos terminales, ecologistas radicales y barristas de futbol tomaron las calles durante los รบltimos meses de 2019 y quemaron iglesias, hoteles y cualquier edificio que les pareciera mรกs o menos antiguo, y dos veces el Museo Violeta Parra, dejando sus tapices, sus guitarras, sus poemas en un estado de desprotecciรณn que no habรญan vivido desde que la dictadura quiso borrar todo rastro de su legado.
La Unidad Popular nunca alcanzรณ los grados de violencia y anomia del estallido y es quizรกs lo que permitiรณ que mi padre, profundamente reformista y socialdemรณcrata, no viera empaรฑada, por las especulaciones de la izquierda mรกs radical, su felicidad de entonces. La Unidad Popular hizo polรญtica la rabia, que es lo contrario justamente de lo que pretendรญa el estallido social, enemigo de los liderazgos y los programas y amante de las convulsiones fotogรฉnicas. Por eso mismo todavรญa no entiendo cรณmo quienes vivieron laย UPย no notaron la diferencia y se lanzaron de manera acrรญtica a cantar โEl derecho de vivir en pazโ de Vรญctor Jara sin entender que lo que estรกbamos perpetrando era una declaraciรณn de guerra no contra un gobierno de derecha, el de Piรฑera, sino contra el derecho mismo; no contra los polรญticos sino contra la polรญtica; no contra la fuerza sino contra la razรณn.
No obstante, explica esa ceguera el hecho de que muchos de los discursos del estallido sรญ eran propios de quienes rodeaban a laย UP. Si el contenido no era el mismo, lo era al menos el tono. De alguna manera mi padre debiรณ pensar para aguantar feliz esa altisonancia, como todos pensaban, que esto no era del todo en serio. Que no habrรญa revoluciรณn, por cierto, porque nadie se estaba armando seriamente para ella, y que de haber golpe de Estado โlos militares se estaban armando seriamente para elloโ este no serรญa el comienzo de una dictadura larga, cruel y eficiente que quebrarรญa su vida en dos para siempre.
Nicanor Parra tampoco sabรญa que la dictadura serรญa en serio, pero pensaba que la revoluciรณn era de verdad y sufrรญa de la inflaciรณn sin fin del discurso de la izquierda. Conocรญa su sectarismo, que habรญa experimentado en carne propia en Cuba y antes en laย URSS. En la Unidad Popular se sentรญa solo, incomprendido y aislado en medio de la felicidad incuestionable de la mayorรญa de sus amigos.
Muchas veces en medio del estallido pensรฉ en la soledad de Nicanor Parra. Una sensaciรณn que se prolongรณ despuรฉs de que un acuerdo polรญtico consiguiera apoyo para redactar una nueva Constituciรณn a travรฉs de una Convenciรณn Constitucional, en donde todas las ideas peregrinas, extremas o simplemente universitarias que rodeaban el estallido se hicieran leyes y ruidos, y ritos y peleas de sordo. Tambiรฉn en medio de la refriega que acompaรฑรณ a la redacciรณn del documento pensรฉ en la felicidad de mis padres esos tres aรฑos de laย UP. Porque ยฟse puede ser feliz cuando uno sabe que todo va a terminar mal? Pero, al mismo tiempo, ยฟpodรญa, sin quebrar la felicidad de la que nacรญ, oponerme a una Constituciรณn que querรญa reemplazar a la Constituciรณn de Pinochet, la de 1980?
