SemprĂșn y el cine

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Tuvo que pasar medio siglo para que Jorge SemprĂșn, el deportado nĂșmero 44.904, retornase a Buchenwald tras la liberaciĂłn del Lager en abril de 1945. Fue a inicios de los noventa, y el viaje Ăłrfico supuso el punto de partida para la publicaciĂłn, en 1994, de La escritura o la vida. MĂĄs tiempo transcurriĂł aĂșn para que aceptase llevar al sĂ©ptimo arte su experiencia en el campo de Weimar, ya que creĂ­a que el medio cinematogrĂĄfico podĂ­a anteponer sus intereses comerciales y su lenguaje mĂĄs “sencillo” a la plasmaciĂłn de un tema que siempre prefiriĂł tratar desde lo literario. 

En 2010, el año previo a su fallecimiento, se estrenĂł una pelĂ­cula –en formato telefilme– en la que Ă©l habĂ­a participado como guionista y donde trataba el tema de su deportaciĂłn. SemprĂșn confiĂł en el director Franck ApprĂ©deris, con el que ya habĂ­a colaborado, para que dirigiese un trabajo audiovisual centrado en las jornadas en que Buchenwald fue liberado y en su retorno a ParĂ­s, la ciudad en la que se instalĂł. Se titulĂł Tiempo de silencio –nada que ver con la novela de MartĂ­n-Santos– y guarda muchos puntos en comĂșn con La escritura o la vida. Por fin, a sus 87 años, se atreviĂł a reflexionar en la pantalla sobre su experiencia, pues a finales de los sesenta rechazĂł participar en la relectura que el director Jean Prat hizo de El largo viaje, su debut en la literatura, que se llevĂł el Premio Formentor en 1963. 

Cuando SemprĂșn aterrizĂł en la industria cinematogrĂĄfica, en 1966, ya habĂ­a dejado de ser Federico SĂĄnchez y llegaba con un cargamento de experiencias a sus espaldas. Como en su literatura, sus vivencias se convirtieron en el material narrativo privilegiado para sus guiones. Es algo que se ve en el primero que escribiĂł, La guerra ha terminado (1966), dirigido por Alain Resnais, considerado “el cineasta de la memoria”. El protagonista Diego Mora –interpretado por el habitual alter-ego sempruniano en el celuloide, su Ă­ntimo amigo Yves Montand– es un veterano militante clandestino que cuestiona los planteamientos y estrategias que los dirigentes del partido acometen para acabar con el franquismo. 

El director estaba mucho mĂĄs interesado en retratar la psique y movimientos del exiliado antifranquista que en las disputas que el protagonista pudiese tener con la cĂșpula, y en este filme –pese a haber transcurrido mĂĄs de un año desde que SemprĂșn fue expulsado del pce en Praga– no se ve todavĂ­a un inequĂ­voco ajuste de cuentas de SemprĂșn con los mandamases del partido, como sĂ­ ocurre en AutobiografĂ­a de Federico SĂĄnchez (1977), sino que se expresa claramente la distinta postura por la que apostaron SemprĂșn y su compañero Fernando ClaudĂ­n, y que les costĂł la expulsiĂłn. 

A dĂ­a de hoy, La guerra ha terminado deberĂ­a considerarse como el trabajo mĂĄs destacado de SemprĂșn en el cine, y ademĂĄs de detectarse en sus imĂĄgenes y diĂĄlogos el componente biogrĂĄfico y los temas de interĂ©s del escritor, la factura estĂ©tica de la cinta de Resnais es muy notable, digna de uno de los maestros de la Nouvelle Vague y de uno de los cineastas europeos mĂĄs cautivadores de la segunda mitad del pasado siglo. Siete años despuĂ©s, SemprĂșn vuelve a escribir un guion original para Resnais, Stavisky, centrado en el estafador homĂłnimo que hizo fortuna en los años treinta y al que dio vida en la ficciĂłn un sublime Jean-Paul Belmondo. TambiĂ©n escribiĂł en 1966 el guion de Objetivo: 500 millones, dirigido por Pierre Schoendoerffer, y de cuyo resultado final no estaba orgulloso el escritor. 

Pero el director mĂĄs vinculado a la memoria cinematogrĂĄfica de SemprĂșn es Costa-Gavras. Si en sus guiones originales se descubre ya la importancia que el madrileño concede a la cuestiĂłn del compromiso, muchas veces asociado a su propia personalidad, en los guiones adaptados para el cineasta griego queda claro que el tĂĄndem entiende el cine de un modo casi militante, en pos de darle un sentido social a las imĂĄgenes y las historias narradas y, asĂ­, conseguir un mayor compromiso activo del espectador. Esto provoca que la factura estĂ©tica pueda quedar en un segundo plano respecto al argumento que se expone. No obstante, Z (1969), la primera colaboraciĂłn entre ambos, es una pelĂ­cula extraordinaria, centrada en el caso Lambrakis, un pacifista y polĂ­tico griego asesinado por fuerzas parapoliciales del Estado. 

