Fotografรญa: Bernandino Hernรกndez

Retratos de una guerra interminable

ยฟPor quรฉ alguien se dedicarรญa a la fotografรญa de nota roja en uno de los lugares mรกs peligrosos para el periodismo? El trabajo de Bernandino Hernรกndez ofrece una profundidad que no rehรบye a los horrores de la violencia.
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Mucho se critica al que se detiene a mirar a los muertos.

Peor, considero yo, serรญa que nadie los mirara.

Marina Azahua, Retrato involuntario

I.- Pocos dรญas antes de la celebraciรณn del Grito de Independencia de 2017, una tรฉtrica imagen periodรญstica circulรณ de manera profusa en Mรฉxico a travรฉs de las redes sociales. En ella, con el monte frondoso del trรณpico al fondo, los cuerpos de tres hombres โ€“un padre y sus dos hijos adolescentesโ€“ yacen contra un muro descascarado. A diferencia de las fotografรญas de nota roja que nos hemos acostumbrado a mirar de forma cotidiana en los medios de comunicaciรณn, despuรฉs de mรกs de una dรฉcada de guerra cruenta e imparable, la imagen capturada por el fotoperiodista Bernandino Hernรกndez en el poblado de El Zapote, estado de Guerrero, no se centra en los rostros crispados de los muertos ni en sus heridas sangrantes. Su mirada, en cambio, su lectura de este particular instante en el tiempo, el รกngulo y la perspectiva elegidas para mostrarnos la escena, se enfocan en las seis letras blancas salpicadas de sangre de la playera de la Selecciรณn Mexicana que lleva puesta una de las vรญctimas, la que nos da la espalda. De esta forma, en pleno escenario de la carnicerรญa, en medio de la inseguridad que prevalece en las zonas controladas por el crimen organizado, Bernandino Hernรกndez emplea el lenguaje de la luz para mostrarnos no un registro de la realidad, sino una metรกfora punzante del Mรฉxico actual: el retrato sin rostros de nuestra debacle.

II.- A lo largo de su amplia trayectoria como reportero policiaco para medios como El Sur de Guerrero, La Jornada, Cuartoscuro, Proceso y Associated Press, entre otros, Bernandino Hernรกndez ha mirado y fotografiado los cuerpos sin vida de un descomunal nรบmero de personas: hombres y mujeres de todas las edades, incluyendo infantes y ancianos; la gran mayorรญa muertos por disparo de arma de fuego, casi siempre ejecutados en la vรญa pรบblica o sorprendidos en el interior de sus hogares; a menudo maniatados, mutilados y exhibidos como advertencia, manifestaciรณn de poder, ritual macabro entre grupos criminales. Ni siquiera รฉl mismo sabe con exactitud cuรกntos cuerpos sin vida ha fotografiado en la รบltima dรฉcada, cuando la tasa de homicidios en Acapulco y el estado de Guerrero, histรณricamente disputado por los cรกrteles del narcotrรกfico, se disparรณ desenfrenada. Los pequeรฑos ojos del Berna (como lo llaman sus amigos), de ordinario alegres y chisporroteantes, se ensombrecen cuando trata de calcular una cifra: entre diez y quince muertos diarios, confiesa, a partir de la primera balacera de importancia en Acapulco, aquella de La Garita, en enero de 2006. Aunque en una ocasiรณn, por ahรญ de 2010, llegรณ a fotografiar mรกs de treinta cadรกveres en una sola jornada. Su voz, normalmente baja (o, mรกs bien, anormalmente baja considerando que el Berna lleva casi cuatro dรฉcadas viviendo en el bullicioso Acapulco), se convierte en un susurro cuando trata de explicar lo que hace, su forma de trabajar: para รฉl, la fotografรญa es algo muy especial, โ€œcongelar una imagen y tenerla, poseerla, es algo muy bello, a pesar de la violenciaโ€. Toda fotografรญa, por fuerte que sea, explica, debe tener algo de amor. Es por eso que siempre trata de no mostrar el rostro de los muertos, sobre todo el de las mujeres y los niรฑos. Porque el rostro es la parte mรกs humana del hombre: el sitio de la mirada, el lugar desde donde vemos y desde donde somos vistos, y por ello debe ser protegido. Y tambiรฉn porque hoy en dรญa todo el mundo ha perdido lo que Berna llama โ€œla sensibilidadโ€: no solo los fotรณgrafos de nota roja y los policรญas, sino la gente comรบn; ya todos โ€œpasan por encimaโ€ de los muertos y los ejecutados; ya nadie voltea ni los mira. Por eso es que sigue en la nota roja, a pesar de que la chamba es cada vez mรกs complicada y de que ser periodista ya es โ€œcasi tan peligroso como ser delincuenteโ€: le interesa mostrarnos la forma en que la violencia ha transformado al legendario puerto de Acapulco en la capital mundial del homicidio de 2017, segรบn un reciente artรญculo de The Washington Post, con una tasa de asesinatos muy por encima de las conflictivas ciudades centroamericanas de San Salvador y San Pedro Sula, Honduras, y tambiรฉn para mostrarnos cรณmo esta violencia nos ha transformado a nosotros mismos, cรณmo nos ha vuelto indiferentes ante tanto dolor.