La Constituciรณn de 1980 tenรญa el defecto de querer refundar el paรญs. Tenรญa el defecto adicional de querer hacerlo encima de los cadรกveres y el dolor de la mitad de los chilenos. El proyecto que una mayorรญa arrolladora rechazรณ en septiembre de 2022 no se alimentaba de la sangre de nadie, pero tambiรฉn querรญa refundar el paรญs. Por eso perdiรณ, y me alegro de que asรญ fuera. Era un proyecto de Constituciรณn posmoderno, es decir antimoderno, y en ese sentido se oponรญa tanto a la dictadura como a laย UP, las dos alimentadas en el mundo kantiano que los constituyentes querรญan dar por acabado. Pero Allende, que celebramos ahora como un hรฉroe de la continuidad democrรกtica, ยฟno querรญa tambiรฉn refundar el paรญs? ยฟNo era parte de la felicidad de mi padre esa posibilidad infinita, la de poder, desde su dislexia y su terror a las monjas, volver a fundar un paรญs mejor que ese donde crecieron raros y torpes? ยฟQuรฉ hay mรกs feliz que eso que cruzar por calles que no conoces con hombres y mujeres que no se conocen, pero saben que son tus hermanos, porque ellos tambiรฉn pueden empezar un paรญs desde cero? O al menos continuar con ese gran proyecto de justicia y hermandad que sacรณ del campo y el silencio a Vรญctor Jara, Violeta Parra, Nicanor Parra, Pablo Neruda y Gabriela Mistral. La voz de los que nadie oyรณ antes que hablan con una claridad, con una imaginaciรณn, con una sed, con un hambre que nadie conociรณ antes tampoco.
ยฟSe puede ser feliz fuera de esa marcha infinita? O, mรกs allรก de toda grandilocuencia, ยฟhabrรญa sido feliz en laย UP? ยฟHabrรญa compartido la felicidad que me hizo nacer, esa que da sentido al dolor o la incerteza que lo siguiรณ y que nace justamente de la idea de que todo puede y debe cambiar? ยฟSerรญa posible cualquier proyecto socialdemรณcrata en Chile sin la reforma agraria y la nacionalizaciรณn del cobre? ยฟSon posibles las imprescindibles reformas en Amรฉrica Latina sin el perfume al menos de la revoluciรณn?
Todas las preguntas que se pueden resumir en la siguiente: ยฟSe puede ser feliz mientras tu mundo, el que odias y el que quieres, el รบnico que conoces, se quema? Si se cree que otro mundo mejor reemplazarรก a este se puede contemplar el incendio de tu mundo con cierta felicidad. Pero no tengo el privilegio de ese sueรฑo. No tengo el privilegio de ningรบn sueรฑo porque lo que hizo el golpe de Estado de 1973 es dejarme despierto para siempre.
De no saber que lo que seguรญa a Allende era Pinochet y el dolor y la sombra quizรกs hubiese sido feliz yo tambiรฉn. De no saber que lo que sigue a Felipe Gonzรกlez es Pablo Iglesias y lo que sigue a Andrรฉs Pรฉrez es Chรกvez, que lo que sigue a Lagos es Boric, quizรกs hubiese sido feliz yo tambiรฉn. Quizรกs de haber pensado que las canciones eran canciones y los poemas, poemas y solo eso, habrรญa sido feliz yo tambiรฉn. Pero sรฉ. Desde los tres aรฑos sรฉ y saber las consecuencias de las inconsecuencias es lo que me hace la persona que soy.
Sรฉ mรกs cosas ahora que las que sabรญa hace diez aรฑos para los cuarenta aรฑos del golpe, cosas que no querรญa saber, cosas que suponรญa y ahora vi y experimentรฉ en carne propia. Sรฉ, y lo anota mejor que nadie el escritor Roberto Brodsky, que, ante la violencia irracional y despolitizada de octubre de 2019, la izquierda de Allende no se comporta tan distinto, como lo pudiรฉramos haber esperado, a la derecha. Con la diferencia de que la derecha de Pinochet supo ganar y la izquierda chilena todavรญa no sabe. ยฟPero cuรกnto de la superioridad moral de haber sido las vรญctimas y no los victimarios estriba quizรกs en esa incapacidad de ganar y no en la de no vengarse? ยฟNo es eso lo que hizo grande a Allende, que se negรณ a tomar el poder y ser Chรกvez o Perรณn u Ortega? Pero no tener el poder suficiente para hacer lo que prometรญa es tambiรฉn lo que truncรณ para siempre su proyecto y mi vida y las de mis padres y dejรณ que una contrarrevoluciรณn capitalista reaganiana se instalara en su lugar.