Tres años despuĂ©s, en 1970, se estrenarĂ­a –tampoco exenta de polĂ©mica– su segunda colaboraciĂłn. En La confesiĂłn se nota mucho mĂĄs la mano de SemprĂșn, fruto del mayor conocimiento de los hechos expuestos. El texto adapta la autobiografĂ­a homĂłnima de Artur London, uno de los polĂ­ticos checos comunistas condenados a muerte en el Proceso de Praga de 1952. A diferencia de once de sus compañeros, London se librĂł de la pena capital, y dio cuenta de su experiencia en unas memorias que no vieron la luz hasta finales de los sesenta. SĂ­ fueron asesinados por las purgas estalinistas en Checoslovaquia el secretario general del Partido Comunista en el paĂ­s, Slansky –que dio nombre al proceso– o Josef Frank, antiguo camarada en Buchenwald de SemprĂșn. Años despuĂ©s, el propio escritor reconocerĂ­a su arrepentimiento por no haber alzado la voz contra las injusticias de Praga, mĂĄs aĂșn sabiendo que Frank era una vĂ­ctima de ese sistema tenebroso. En 1952 SemprĂșn vivĂ­a inmerso en una ceguera voluntaria que calificĂł como de “estalinizaciĂłn ideolĂłgica””, y prefiriĂł quedarse con la mentira dentro del partido que con la verdad fuera. La confesiĂłn tiene, por lo tanto, mucho de redenciĂłn, y es una denuncia inequĂ­voca del comunismo estalinista. Diez años despuĂ©s, en Aquel domingo, SemprĂșn serĂĄ aĂșn mĂĄs tajante: “Stalin habĂ­a sido, Ă©l solo, como un inmenso campo de concentraciĂłn, como una cĂĄmara de gas ideolĂłgica, como un horno crematorio del pensamiento correcto.” 

El tercer guion adaptado por SemprĂșn para su colega griego fue SecciĂłn especial (1975), de menor recorrido. TambiĂ©n adaptĂł dos guiones para Yves Boisset, que dieron como resultado El atentado (1972) y El caso Dreyfus (1995). El antisemitismo de su paĂ­s de acogida y del viejo continente fue para SemprĂșn un tema de reflexiĂłn importante en sus Ășltimos años. AdemĂĄs, participĂł como guionista en otros trabajos. Junto a Rafael Azcona y a Eduardo Chamarro escribiĂł las entregas de la serie Los desastres de la guerra (1983) dirigida para televisiĂłn por Mario Camus, y colaborĂł con realizadores como Pierre Granier-Deferre o Joseph Losey.

Pero el idilio de SemprĂșn con el cine es incompleto si no se cita uno de sus grandes “experimentos”. En el verano de 1972, el guionista se puso por primera y Ășnica vez detrĂĄs de la cĂĄmara para dirigir Las dos memorias (1974), documental injustamente poco conocido que puede considerarse como el gran ensayo del intelectual sobre la Guerra Civil. Posee menor interĂ©s estĂ©tico y formal –pese a contar con los consejos del excepcional Chris Marker–, pero es muy potente desde el punto de vista histĂłrico, ya que el inesperado director pone el foco en la confrontaciĂłn entre las fuerzas que formaban el Frente Popular y que se defendĂ­an de la insurrecciĂłn de los sublevados: entre los comunistas, por una parte, bajo el paraguas de Stalin y con el manejo armamentĂ­stico, y en el otro bando, los sindicalistas y miembros del poum. Guerra o revoluciĂłn. 

EstĂĄ construido con testimonios de numerosos combatientes del bando derrotado, desde Santiago Carrillo hasta Federica Montseny, y tambiĂ©n con entrevistas a personas que habĂ­an participado junto a los sublevados pero que, en 1972, ya formaban parte de la oposiciĂłn a la dictadura, como Dionisio Ridruejo o JosĂ© MarĂ­a Gil-Robles. Otros temas que tambiĂ©n se tratan son la significancia del exilio, los campos de internamiento franceses, el papel de la Iglesia en la realidad española o lo que queda de la “ilusiĂłn lĂ­rica” –por decirlo con Malraux– de la Guerra Civil. Supone una notable indagaciĂłn para investigadores en el tema, y no conviene despreciarlo, mĂĄs allĂĄ de las limitaciones que contiene desde parĂĄmetros artĂ­sticos. 

Como hiciera tambiĂ©n con la literatura o el teatro, SemprĂșn supo sacar partido del nuevo lenguaje pese a acercarse con precauciĂłn al retrato en imĂĄgenes de ciertas temĂĄticas. No fue un director distinguido, pero sĂ­ un guionista destacable que introdujo el bisturĂ­ en algunas de las temĂĄticas candentes del siglo xx y que supo hacer dialogar su propio “yo” con la historia colectiva en sus escritos para el sĂ©ptimo arte.

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Elios Mendieta es periodista. Es autor de 'Memoria y guerra civil en la obra de Jorge SemprĂșn' (Escolar y Mayo).


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