III.- En las imรกgenes de Bernandino Hernรกndez, el cuerpo hallado en el sitio del crimen, el muerto abandonado, ejecutado y desvestido, no se integra de forma irรณnica al panorama rural como en la serie Tus pasos se perdieron en el paisaje del fotรณgrafo sinaloense Fernando Brito, sino que mรกs bien se presenta como un detrito, un desecho, un bulto que asemeja una bola de papel tirada en el suelo; un envoltorio usado y descartado, ajeno y al mismo tiempo previsto en el paisaje urbano, pero siempre ignorado por sus habitantes. Porque, a diferencia de los habituales productos de la nota roja โ€“esas imรกgenes crudas que, a fuerza de repetirse ante nuestros ojos, se han convertido en meros clichรฉs, incapaces de conmovernos o de renovar nuestro lenguaje y nuestros pensamientos para referirnos a ellas y a la realidad que presentan y representanโ€“, lo que el Berna hace en sus imรกgenes es ofrecernos el contexto en donde ese cuerpo aparece: un escenario construido con sus propias angustias sublimadas; con las emociones y los estremecimientos que experimenta al acudir a estos lugares visitados por la muerte y enfrentarse con el dilema รฉtico que implica retratar sin permiso y a la fuerza (y, por ende, revictimizar) a los muertos indefensos para informar a una sociedad que ya no quiere verlos, que se ha acostumbrado a ellos; que solo es capaz de prestar atenciรณn al espectรกculo de las vรญsceras y los miembros cercenados, o que de plano los ignora con absoluta indiferencia. Tal vez es por eso que el Berna rara vez fotografรญa a los โ€œmironesโ€, el pรบblico urbano que por lo regular se reรบne alrededor de las desgracias, y cuyos rostros y expresiones retratรณ de manera tan conmovedora el legendario fotรณgrafo Enrique Metinides durante el siglo pasado en la capital del paรญs. Porque en las escenas criminales del Mรฉxico de hoy la figura del mirรณn casual ha desaparecido casi por completo, pues son pocos los que se atreven a merodear los sitios de las masacres, y escasos tambiรฉn los que pueden darse el lujo de llorar con tranquilidad a sus familiares muertos en semejantes circunstancias. Lo que hay ahora en abundancia โ€“y lo que aparece de modo recurrente en las imรกgenes del Berna, acompaรฑando a los cadรกveresโ€“ son policรญas armados y militares embozados, figuras revestidas de una autoridad siniestra, ambivalente. โ€œยฟQuiรฉn es el criminal y quiรฉn la vรญctima?โ€, nos preguntamos ante estas figuras sombrรญas. โ€œยฟDรณnde estรกn los que nos protegen?โ€

IV.- Su habilidad e intuiciรณn para retratar la violencia que asola a Mรฉxico le ha valido ser reconocido como uno de los mejores reporteros de guerra del mundo en el marco del Festival WARM en Sarajevo, un evento convocado cada aรฑo por la asociaciรณn del mismo nombre, fundada por el periodista Rรฉmy Ourdan y que agrupa a fotรณgrafos y documentalistas dedicados a cubrir los conflictos mundiales contemporรกneos. A cada rato le preguntan quรฉ se siente ser considerado fotรณgrafo de guerra por la comunidad internacional, pero รฉl nada mรกs se rรญe y dice que este premio no lo ha cambiado nada; que รฉl sigue siendo un โ€œpeseteroโ€ mรกs, un chambeador de humilde origen que se iniciรณ en la fotografรญa tomando retratos de niรฑos y turistas en la Costera. Y lo dice con tal desparpajo que uno en verdad podrรญa llegar a creer que Mรฉxico no es uno de los paรญses mรกs peligrosos del orbe para ejercer el periodismo; que nunca nadie lo ha amenazado de muerte, ni acribillado su coche a balazos, o mandado a golpear para impedir que hiciera su trabajo (como acaba de sucederle el pasado siete de enero de este mismo aรฑo, junto con otros cuatro periodistas que cubrรญan un enfrentamiento entre policรญas comunitarios y estatales en la comunidad de la Concepciรณn, y que dejรณ un saldo de once muertos). Como si nunca hubiera visto morir gente a su lado; como si nunca soรฑara con los muertos que retrata, con esos rostros que, en lo posible, el Berna siempre procura proteger de las miradas. ~

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(Veracruz, 1982) es periodista, editora y escritora. Este aรฑo publicรณ dos libros: Aquรญ no es Miami (Almadรญa/Producciones El Salario del Miedo/UANL) y Falsa liebre (Almadรญa)


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