Schmitt en EspaƱa

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Miguel Saralegui

Carl Schmitt pensador espaƱol

Madrid, Trotta, 2016, 264 pp.

Al ser juzgado en NĆ¼remberg, despuĆ©s de su arresto por el ejĆ©rcito ruso tras la toma de BerlĆ­n, Carl Schmitt (1888-1985) afirmĆ³ que se sentĆ­a ā€œinfinitamente superiorā€ a Hitler. Se definiĆ³ como un simple ā€œaventurero intelectualā€ y negĆ³ que su militancia en el Partido Nacionalsocialista lo hiciese responsable de crimen alguno. Se veĆ­a a sĆ­ mismo como Benito Cereno, el capitĆ”n de la novela de Melville cuyo barco es secuestrado por unos esclavos y que, aunque aparentemente guĆ­a la embarcaciĆ³n, no es sino un mero rehĆ©n. DespuĆ©s de exhibir esta insĆ³lita mezcla de jactancia y victimismo, pero en ningĆŗn caso arrepentimiento, Schmitt fue absuelto.

Cuando llegĆ³ a EspaƱa dispuesto a convertirse en su nuevo intelectual pĆŗblico, su presencia incomodĆ³ a muchos. ĀæQuĆ© hacer con este hombrecillo de ojos vivos y escaso metro sesenta que defendĆ­a la belleza de El Escorial, las corridas de toros o los cuadros de Juan Gris? Su furibundo hispanismo lo volvĆ­a simpĆ”tico a ojos de la intelligentsia franquista (defendĆ­a que EspaƱa era la esencia de Europa, despachando la tesis orteguiana de que la primera fuese el problema y la segunda, la soluciĆ³n), pero la mancha del nazismo hacĆ­a de Ć©l un apestado.

En 1962, Manuel Fraga lo nombrĆ³ miembro de honor del Instituto de Estudios PolĆ­ticos. Schmitt hablĆ³ de Franco como una suerte de dique de contenciĆ³n frente al comunismo, rescatando el concepto teolĆ³gico del katehon, y al tĆ©rmino de su discurso saltaron los plomos. Sin embargo, nunca encajĆ³ en el mundo cultural franquista: siempre se sintiĆ³ un reaccionario (o, en su expresiĆ³n, un ā€œanacrĆ³nicoā€) entre conservadores, lo que lo condenaba a observar con recelo y cierta envidia los Ć©xitos polĆ­ticos de Fraga. Pero cuando su hija Anima se casĆ³ con un profesor santiaguĆ©s, Schmitt descubriĆ³ en Galicia una especie de segunda patria, una ā€œregiĆ³n de enfrentamiento entre tierra y marā€ que le recordaba a su Sauerland natal y que vigorizĆ³ su vĆ­nculo con el mundo espaƱol, al que se habĆ­a acercado durante sus momentos de cautiverio y fracaso, cuando transcribĆ­a en su diario MirĆ© los muros de la patria mĆ­a, de Quevedo, y se miraba en el espejo patĆ©tico de Donoso CortĆ©s.

Schmitt habĆ­a visitado EspaƱa en 1943 y 1944 para impartir unas conferencias sobre Francisco de Vitoria, personaje hacia el que manifestaba una honda antipatĆ­a. Hubo quien sospechĆ³ que ese curioso estudioso de Vitoria que se paseaba por Salamanca en un elegante Mercedes encubrĆ­a una tentativa de espionaje bajo la tapadera de una disputa filolĆ³gica. Schmitt creyĆ³ entonces haber encontrado en los arcanos conceptos de un dominico burgalĆ©s del siglo XVI, como la guerra justa o el Ius Peregrinandi, el arma secreta de los enemigos del Reich.

El ensayo de Saralegui destaca, entre otras cosas, por su estudio de la apabullante correspondencia espaƱola de Schmitt, personaje tan oscuro como brillante. Entre sus discĆ­pulos se contaron conservadores como Luis DĆ­ez del Corral, Ɓlvaro dā€™Ors, Rafael Calvo Serer o Manuel Fraga, pero tambiĆ©n progresistas como Manuel GarcĆ­a Pelayo, Antonio Truyol y Serra o Enrique Tierno GalvĆ”n. La admiraciĆ³n que este Ćŗltimo sentĆ­a por el pensador alemĆ”n lo llevaba disculpar su carĆ”cter reaccionario (ā€œperdone la brutal intromisiĆ³n de la tĆ©cnica en nuestras relaciones intelectuales haciendo escribir esta carta a mĆ”quinaā€) y a tentarse la ropa antes de emitir un juicio moral (ā€œyo no tengo respeto profundo sino por aquellas personas a las que no cuadriculo con la retĆ­cula de las convenciones superficialesā€). DespuĆ©s de dos dĆ©cadas sin mantener contacto, el ā€œviejo profesorā€ reanudaba su correspondencia mandĆ”ndole a Schmitt ā€œun saludo desde este renacimiento espaƱolā€.

Este apasionante estudio del hispanismo, tanto intelectual como afectivo, del pensador alemĆ”n sirve de complemento a las obras schmittianas que Trotta ha ido publicando en los Ćŗltimos aƱos. Entre ellas destaca TeorĆ­a del partisano (2013), donde Schmitt plantea una serie de cuestiones en torno a la Guerra de Independencia EspaƱola, y TeologĆ­a polĆ­tica (2009), una ediciĆ³n que incluye el texto original de 1933 (publicado en EspaƱa al tĆ©rmino de la Guerra Civil), donde formula por primera vez su visiĆ³n del soberano como un LeviatĆ”n ajeno a cualquier constricciĆ³n legal, capaz de imponer el estado de excepciĆ³n, y tambiĆ©n rĆ©plica de 1969. Cabe recomendar, por Ćŗltimo, la extraordinaria biografĆ­a intelectual que ha escrito Reinhard Mehring, publicada en 2009 en alemĆ”n y en inglĆ©s en 2014, pero todavĆ­a sin traducir al espaƱol. ~

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(Madrid, 1985) es escritor. Ha publiado Edith Wharton. Una mujer rebelde en la edad de la inocencia (AlrevƩs, 2015) y Arthur Koestler. Nuestro hombre en EspaƱa (AlrevƩs, 2017).


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