ยฟDebemos aceptar entonces que la izquierda solo puede ser plenamente democrรกtica si pierde? ยฟEn quรฉ sentido perder nos hace superior moralmente? Estas viejas preguntas se suman a nuevas certezas, la de ver al pueblo por el que se matรณ Allende cada dรญa mรกs aislado, acallado, avergonzado, reemplazada su voz por la jerga de los universitarios y sus diรกlogos de sordos. Las grandes alamedas se han abierto varias veces, pero por ellas no ha caminado el hombre libre sino uno cada vez mรกs preso del ritmo de las redes sociales, de su odio, de su rabia, de su simple descontrol. Mรกs desvinculado que nunca del centro de la ciudad. Vรญctimas de las deficiencias de un Estado que reemplaza el narco y sus entierros con fuegos artificiales que iluminan las noches del sur de la ciudad. Sรฉ, sobre todo, que eso que mis padres llaman felicidad se llama inocencia, y que cuando esta se prolonga demasiado es tarde o temprano un crimen como cualquier otro.
Debo rendirme a la evidencia de que no, no habrรญa sido feliz en laย UP, aunque seguro habrรญa gozado esa inocencia perfecta de los niรฑos que fuimos todos entonces. El niรฑo que tiene el permiso para pensar que no existen del todo los otros. Es eso lo que esta conmemoraciรณn de los cincuenta aรฑos ha traรญdo sobre la mesa, una sociedad donde la existencia del otro, del otro polรญtico, del otro social, del otro religioso, es cada vez menos aceptada, en que es cada vez mรกs denostada. En ese clima incluso el quiebre de 1973 puede ser vivido con nostalgia porque es un quiebre ideolรณgico, porque es un quiebre que se escribe y que se entiende, es un retorno al mundo bipolar que se aรฑora ante un mundo fraccionado al infinito.
La nostalgia de un dolor que nos limpiaba, de un horror que nos explicaba. El โNunca mรกsโ, que fue el lema que guio la bรบsqueda de justicia y memoria en Chile por estos รบltimos cincuenta aรฑos, es hoy un lema doblemente vacรญo. Porque es evidente que no habrรก โnunca mรกsโ revoluciรณn con empanada y vino tinto, ni habrรก โnunca mรกsโย una revoluciรณn de ningรบn tipo. Tan evidente como que no habrรก โnunca mรกsโ, o no prรณximamente, en Amรฉrica Latina golpes militares animados por la doctrina de seguridad nacional. Porque tampoco โnunca mรกsโ Nixon y Kissinger liderarรกn esta parte del mundo, ni โnunca mรกsโ Fidel visitarรก Chile por dos imprudentes semanas.
Pero si el โnunca mรกsโ tiene que ver con el quiebre de las instituciones de la democracia representativa y el uso de la violencia para conseguir esos fines, ni la nueva derecha republicana ni el Partido Comunista pueden afirmar lealmente que no lo intentarรกn. Estas dos fuerzas se negaron por lo demรกs a firmar el acuerdo de todas las fuerzas polรญticas para encauzar de modo constitucional la crisis del estallido en 2019. Las dos fuerzas han intentado en torno a las conmemoraciones de los cincuenta aรฑos hacer visible su apuesta a โquiรฉn da mรกsโ y quiรฉn entrega menos. Los dos han jugado a la divisiรณn y el choque, los republicanos declarando sin demasiado eufemismo su nostalgia por Pinochet y los comunistas dejando la prohibiciรณn explรญcita de cuestionar a la Unidad Popular y de explicar el golpe militar, pidiendo la cabeza de Patricio Fernรกndez a cambio de participar de los actos conmemorativos.
La historia no se repite ni como comedia ni como tragedia, como querรญa creer Marx, sino que sobre los mismos temas va tejiendo variaciones. La idea de una dictadura como la que quebrรณ mi infancia en dos es casi imposible hoy en dรญa, pero la idea de una democracia que iba perfeccionando sus reglas hasta llegar a ser casi completa, como la que vivรญ en mi edad adulta, tambiรฉn es improbable. Mis hijas perderรกn, de modos que no quiero imaginar, la parte de inocencia que les lego. Solo espero que tengan la fuerza de comprender ese quiebre inevitable y seguir amando a los suyos como me vi forzado a hacer. La inocencia es un lujo que nadie puede darse, solo espero que el golpe en que la pierdan no sea de Estado. ~
(Santiago, 1970) es un escritor y periodista chileno. Locutor de radio y director del "Instituto de estudios humoristico" de la Universidad Diego Portales.